Campañas van y campañas vienen, se crean e implementan mecanismos para fortalecer la participación ciudadana, pero desde varios procesos electorales el fantasma del abstencionismo sigue haciéndose presente, amenazando con ello la legitimización de los resultados comiciales y con ello poner en duda al propio sistema democrático con que contamos hoy en día, que no es otro más que el que nos hemos dado nosotros mismos basados en la eterna desconfianza que existe entre los partidos políticos, la desconfianza de la ciudadanía en los partidos políticos y últimamente la desconfianza de éstos en la ciudadanía.

Un claro ejemplo del abstencionismo se dio apenas el pasado 4 de junio en la elección por la gubernatura del Estado de México, un 51% de participación está muy alejado de lo que se esperaba, tanto por los antecedentes como por la relevancia política de la elección.

Si comparamos porcentajes de participación podemos asegurar que en este 2023 se tuvo un retroceso. Siempre hay que comparar manzanas con manzanas y peras con peras, por eso hablemos únicamente de las últimas elecciones por la gubernatura en el Estado de México; En 2011 la participación fue del 45.7%, en 2017 se superó por casi 8 puntos porcentuales y se tuvo una participación del 53.53% y ahora en 2023 con los últimos datos del PREP se estuvo alrededor del 51%, es decir, una disminución de más de 2 puntos porcentuales.

Son muchas las causas, factores y pretextos por las que se da el abstencionismo por parte de la ciudadanía y, por lo tanto, podemos decir que existen diferentes tipos de abstencionistas, partiendo de la primicia de que todo aquel que tenga credencial para votar, aparezca en la lista nominal y no acuda a emitir su voto es un abstencionista.

Todos estamos expuestos a situaciones e imprevistos que nos impiden realizar ciertas actividades aún y cuando estén programadas y el día de la jornada electoral no es la excepción; pero hay gente que simplemente no está motivada a salir de casa para sufragar.

Una de las razones que genera o provoca esta apatía y por lo tanto el abstencionismo es la ineficaz comunicación institucional fuera de los procesos electorales. Es y debe ser una obligación y política permanente del Estado por medio de sus instituciones, generar, fomentar y proteger el conocimiento de sus gobernados sobre la importancia de la participación ciudadana, una participación que debe ser ordenada, respetuosa, incluyente e incluso reglamentada, para todos los asuntos de interés público que se dan en el país, utilizando las herramientas legales y democráticas existentes, incluyendo por supuesto entre estos asuntos, la relevancia de votar.

Es un error muy frecuente o permanente diría yo, esperar la época previa a las elecciones para bombardear y aturdir a la población para que ejerza su voto; efectivamente, tiene que existir una campaña de reforzamiento institucional recordando la fecha de la jornada comicial y alguna información que sobre el proceso electoral sea importante transmitir al electorado, no olvidemos que ya los partidos políticos se encargaran de tratar de persuadirnos para que votemos por uno u otro candidato, y por si fuera poco es también importante analizar y asimilar las propuestas de cada uno de los candidatos y partidos políticos que en medio de tanta descalificación nos dan a cuenta gotas mediante los cientos de miles de spots electorales, vallas, pendones, trípticos, dípticos, propagandas por radio, por televisión, redes sociales, etc, es decir, con todos los elementos propios que conforman las campañas electorales no solo en nuestro país, se dan en todas partes donde de alguna u otra manera se practique la democracia.

Si los gobiernos e instituciones mantienen una política de comunicación institucional (no de promoción personal) inclusiva y bien diseñada para instaurar conciencia, promoviendo en todo momento el interés colectivo por los asuntos públicos, seguramente aumentarán los índices de participación para futuros procesos electorales en los países donde se aplique esta metodología.

La abstención no se comporta igual en todos los países, incluso sus causas son diferentes en cada estado o región al interior de estos, y esto obedece a que existen diversos tipos de abstencionistas que logran impactar en los porcentajes de participación electoral a nivel mundial, por clasificarlos de alguna forma podemos mencionar a: los desinteresados o que simplemente les vale, son abstencionistas a los que nunca les ha interesado en lo más mínimo ejercer su derecho al voto, no le ven sentido y consideran que lo hagan o no lo hagan da lo mismo; los castigadores, aquellos que creen que con no votar le están dando una lección o están castigando a algún partido político al no acudir a depositar su voto a su favor; los defraudados, abstencionistas a consecuencia del mal desempeño e incumplimiento por parte de los gobiernos, sin importar el color o partido que se encuentre en el poder.

Hoy en día existe una gran cantidad de ciudadanos que se abstienen de votar y que antes estaban en el grupo de quienes sí participaban, es importante analizar e identificar que ante la ausencia de una buena comunicación política y la indecisión provocada por los bajos perfiles de los candidatos generaron la indecisión de por quién votar; luego con el contagio de la apatía y valorar si ir o no a votar y muchos de ellos cayeron en los engaños de quienes acusan fraude sin sustento real, pero eso sí, con mucha elocuencia, que si le sumamos el efecto provocado por las redes sociales y sus propios fenómenos como los bots o robots informáticos, que son cuentas falsas, no humanas, creadas por medio de sistemas y los llamados trolls que son personas que usan un perfil de red social falso y tienen una actitud de agresión y hostigamiento, además de tener entre sus fines aumentar la cantidad de seguidores y generar tendencias.

Todo lo anterior provoca muchas veces el hartazgo y la decisión de no volver a participar en ningún otro proceso electoral, todo esto se origina al no existir una comunicación política lo suficientemente clara o convincente que respondiera sus preguntas o llenara sus expectativas. Pero esto no termina acá, ya que vemos muy desafortunadamente algunos gobiernos que promueven la abstención, y lo hacen gracias a los resultados de sus cálculos políticos, contando con sus maquinarias partidistas, sacando provecho a la falta de participación, logrando por esta vía hacerse con la victoria en la contienda electoral minando con esta conducta la esencia misma de la democracia.

Tengamos claro que en poco o mucho porcentaje, la abstención siempre existirá, algunos defenderán las tesis abstencionistas como métodos de protesta, rebelión o castigo y otros defenderemos la participación electoral como fórmula ciudadana de voz y decisión para nuestros destinos no permitiendo que otros decidan por nosotros, pero aunque la abstención no va a desaparecer totalmente, si se puede minimizar convenciendo a los ciudadanos de las ventajas y bondades de una democracia sólida, participativa, de respeto, contando con el gran aval del respaldo y compromiso de una mayoría comprometida activamente con su país.

Los gobiernos deben tener presente que el marketing y la comunicación política no solo son para que los candidatos ganen elecciones, son hoy en día, herramientas que, debido a que contienen una gran variedad de metodologías incluyendo la comunicación institucional, que al utilizarla eficientemente y aprovechando las ventajas de los avances tecnológicos, llegan a más personas en menos tiempo y con mayor asertividad, pueden sin lugar a dudas, coadyuvar a disminuir los porcentajes de abstención, fortaleciendo de esta manera los sistemas democráticos y la participación ciudadana.

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