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En 13 estados del país, las personas mayores de edad con antecedentes de adicción a la heroína consumen fentanilo, reveló el director de Investigación y Enseñanza de los Centros de Integración Juvenil (CIJ), David Bruno Díaz Negrete.

No hay estadísticas oficiales sobre el uso de este opiáceo; sin embargo, en entrevista con EL UNIVERSAL, el sicólogo social explicó que los terapeutas del CIJ han reportado casos basados en testimonios de pacientes en Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Ciudad de México, Estado de México, Guerrero, Jalisco, Morelos, Nuevo León, Quintana Roo, Sinaloa, Tlaxcala y Yucatán.

“Todo parece indicar que el fentanilo es utilizado principalmente por grupos que tienen como antecedente el consumo de heroína, no está llegando a la población más joven que prueba droga por primera vez”, aseguró Díaz Negrete.

Afirmó que es el paciente quien refiere su uso, por lo que “no tenemos manera de comprobarlo directamente. El terapeuta es el que lo registra, y a partir de un sondeo que realizamos el año pasado detectamos el consumo”.

Aclaró que todavía no se tiene un dato preciso de si el consumo es ilegal o a través de medicamentos permitidos por la ley.

“Es probable que la información esté mezclada, que haya algunos casos de fentanilo traficado ilícitamente y otros de medicamentos. No tenemos manera de diferenciarlos”, precisó el especialista.

El sicólogo social refirió que las entidades en donde hay consumo coinciden con las rutas utilizadas por las organizaciones criminales para traficar la sustancia con otras drogas sintéticas hacia Estados Unidos, las cuales se comienzan a detectar por las autoridades.

“Está realmente distribuida la referencia del fentanilo en todo el país, no hay una concentración en particular”, añadió Díaz Negrete.

Descartó que haya una epidemia en México por el uso del fentanilo; sin embargo, señaló, es un problema que se tiene que atender.

“Nosotros no queremos despreciar los problemas, porque luego las implicaciones sociales y familiares tienen altos costos aun cuando el problema no tiene una dimensión epimediológica notoria.

“No hay que descuidarlo, pero lo que puedo decir es que no tenemos evidencia de que sea un problema creciente en grandes grupos de la población. Aunque tampoco hay que negar que ya tenemos suficiente información para pensar que sí está ocurriendo el consumo de la sustancia, particularmente en usuarios de opiáceos”, sostuvo.

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