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Chicago, Illinois

El miedo, la desesperanza y la lejanía de alcanzar una reforma migratoria, son causa de que la migración hacia Estados Unidos disminuya por lo menos en los últimos dos años, consideró Carlos Jiménez Macías, cónsul de México en Chicago.

Jiménez Macías se ha encargado en los últimos cinco años de atender las necesidades de la comunidad mexicana en Chicago, entre otros.

En su opinión, desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el tema migratorio ha sido duro y ello inhibe a la gente para llegar hasta la Unión Americana.

En la zona que le toca velar por la comunidad presume que no es tan dura la situación migratoria a partir de que Chicago fue declarada ciudad santuario, es decir, que las autoridades locales no deben involucrarse en temas migratorios que corresponden a la parte federal.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el cónsul aseguró que en el tema —por ejemplo— de separación de familias, no ha afectado en lo que a su región corresponde, lo mismo que para las deportaciones de los jóvenes llamados dreamers.

¿Cuál es la situación actual que percibe en Chicago?

—Lo que hay que destacar es que la migración ha disminuido de manera importante, las medidas restrictivas que ha asumido Estados Unidos, especialmente a partir de la entrada del gobierno del presidente [Donald] Trump, ha inhibido a migrantes a venir porque asumen que es más peligroso, más difícil.

Evidentemente, el ánimo que hoy permea es de un gran temor, de una gran desesperanza, y de una posibilidad bastante alejada de alcanzar una reforma migratoria que les dé acceso a un estatus regular.

¿Han funcionado las acciones implementadas por el gobierno mexicano para apoyar a connacionales desde la llegada de Trump?

—Sí. El gobierno de México ha defendido algo que es fundamental: mostrar que las representaciones diplomáticas cada vez están más armadas para la defensa de los derechos de los migrantes y eso, frente a las autoridades que se encargan de estos temas, se convierte en una especie de barrera moral.

Hay una estrategia implementada por el gobierno mexicano que busca, justamente, inhibir el maltrato a los migrantes o las deportaciones ajenas al respeto a los derechos humanos o que realizan de formar contraria al debido proceso.

¿Los paisanos confían en el consulado mexicano?

—Creo que sí. Toda la comunidad migrante [de México] carga una serie de frustraciones y de resentimientos que están plenamente justificados, que son parte de esta sensación de abandono al haber dejado todo e ir a conquistar un país del cual ni siquiera hablaban el idioma.

El consulado tiene un rol con un contenido social importante.

La percepción que tenía un cierto sector mexicano [hacia el consulado], incluso de rechazo, con el tiempo ha ido desapareciendo.

Hay mexicanos que viven en la zozobra en Estados Unidos, no confían en el consulado.

—Ser ciudad santuario de migrantes es sin duda una enorme barrera de protección. En noviembre de 2017, el gobierno de Illinois, de origen republicano, firmó la Trust Act, eso quiere decir que impide que las policías colaboren con la autoridad migratoria.

También, impide compartir información respecto al estatus migratorio de las personas.

[La Trust Act] no excluye el que muchos de nuestros paisanos todavía no han dado el paso importante de vincularse a los movimientos de los migrantes organizados que generan mayor certidumbre.

¿La alternativa es que migrantes se integren a federaciones, clubes, sindicatos, entre otros?

—Sí, que se acerquen.

Tenemos una campaña: Acércate a tu consulado. Nosotros les pagamos, incluso, con los recursos que se dieron adicionales de protección, porque un diagnóstico migratorio cuesta.

¿A qué se refiere el término diagnóstico migratorio?

—El diagnóstico es que [los migrantes] se sienten con un abogado y le cuenten cuánto tiempo llevan [en Estados Unidos], qué han hecho, si tienen problemas legales, hijos.

¿Es parte de las nuevas acciones que se tuvieron que implementar con la llegada de Trump?

—Se reforzó mucho porque ha sido [parte de las] políticas que el gobierno [de México] ha mantenido durante estos seis años.

