Estoy en Argentina, en la ciudad de Rosario, plaza en donde se realiza el IX Encuentro Internacional La Economía de lxs Trabajadores. En la agenda de trabajo, que congregó a trabajadores y representantes de cooperativas y empresas recuperadas (ER), funcionarios públicos del sector social y académicos (en la representación mexicana hubo presencia académica de la Universidad Autónoma Metropolitana y la Universidad Nacional Autónoma de México, en lo cooperativo, Mujeres en Lucha por la Democracia –Topilejo-, pero también participó gente de Brasil, Chile, España, Uruguay, India y el país anfitrión, Argentina). Fue motivo de una mesa, pero también hubo una reflexión transversal, al aludir a la “situación de la clase trabajadora en la crisis política, económica y ambiental del capitalismo global” –en una de las sesiones últimas se volvía a la reflexión sobre la situación global, al señalarse que “la agenda de la derecha internacional no se puede confrontar con luchas locales” (inevitablemente me vinieron a la memoria las palabras de K. Marx y F. Engels, “¡Proletarios de todos los Países, uníos!”. Hay una “idea central” que destaca Engels en el Prólogo: “la fase presente, en que la clase explotada y oprimida -el proletariado- no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime -de la burguesía- sin emancipar para siempre a la sociedad entera de la opresión, la explotación y las luchas de clases; esta idea cardinal fue fruto personal y exclusivo de Marx” (junio, 1883). Palabras del siglo XIX, que no es un extravío atender en la actualidad. No es el fin hacer apología del marxismo, sí, como correlato, de que la agenda de la derecha internacional, poderosa y con volúmenes considerables de recursos, no se puede confrontar, no es suficiente, con luchas locales.

Otros ejes de reflexión aluden a la autogestión y en qué condición se encuentra el movimiento autogestionario; el Estado y las políticas públicas; la cuestión ambiental y los desafíos del movimiento autogestionario; la precarización laboral, el peso de la informalización del trabajo (un representante de la India aportaba el escalofriante dato de que casi el 90% de la Población Económicamente Activa estaba en condición de informalidad, planteándolo como una tendencia que puede ser el horizonte futuro del trabajo mundial) y el actual e importante tema del capitalismo de plataformas, que despuntó en la pandemia, pero mantiene su presencia en el mundo del trabajo. En lo que hace a la presencia del Estado, concretamente en Argentina, se aludió al caso del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social. Se caldearon los ánimos, al confrontarse distintas posturas, lo que puso de manifiesto la diversidad de ideas e intereses presentes en la economía de los trabajadores, en los apuntes sobre la economía social y solidaria.

Hago referencia al Encuentro por la reflexión colectiva que produjo –las tareas del porvenir-, al mismo tiempo que avanza el proceso electoral con toda su virulencia en ese país del Cono Sur. Lo paradójico es que de un lado levanta la mano la cultura de la esperanza, del trabajo, de la necesidad de mantener la centralidad del trabajo como estructura que estructura a la sociedad; del otro, la cultura de la cancelación (esto como atributo en las agendas de Patricia Bullrich y de Javier Milei, personajes de la derecha argentina, justo a modo para el refranero mexicano: “¡ni a cual irle!”). Y hay razones para no irle a ninguno de los dos candidatos de la represión: por ejemplo, cuando hacen la crítica a algún dirigente sindical, sus argumentos apuntan a liquidarlo (algunos analistas justifican el tono señalando que es el calor de la campaña electoral); pero esto es la apariencia: en el fondo es más grave la intención, al dirigir sus cañones a la destrucción de la organización, y la cultura de la organización en que se sustenta. Nada nuevo por cierto. No es propuesta de cambio social, es de destrucción de la organización para avanzar sin contratiempos en la agenda de los grupos concentrados.

Participé con un pequeño documento sobre la importancia de los intercambios no mercantiles y la democracia en el piso de las unidades productivas. Los intercambios no mercantiles es un punto de tensión en la economía popular insuficientemente explorado en la realidad mexicana. Se trata de vínculos productivos no monetarizados en lo referente a la construcción o fortalecimiento de las zonas de cohesión social: relación con la comunidad y los espacios sociales del círculo concéntrico inmediato.

Otro es el caso de los encadenamientos y compromisos entre las organizaciones cooperativas: si es posible comprar y/o vender a otra cooperativa con la que hay acuerdos, mínimo es recorrer esta trama. Y un aspecto no menor, que se resaltó en el Encuentro: el diálogo de experiencias políticas y de asesoría técnica para encarar los desafíos de enfrentar al mercado, sin subordinarse. Esto es inescindible de preguntarse sobre los procesos para tomar decisiones, en particular la participación democrática de la gestión, con las dimensiones correspondientes: distribución igualitaria de los ingresos; ruptura en las formas tradicionales de delegación; rotación en las tareas de dirección; dinámicas asamblearias, en particular asambleas frecuentes; información completa y a tiempo para las decisiones.

Así, en la coyuntura argentina (y mexicana, chilena, en fin, de América Latina), a la tarea de votar y promover un voto que ponga el acento en lo social –frente a los riesgos que representan las posturas autoritarias de la derecha argentina y mundial materializadas en las opciones Milei y Bullrich-, la tarea de sobrevivir tomando iniciativas (nuevo trato con el Estado, ensanchamiento de la democracia en las organizaciones populares, reconociendo sus asimetrías y la construcción de repertorios diferenciados para enfrentar de mejor manera, en lo colectivo, los vaivenes del mercado), entendiendo, con matices, lo planteado por Raúl Zibechi (2006), de “que los diversos modos de hacer emancipatorios se asientan en, y tienen en común, la creación y producción de relaciones sociales de nuevo tipo, no capitalistas, basadas en la reciprocidad, la autonomía, el hermanamiento, la autogestión y la convivencia comunitaria”. Grandes tareas.

(Profesor UAM)

Foto: Especial
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