A partir de los recortes presupuestales que impactaron al sector salud , y que provocaron la eliminación del seguro popular, son cada vez más frecuentes las denuncias sobre las deficiencias de nuestro sistema de salud: falta de insumos para la protección apropiada del personal en clínicas y hospitales, carencia de reactivos químicos para análisis y equipo de diagnóstico para la atención adecuada, integral y oportuna de los pacientes; desabasto de medicamentos de todo tipo, pero en particular, los requeridos para tratamientos de enfermedades de alta especialidad, como el cáncer.

El daño que esta administración ha propiciado en las y los niños con cáncer, además de criminal, es irreversible, porque la privación de los tratamientos oncológicos son sentencias seguras de su deterioro físico. Y no, no es una situación reciente, presentada a raíz de la crisis sanitaria por Covid-19 . Muchos padres de familia llevan casi dos años con la insistente petición del suministro del medicamento para los infantes.

El Movimiento Nacional por la Salud ha realizado diversas movilizaciones para exigir al gobierno el suministro de los medicamentos oncológicos. A pesar de las acusaciones y el descrédito que quieren hacer de su legítimo movimiento, su lucha no tiene más interés que la salud de sus hijas e hijos.

No tengo duda que una de las preocupaciones de madres y padres de familia de infantes que tienen algún tipo de cáncer, es lograr aliviar el dolor de sus menores con las dosis indicadas. Enfrentan batallas sanitarias con verdadero heroísmo para que los pacientitos reciban atención oportuna y adecuada. No tienen duda en gastar recursos familiares y comprometer su patrimonio ante la situación catastrófica que se presenta.

Causan indignación las imágenes de enojo, impotencia y desesperación de los padres cuando exigen a la Secretaría de Salud que cumpla con su responsabilidad y proporcione los medicamentos. Ellos son los portavoces que exigen compromiso y acciones concretas por parte de las autoridades.

Es inaceptable que encima del dolor familiar, tengan que involucrarse en la batalla pública y privada, así como en la persecución diaria para obtener atención funcional para los malestares que aquejan a las voces inocentes. Lo cierto es que no ha sido suficiente que hayan logrado visibilizar el problema, porque han utilizado todas las herramientas a su alcance. ¿Qué sigue a las mesas de diálogo que en nada han resuelto sus problemas? Muchas palabras que justifican, nulos resultados para salvar las vidas.

Tengo presente la petición expresa de pequeñas y pequeños que han solicitado al presidente de la República, una oportunidad para vivir. Erick así se expresó: "Le pido, señor presidente, que nos ayude con las quimioterapias... no me quiero morir, yo estoy luchando cada día contra esta enfermedad para salir victorioso, le pido que nos ayude, señor presidente".

Como él, muchas niñas y niños no entienden qué son las compras consolidadas, o que la culpa es de los gobiernos neoliberales; tampoco les queda claro por qué con la rifa anunciada, se van a resolver los problemas y mucho menos, comprenden por qué tarda

tanto el Instituto Nacional para Devolverle al Pueblo lo Robado en dar el dinero para sus tratamientos.

Ellos sólo padecen la incapacidad, indolencia e insensibilidad del Sector Salud. Solo procesan que el día de su tratamiento no hubo medicina porque "no llegaron", "se acabaron" o "se las robaron", y que quizás en la próxima consulta tengan suerte, porque lo único que quieren es estar bien y dejar de sentir dolor.

Son las voces inocentes. Las voces de los olvidados que el gobierno tiene que dejar de destruir y apostar por la vida, por sus vidas.

Diputada federal

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