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César Horacio Duarte Jáquez “es amante de lo bueno”. Así describieron al exgobernador de Chihuahua políticos que compartieron alguna época con el expriista.

Era el 10 de febrero de 2016, último año de su administración, y faltaban sólo ocho días para la visita del papa Francisco a nuestro país. Lacho, como le dicen amigos y familiares, vestía impecable.

Aquel miércoles portaba traje azul, camisa clara y corbata roja, sus zapatos negros estaban perfectamente boleados. Viajaba en una Suburban oscura por las calles de Ciudad Juárez y sus colaboradores y seguridad se trasladaban en otras tres camionetas.

Las altas y poderosas puertas del Cereso número 3 de esta ciudad fronteriza se abrían para recibir al entonces mandatario estatal, quien acudía para revisar que todo estuviera en orden para la visita del Sumo Pontífice, quien estrenaría y bendeciría una nueva capilla, y enviaría un mensaje a todos los reos del mundo.

Duarte Jáquez quería que Jorge Mario Bergoglio conociera que Ciudad Juárez estaba “resurgiendo de las cenizas”, después de que en 2010 fue catalogada como la ciudad más peligrosa del mundo, y además que visitara esta prisión, que también fue calificada como la más violenta e insegura de América Latina por los casi 300 asesinatos que se registraron en ese mismo año.

“Juárez está de pie y con los brazos abiertos para recibir al Papa”, decía César Duarte, quien fue el gobernador que le abrió las puertas de una prisión al Pontífice para mostrarle al mundo un México seguro y con confianza.

Quien lo conoce recuerda que César Horacio tenía un lema: “Acabar con la inseguridad de Chihuahua”, pues cuando llegó al poder era uno de los estados más violentos del país.

Fue priista por más de 40 años hasta que el pasado 30 de mayo de 2019 fue expulsado de las filas del tricolor por las acusaciones que pesan sobre él y por las cuales fue detenido este miércoles en Miami, Florida.

Como integrante del tricolor fue dos veces diputado federal: de 2000 a 2003 y de 2006 a 2009. Duarte Jáquez, quien también es fanático de los cortes de carne y un buen parrillero, también fue presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y senador de la República.

Es licenciado en Derecho por la Universidad del Valle de México y siempre fue ubicado como un hombre cercano a Emilio Gamboa. Incluso, él fue el beneficiario de que el PRI, en 2006, ayudara al PAN a hacer quorum para que Felipe Calderón Hinojosa pudiera tomar protesta como presidente de la República.

Emilio Gamboa era coordinador parlamentario del PRI y él negoció con los panistas para hacer una reforma a la Ley Orgánica de la Cámara de Diputados y la presidencia del Palacio Legislativo de San Lázaro se hiciera rotatoria, es decir, que fuera de un año para las primeras tres fuerzas políticas (PAN, PRD y PRI).

Fue entonces cuando Gamboa propuso al propio Duarte como su carta para presidir la Mesa Directiva y fue aceptado por los blanquiazules con la condición de que fuera institucional y se comportara, debido a que ese 2009 era año electoral.

Duarte aprovechó los reflectores que le dio el hecho de ser presidente del Congreso de la Unión, subió en las preferencias electorales y logró ser gobernador de su entidad, Chihuahua.

Lo describen como un hombre jovial, abierto, bueno para las relaciones públicas, bonachón y, eso sí, “como buen priista, muy institucional”. Uno de sus pasatiempos es la caminata.

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