Luego de una segunda temporada absolutamente decepcionante, la serie basada en el cómic homónimo escrito por Garth Ennis y dibujada por Darick Robertson para el sello Wildstorm, The Boys, regresa para una tercera temporada.

The Boys representó en su estreno una bocanada de aire fresco para el género, saturado por cintas del universo Marvel. Se trata no sólo de una mirada mucho más “adulta” hacia el género de superhéroes sino que además es también una estrategia que va en sentido opuesto a Marvel: mientras que aquellos escarban en el fondo del costal de los superhéroes de su marca, los productores comienzan a voltear hacia otras firmas (como en este caso Wildstorm) y por ende a otro tipo de historias.

No todo en esta vida es Marvel o DC.

Así, la primera temporada de The Boys nos mostraba un mundo donde los superhéroes no son necesariamente seres bondadosos, ¿por qué tendrían que serlo?, al contrario, ellos son tan humanos como nosotros, son seres que se dejan llevar por sus pasiones, sus deseos (incluso sexuales), sus adicciones.

Cualquiera puede ser un cretino, el problema es cuando ese cretino tiene superpoderes. Esa es la idea central de la serie que muestra a siete superhéroes (al estilo de la Liga de la Justicia, de DC) que al ojo público parecen los grandes salvadores, pero que en privado son unos auténticos bestias, por no decir incluso criminales.

The Boys inyecta otra idea aún más torcida: si los superhéroes existieran, serían manejados por los grandes corporativos. Aquí, estos famosos siete y su líder, el todopoderoso Homelander (impresionante Antony Starr) pertenecen a un corporativo llamado Vought, el cual se encarga de comercializar la imagen de estos superhéroes en productos que van desde películas hasta parques de diversiones, figuras y demás productos.

El manejo corporativo de estos héroes es de una manipulación absoluta, al grado que incluso las peleas con “supervillanos” están arregladas y responden a temas de rating antes que de justicia o altruismo.

El antagonista en todo esto es Butcher (Karl Urban), un renegado que trabajó en su momento para el gobierno y que odia a los superhéroes porque sabe el tipo de calaña que son tras esas sonrisa y el spandex.

Así, The boys es una sátira a Marvel y a toda la industria de los superhéroes. Sus personajes son versiones torcidas de algunos de los estereotipos más importantes del género: Superman y la Liga de la Justicia, pero con un twist macabro: ¿qué pasaría si alguien con tanto poder como Superman fuera un auténtico cretino con problemas mentales y de megalomanía?

La tercera temporada retoma el rumbo de la sátira, la violencia y el sexo entre superhéroes. Tan mala fue la segunda que bien pueden omitirla y empezar esta sin haber visto la anterior (claro, al inicio del primer episodio hay un pequeño resumen que es más que suficiente).

Homelander comienza a perder más y más el control, tanto que incluso piensa en revelarse ante sus jefes, los altos ejecutivos de la corporación Vought, representado aquí por el personaje interpretado por Gian Carlo Esposito.

Hughie (Jack Quaid) ahora trabaja en un organismo del gobierno que busca controlar los excesos de los superhéroes, mientras que Butch sigue básicamente en su cueva, tratando de desenmascarar la corrupción de los héroes siguiendo sus propios métodos, que básicamente se reducen al uso de fuerza bruta.

La violencia explícita, casi gore, que está presente desde los primeros minutos de la temporada inicial, está de vuelta y con creces: la serie está plagada de escenas sangrientas sumamente gore. Muchas de estas escenas no suman nada excepto asco y algo de asombro por la forma en que los guionistas se las ingenian para matar superhéroes (y civiles) de formas por demás sanguinolentas.

Pero obviando ese defecto (así como algunas secuencias donde no es más que puro bla bla bla), esta tercera temporada de The Boys es sumamente mejor que la segunda, pero aún sin llegar a los niveles de emoción y sorpresa que la primera temporada.

Sin que sea un temible “spoiler”, el guión también hecha la flojera cuando (de la nada) sacan un suero que supuestamente te convierte en superhéroe por un lapso de 24 horas. Uno de esos sueros ya está en manos de Butch.

Así pues, habrá una gran super batalla final entre Butch y Homelander. Predecible, pero en lo que eso sucede, espero que esta tercera temporada siga burlándose de Marvel, de DC y de quien se deje.

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