De rodillas y al lado de su hijo mayor, Julio Cerón se presentó ante la imagen de la Virgen de Guadalupe, ubicada en uno de los costados de la Basílica, para dar gracias por el nacimiento de su pequeño Tadeo, hace tan sólo siete días.

“Venimos con mucha devoción a pedirle [a la Virgen] que nos cuide y darle gracias por nuestra salud y la de Fernando Tadeo”, indicó Julio.

En el último domingo de 2020 y en semáforo rojo declarado por la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, a Julio lo acompañan su esposa Jazmín; María Elena, su suegra; Óliver, su hijo de nueve años, don Pepe, papá de su suegra, y su recién nacido.

Para don Pepe, quien es ferviente seguidor de la Guadalupana, visitar a el santuario de la Virgen es una tradición que ha inculcado por muchas generaciones, sin importar lo que suceda, pues considera que la fe es un alimento para el ser humano que se fomenta mostrándole amor y agradecimiento a Dios y a la Virgen por tener salud y vida.

“Yo sin el amor que le tengo a la Virgen de Guadalupe no podría vivir, le soy siempre fiel”, afirmó don Pepe.

Los miembros de la familia de antemano sabían que no podrían ingresar al Templo Mariano a causa de las restricciones establecidas por la autoridades de la Basílica, que determinaron mantener cerrado el recinto para evitar tumultos y así también los contagios por Covid-19.

El último domingo del año fue el de la fe y la devoción
El último domingo del año fue el de la fe y la devoción

“Es importante dar gracias por el nacimiento de Tadeo, por la salud de mi esposa, pues el parto transcurrió sin complicaciones y el bebé nació sano, sabemos que no podemos entrar, pero de corazón desde aquí le queremos decir que estamos muy agradecidos”, precisó Julio.

El viaje que hicieron desde Tasqueña para hacer una breve parada en la Villa de Guadalupe, lo hacen cada año para escuchar misa, hacer el recorrido por la rampa que los acerca a la imagen, y pasear por las instalaciones, pero este año comentan que lo van a posponer.

“El propósito de esta visita es muy específico, tomamos un momento simplemente para dar gracias, ya habrá otro día para paseos, no nos vamos a arriesgar por el bebé, ni siquiera quisimos entrar a las rampas, había gente, debemos tener todas las precauciones”, dijo María Elena.

Don Pepé compartió que es organizador de las peregrinaciones procedentes de Actopan, Hidalgo, desde hace 52 años. Sin embargo, la de este año tuvo que ser cancelada; en cambio, se celebró una misa en honor de la Guadalupana en el mismo lugar donde parten los peregrinos hacia la Ciudad de México.

“Siempre habrá forma de celebrar a nuestra Virgencita, nosotros nos las arreglamos, lo importante es tener salud”, apuntó don Pepe.

El feliz hermano mayor, Óliver, se dice emocionado por el nacimiento de su hermanito y nos dijo que aunque él es pequeño sí cree en la Virgen y vino con su familia a pedirle que lo cuide a él y a su hermanito por siempre.

En la fila

Patricia y Cristina no se conocen, coincidieron en la fila para ingresar al recinto al aire libre de bendiciones en la Basílica; ambas llevan en sus brazos unas pequeñas cajas que en su interior portan una docena de velas multicolor, y aprovecharon el último domingo de 2020 para acudir a bendecir las velas para su Corona de Adviento en el Templo Mariano.

Este año las instalaciones de la Basílica sólo cuentan con pocos visitantes, no hay tumultos, no hubo misa presencial y el acceso para pasar a bendecir las velas les tomó unos segundos.

El llamado a los fieles por parte de las autoridades civiles y eclesiásticas es a no acudir al recinto, por eso el patio mariano luce vacío, ya que el semáforo de riesgo sanitario de la Ciudad de México se ubica en el nivel máximo: rojo.

Cristina fue a la Basílica como cada año, desde que tenía dos de edad, ya que consagrar sus velas es una tradición familiar que no podía dejar pasar, y cuenta que con mayor razón este año, donde la pandemia por Covid-19 ha azotado a la humanidad. Fue el último domingo de 2020.

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