Como la noche más triste, más negra, más larga que jamás hubiéramos pensado vivir las mujeres, así resume Patricia Olamendi Torres, excoordinadora del mecanismo contra la violencia hacia las mujeres en la OEA, la situación que enfrentan millones de mexicanas a causa de las violencias que se ejercen sobre ellas en todo el territorio nacional.

En entrevista con EL UNIVERSAL, expone que el país se enfrenta a un crecimiento de las violencias sin un plan de prevención, ni de sanción y con una enorme impunidad.

“Somos un país que rebasa más de 90% en los delitos, y en el caso de las mujeres, la impunidad llega a 98%. La impunidad es el alimento principal de la delincuencia, digamos que es el cheque en blanco que se le da a cualquiera para cometer delitos”.

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Exfuncionaria de los gobiernos de los presidentes Ernesto Zedillo y Vicente Fox, e integrante de la organización civil Nosotras tenemos otros datos, agrega que los movimientos y colectivos en defensa de las mujeres son vistos por esta administración y por las mujeres de la 4T como enemigos, mentirosos y conservadores.

“No tenemos aliados en el gobierno. El movimiento feminista mexicano se caracterizó siempre por tener un mecanismo de diálogo permanente con las mujeres que ocupaban un cargo público y con las mujeres que estaban en el ámbito legislativo y en el Poder Judicial. Hoy en día, no hay ese diálogo”, refiere.

¿Cuentan con el apoyo de las mujeres que forman parte del actual gobierno?

Olga Sánchez Cordero y yo hablábamos antes de que fuera secretaria de Estado. Somos abogadas reconocidas. Pero cuando fue funcionaria federal ya no quiso recibirnos. He recibido amenazas de muerte por parte de la 4T y he sido objeto de campañas de desprestigio, y se supone que soy una de las mexicanas con mayor reconocimiento fuera de México.

No es posible lo que estamos viviendo y que exista una satanización contra quienes exigimos erradicar las violencias contra las mujeres. Estamos viviendo un infierno. Nunca nos imaginamos lo que iba a venir. No han querido escuchar.

¿Y el Instituto Nacional de las Mujeres o la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres?

—Nosotras creamos varias de esas instituciones. Inmujeres lo creamos como un mecanismo rector de políticas públicas y ahorita a este instituto le quitaron 75% de su presupuesto. Ahora nada más sirve para decir que está muy bien la transformación. Todas esas dependencias responden a instrucciones.

El Presidente ha asegurado que su gobierno es humanista, ¿cuál es su opinión?

—No tiene la menor idea de lo que es el humanismo. Es un gobierno muy indolente, por lo menos con las mujeres, con las niñas. Ha dejado claro que las mujeres no le importamos, no estamos en su agenda. La palabra de un presidente tiene tal fuerza, y más en un país como México, que se convierte en una política. Si el presidente no te pone en su agenda de las cuatro cosas importantes, pues no estás… no existes.

Con acciones, todos los días el gobierno nos dice que no somos importantes. Tenemos una autoridad indolente ante el dolor humano, llena de prejuicios, que todos los días reafirma su machismo con sus comentarios hirientes, grotescos.

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Cuando escucho los diagnósticos que hace este gobierno, habla de una realidad que no es la que vivimos todos. Son diagnósticos que no tienen sentido. Cuentan los delitos como si fueran calabazas y detrás de las cifras hay víctimas, hay vidas humanas. La realidad es de miedo. Las mujeres y las niñas tienen miedo. Las familias experimentan terror cuando sus hijas salen a las calles.

Dice Olamendi Torres que ante el temor que experimentan muchas familias mexicanas ante los feminicidios y desapariciones de mujeres, hay niñas que ya no asisten al colegio.

“Ya muchas niñas no van a la escuela, porque en el trayecto de transportarse o de caminar hacia la escuela desaparecen. ¿Dónde están las medidas de prevención para que lleguen a los planteles? Nadie está haciendo nada”.

Expone que se ha llegado a tal grado que es momento de declarar la violencia contra las mujeres una emergencia nacional.

“Hemos dicho que primero se tiene que reconocer lo que está pasando y una manera de hacerlo y enfrentar la problemática es declarar la violencia contra las mujeres como una emergencia nacional y un problema no sólo de seguridad pública, sino también del Estado mexicano. La violencia contra las mujeres ya rebasó todos los límites posibles. Lo único que está demostrando la violencia contra las mujeres es que estamos viviendo un Estado fallido”, concluye.

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