Ayer, el gobierno federal dio una buena noticia.

De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el número de víctimas de homicidio doloso y feminicidio disminuyó el año pasado 7.1% con respecto a 2021. En términos absolutos, eso equivale a una reducción de 2,431 víctimas a lo largo del año.

En algunas entidades federativas, los resultados fueron aún más alentadores. En la Ciudad de México, la caída fue de 19%. En Jalisco, la reducción fue de 14%. En Guanajuato, epicentro nacional de la violencia homicida, se registró una disminución de 8%.

En resumen, el año 2022 parece haber sido el mejor del sexenio hasta ahora, tanto en términos absolutos como de tendencia en materia de homicidios. Cualquiera que sea la causa de ese hecho, es algo que se debe señalar y celebrar.

Pero antes de echar las campanas al vuelo, es necesario hacer varias acotaciones:

1. Aun con la disminución registrada en 2022, el número absoluto de homicidios sigue siendo pasmoso. En la cuenta del SESNSP, se acumularon el año pasado 31,936 víctimas de homicidio doloso y feminicidio. Eso implica aproximadamente un total de 33,000 a 34,000 víctimas en el conteo del Inegi. Es decir, se habría registrado el año pasado una tasa de homicidio entre 26 y 27 por 100,000 habitantes, superior al del peor año del sexenio de Felipe Calderón (24 por 100,000 habitantes en 2011). Por otra parte, el caudal acumulado haría de 2022 el quinto año con más víctimas de violencia homicida en la historia del país.

2. La caída se desaceleró a lo largo del año. En el primer trimestre de 2022, la reducción fue de 14.9% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Para el cuarto trimestre, la caída fue de apenas 3.6%. En términos absolutos, casi la mitad de la reducción anual fue producto de lo sucedido en los primeros tres meses del año. Puesto de otra manera, la curva se fue aplanando a lo largo del año hasta tornarse casi horizontal.

3. Dada la notable reducción en el primer trimestre del año pasado, es posible que haya un rebote en la tasa de crecimiento en el inicio de 2023 por simple efecto de base. Eso probablemente se traduzca en un cambio de tendencia considerando las cifras de todo el año. Es decir, no sorprendería si se registra un leve incremento este año comparado con 2022.

En resumen, estamos un poco mejor que al inicio del sexenio, pero la mejora no es realmente significativa. Hemos pasado de una situación en la que ocurría en promedio un homicidio cada 15 minutos en algún lugar del país a una en la que alguien es asesinado cada 16 minutos. Ese es el alcance de la disminución de estos años.

Además, no hay nada que indique por ahora que estamos en una trayectoria de disminución sostenida de alcance nacional. Más bien, lo que hemos visto son caídas episódicas en algunas regiones, con rebotes en meses subsiguientes. A la disminución abrupta le sigue el aplanamiento de la curva.

En consecuencia, nos seguimos manteniendo en una alta meseta homicida, sin brincos notables ni caídas en picada, con niveles extraordinarios altos de violencia, pero que ya no generan nota porque se han vuelto parte del paisaje social de México.

Y esa es para mí la verdadera tragedia: la muerte nos ronda todos los días, sin convocarnos a la acción urgente.

alejandrohope@outlook.com
Twitter: @ahope71

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