En la Central Camionera del Norte de la Ciudad de México decenas de ciudadanos venezolanos, deportados de Estados Unidos por la , llevan varados varios días a la espera de una respuesta a su situación.

La fría mañana y el desolado paisaje de la terminal parecen desalentadores para una pregunta en común que se hacen las decenas de venezolanos aquí varados: ¿qué vamos a hacer?

Como Alberto, que en shorts, playera y chanclas busca cubrirse del frío que trajo el sereno de la mañana con sólo una sábana. A él lo deportaron de Texas a Ciudad Juárez y luego a la Central del Norte. Lleva cinco días aquí, sin bañarse, sin alimento, sin dinero y con la incertidumbre de no saber qué hacer.

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“Estuve cinco días en Estados Unidos, luego me deportaron a Ciudad Juárez, después nos llevaron a otros estados, en donde nos tuvieron en prisiones federales. Nos trataron como perros. Al final, sólo nos trajeron en camiones aquí, nos dejaron varados, sin decirnos qué hacer”, explica.

"Nos trataron como perros", dicen venezolanos deportados

A algunos ni siquiera los dejaron en la terminal, los bajaron poco antes y les dijeron que hasta ahí llegaba el camión, que metros adelante estaba la terminal de autobuses y que ahí los ayudarían, pero al llegar sólo encontraron a más connacionales en su misma situación.

Es por ello que algunos llevan al menos cinco días pernoctando en la central camionera. Acurrucados en las orillas de la terminal, en cartones, en grupo o en cuclillas esperan que alguna autoridad migratoria les indique qué sucederá con ellos.

Algunos no fueron deportados de , sino que fueron detenidos en su travesía hacia el norte del país y trasladados a la terminal de autobuses.

José lleva cinco días en la terminal. Lo trajeron aquí luego de estar detenido en Saltillo, Coahuila. Fue interceptado con el argumento de que el permiso que les expidieron las autoridades migratorias no era válido. Ante las violaciones que ha sufrido, decidió retornar a su país.

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“Yo iba a Ciudad Juárez, nos bajaron del bus y nos tuvieron presos 13 días en Saltillo, . Nos dejaron en Acapulco y yo vine para la ciudad porque me dijeron que la embajada era la única que me podría ayudar a regresar.

“No quiero seguir aquí porque mis derechos han sido violados tanto física como sicológicamente, he sido golpeado y no he cometido ningún delito. Nos tratan como si fuera El Chapo Guzmán o Pablo Escobar, tratan a la gente superfeo. A las mujeres y niños los esposan como si fueran delincuentes. Por eso regresaré a mi país”, afirma.

Aquí los pasajeros se mezclan con los migrantes venezolanos; sin embargo, la diferencia se nota en sus ropas sucias, los rostros cansados y la mirada extraviada en busca de más de sus connacionales que les indiquen lo poco que saben de su estancia.

Esas dudas son las que las mismas que tiene Alejandra, quien acudió con sus tres hijos, uno de ellos de brazos, luego de que huyera de su país una vez que asesinaron a otra de sus hijas. Lleva mes y medio de travesía por Centroamérica y México.

“Llevamos en México cinco días. Nos dieron el permiso para atravesar el país, pero hasta aquí llegamos. Las autoridades nos trajeron aquí. Ya no avanzaremos hacia el norte, me da miedo por mis hijos. Lo que haré es trabajar. Todavía no sé si quedarme aquí o seguir”, explica.

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