Las montañas arden desde la cima del Tepozteco, arrasan con árboles, animales y plantas. Algo quieren decirnos, pero ya son muy pocos quienes entienden su lenguaje.

Más de 3 mil 735 incendios en un año y 127 mil hectáreas devastadas insisten en decirnos algo. El 80% del territorio mexicano sufre algún grado de sequía. Además de escasez de agua por falta de lluvia, calentamiento global, voracidad en la explotación de las montañas y deforestación, siete de cada 10 ríos en México están contaminados. Pero para la clase política el tema no es prioritario, ni siquiera forma parte de su discurso o de su agenda. La emergencia climática, la crisis del agua y la degradación ambiental —que afecta sobre todo a las comunidades más pobres y menos responsables del problema—, son inexistentes en su vocabulario.

El Tepozteco arde, brigadistas y voluntarios piden auxilio al gobierno de Morelos que tarda 48 horas en enviar helicópteros. Las llamas arrasan 350 hectáreas de bosque. Y mientras otras montañas se queman en el norte de México, el altavoz y los reflectores se concentran en un individuo que, acusado de abuso sexual y violación, pretende una gubernatura y, empoderado, amenaza: “No le rasquen los huevos al toro…” A quienes ambicionan el poder ¿les importa que en sólo dos décadas México ha deforestado una superficie del tamaño de Yucatán o que esta primavera la sequía ha provocado 90 incendios forestales?

La ONU, medioambientalistas y científicos, comunidades desplazadas por causas del cambio climático, los 2 mil millones de personas que sufren estrés hídrico y un 40% de la población de la Tierra afectada por la degradación ambiental advierten que nos quedan 10 años para cambiar nuestra relación con la naturaleza si es que deseamos sobrevivir como especie en el planeta. En México, quienes elevan la voz en defensa de su territorio y contra megaproyectos contaminantes son, con frecuencia, acallados por la fuerza. Según el Centro Mexicano del Derecho Ambiental en dos años han sido asesinados 18 defensores del medio ambiente y de las más de 65 agresiones perpetradas a activistas, 40% provienen del gobierno.

Cuando el incendio del Tepozteco crecía empujado por el viento, de pronto una lluvia generosa apagó el fuego. Así, en la emergencia climática, surgen voces frescas que hablan por las montañas, los ríos, el agua, el aire, los océanos, la biodiversidad, los guardaparques y los defensores del entorno natural. Son colectivos y organizaciones de la sociedad civil. Pero también creadores movidos por la conciencia, como Yásnaya Aguilar y Gael García Bernal, conductores de la serie titulada El Tema. Se trata de seis breves documentales en YouTube producidos por La Corriente del Golfo, con guión de Pablo Montaño y la participación de la artista visual Sofía Probert. “El bien individual depende del bien común”, advierte la escritora mixe. Y el activista Luis Rivera profundiza: “Para nosotros el cerro es sagrado, no una mercancía. Es parte de nuestra madre Tierra (…) Sin los servicios ambientales que nos brindan los cerros, el agua, el aire, la biodiversidad, la historia misma y la identidad, básicamente no existiríamos”. Por eso salvar la montaña “es salvar nuestra existencia colectiva”.

Dicen que “los seres humanos somos un respiro en la historia del Universo”, lo pienso en vísperas del Día de la Tierra.

adriana.neneka@gmail.com