Ser testigo de un asesinato fue el error que desterró a Yanet y sus dos hijas de 20 y 9 años de El Salvador. Las amenazas de muerte obligaron a la jefa de familia a dejar su trabajo en una maquila e ir en busca del " ".

Con tres mochilas, un par de cobijas y algunos juguetes de su hija menor; Yanet emprendió rumbo hacia México y en Tapachula, Chiapas, decidió unirse a la caravana migrante con dirección a la capital del país.

"Nuestro sueño es llegar a Estados Unidos, que nos den asilo porque somos desplazadas de la violencia, mis hijas y yo vimos como mataron a un hombre y luego nos amenazaron con matarnos a nosotras, por eso huimos, porque el miedo es lo único que nos quedaba", dijo a EL UNIVERSAL .

Sentada sobre una bolsa de plástico que por hoy será su cama, Yanet pide a los mexicanos que no vean a los migrantes como criminales, sino como personas que no tuvieron otra opción más que salir de sus países de origen.

"No hacemos daño, la policía nos maltrata, peor que si fuéramos animales, pero nosotros nada más caminamos, pedimos trabajo, somos personas humildes, que venimos huyendo , que queremos trabajar para ver a nuestros hijos crecer sin hambre, pero nos gritan que nos larguemos y a dónde si en nuestro país no podemos estar".

Esta noche, Yanet y sus hijas Diana de 20 años y Camila de 9 años, tratarán de dormir en la cancha deportiva de la Casa del Peregrino , quienes encabezan la caravana les pidieron no sacar todas sus pertenencias porque no saben hacia dónde se dirigirán en unas horas.

"Pero por hoy solo queremos descansar, dormir un poco, olvidar que somos los apestados y soñar con encontrar un trabajo, que mis hijas acaben la escuela y traer a mis otros dos hijos, porque aunque son hombres, en mi país no están seguros".

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bmc/rmlgv

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