Realmente hay una transformación de fondo en la estrategia del trabajo consular. Los consulados se volcaron hacia la comunidad, se abrieron. Dejaron de ser tramitadores de documentos y se convirtieron en interlocutores, en defensores.

¿El tema actual de seguridad, por la situación en México, complica el cabildeo?

—Es un tema muy delicado de la agenda bilateral [entre México y Estados Unidos]. Sin duda, cruza con lo referente al tema migratorio.

En eso está colaborando mucho México con Estados Unidos, porque finalmente es un tema muy delicado. De alguna manera, en Estados Unidos tienen conciencia de que mientras no disminuyan el consumo [de drogas], la lucha va a tener victorias muy pequeñas.

En este caso, a México se le dificulta ser exitoso en el combate al narcotráfico porque el mercado ahí está.

¿La contribución económica de la comunidad mexicana en Chicago sigue siendo alta?

—La Villita es la segunda fuente de ingresos para la ciudad de Chicago, esto es reconocido por el alcalde. El nivel de contribución del PIB es muy alto por parte de nuestra comunidad. La fuerza de trabajo es alta, uno de cada seis trabajadores es migrante, de los cuales 90% es mexicano.

¿Qué tanto ha pegado la separación de familias en Chicago?

—Nosotros tuvimos pocos casos. Tiene mucho que ver con la condición de santuario y con la política intensa desde hace más de dos años de fomento a la doble nacionalidad.

¿Qué puede evitar la separación de padres de sus hijos? El hecho de que los hijos sean también mexicanos. A muchos niños los separan porque son estadounidenses solamente y él gobierno de Estados Unidos tiene potestad sobre ellos, por eso exige que los niños permanezcan aquí, porque son estadounidenses, y cómo los padres son indocumentados no se los pueden llevar.

Cuando los niños tienen doble nacionalidad, el consulado puede actuar, porque entonces ya se tiene jurisdicción sobre ellos.

En Chicago, ¿cuál es el espectro de jóvenes dreamers mexicanos que han sido afectados?

—Somos el tercero de los consulados en número de dreamers.

México ha dado pelea fuerte respecto al tema, pues es sensible y pega incluso en la comunidad anglo, hay muchísima solidaridad.

El alcalde hizo un llamado a los dreamers que quisieran venir a Chicago para sentirse protegidos.

¿Es viable la implementación de la austeridad en un consulado?

—La hemos tenido que aplicar, sobretodo en este último año. Ha sido una política de parte del gobierno.

[La austeridad] obviamente es parte de una estrategia que es comprensible, realmente al final, en el cierre de los gobiernos, sucede siempre.

Pienso que los recursos para los consulados nunca serán suficientes, la demanda es tan alta.

Si nos ponemos a pensar en que nosotros atendemos entre 500 y 600 paisanos al día, a las personas que les damos apoyo legal, a las que ayudamos con traslado de restos, repatriaciones voluntarias que nosotros acompañamos, los casos de violencia intrafamiliar, en fin, no hay dinero que alcance.

La percepción social es de dispendio económico en las representaciones diplomáticas, el próximo gobierno va por la austeridad.

—La función de protección de los connacionales en el exterior es algo que ningún gobierno puede evadir o incluso disminuir.

Por el contrario, la comunidad mexicana migrante exige cada vez una mayor atención a partir de la enorme contribución que hacen a la economía a través de las remesas. También la exigen porque son una comunidad trabajadora que ha sido parte fundamental de la grandeza de Estados Unidos y saben que ellos están contribuyendo mucho al desarrollo de México desde aquí, por lo tanto sienten que tienen, y yo creo que sí la tienen, la calidad moral para demandarle al gobierno una mejor atención a sus necesidades como migrantes.

Yo creo que todo gobierno tiene que hacer una enorme énfasis en la atención a los migrantes, somos una nación con una diáspora impresionante. Somos un país binacional, y por lo tanto, la visión del gobierno tiene que ser siempre en esa dirección: asumirse como país binacional y tener políticas públicas justamente con una visión en ese sentido y dentro de esas políticas.

Una [política] fundamental es el fortalecimiento de los servicios consulares en Estados Unidos.

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