San José. – Consolidados como bases de los cárteles mexicanos del narcotráfico mundial, puentes de la masiva migración irregular del sur al norte de América y focos de la violenta y creciente inseguridad criminal, Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice recibirán esta semana al presidente en un viaje que afianzará a Centroamérica como vecino clave de México y… de Estados Unidos.

López Obrador visitará países que, como El Salvador y Guatemala, sufren un deterioro democrático y que, con Honduras y Belice y por su cercanía con suelo mexicano, son de interés geopolítico inmediato para México como fuentes de corrientes migratorias irregulares, de inseguridad regional y del flujo de la narcoactividad.

Un factor esencial de la gira de López Obrador, de izquierda, sería que los presidentes de Guatemala, Alejandro Giammattei, y de El Salvador, Nayib Bukele, ambos derechistas, la aprovechen para desmentir que estan aislados de la comunidad internacional.

Leer también: 

“Bukele sí puede utilizar esta visita para promover su imagen”, advirtió el abogado salvadoreño Eduardo Escobar, director ejecutivo de Acción Ciudadana, organización no estatal de San Salvador de análisis político.

“Pero promoverla a lo interno de El Salvador. Sin duda. De decirle él a la ciudadanía: ‘Nuestro liderazgo está siendo reconocido, está generando cosas buenas para el país’. Creo que Bukele eso sí lo va a explotar”, explicó Escobar a EL UNIVERSAL.

“El gobierno salvadoreño puede aprovechar esta visita del presidente de México para refrendarle a la ciudadanía que el liderazgo de Bukele es reconocido en la región. Venderle a la gente la idea de que sí hay amigos todavía en la comunidad internacional que respetan a Bukele y están asombrados por El Salvador”, agregó.

Acusado por sus opositores de ser un autoritario con afanes de dictador, con el mando de los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral y de las fuerzas militares y policiales, Bukele implantó el 27 de marzo anterior un estado de excepción para combatir la inseguridad de las maras.

En la presidencia por cinco años a partir de junio de 2019, Bukele mantiene medidas que impiden el libre ejercicio del periodismo, en un escenario de pánico callejero con arrestos arbitrarios.

Salvavidas

La presencia de López Obrador en Guatemala “dará un respiro muy importante a Giammattei: resulta como un salvavidas político para el presidente”, dijo el administrador guatemalteco Carlos Barrios, secretario general de la exguerrilla izquierdista Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).

“La comunidad internacional sabe que Giammattei se inmiscuye en la Fiscalía General, retarda la elección de magistrados a la Corte Suprema de Justicia y está en procesos viciados que aíslan internacionalmente a Guatemala. Por su mala gestión, no goza de apoyo popular: hay más corrupción cada día”, narró Barrios a este periódico.

“La llegada de López Obrador es estratégica para Giammattei… más que para Guatemala”, destacó.

Asediado por escándalos de presunta corrupción por supuestos y confusos nexos con negociantes rusos y narcotraficantes regionales, Giammattei recibió reiterados cuestionamientos de que se coludió con la Fiscalía de su país para entorpecer las indagatorias en su contra. El guatemalteco asumió un cuatrienio en enero de 2020.

Bukele y Giammattei rechazaron las acusaciones. EU lanzó repetidas alertas por la descomposición institucional democrática en ambas naciones y designó a funcionarios de los dos países en listas negras de corruptos.

Honduras, entre tanto, se ganó en el siglo XXI una fama como “narco—estado” y todavía padece el trauma político por la extradición en abril anterior a Nueva York del ex presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, acusado de traficar 500 toneladas de cocaína de 2004 a 2022 por Centroamérica y México rumbo a EU aliado al Cártel de Sinaloa, una de las más poderosas mafias mexicanas.

Leer también:

Mientras, Belice, tercera frontera de México, registró 29.1 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2021, solo superada por Honduras y en azote por las disputas de pandillas criminales como plataforma de los cárteles mexicanos.

Belice se convirtió al menos en los últimos 25 años del siglo XX en trampolín del narcotráfico del sur al norte de América como escala de aeronaves que llevan cocaína desde Colombia y Venezuela para reexportarla a México por tierra y pasarla a EU.

Por un lado, de Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice procede el ingreso masivo de migrantes irregulares centroamericanos, cubanos, haitianos, suramericanos, africanos y asiáticos a México en viaje terrestre a EU.

Por el otro, son puntos cruciales de los cárteles mexicanos, en especial Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, para introducir cocaína a México y redirigirla a EU.
Las maras Salvatrucha (MS—13) y Barrio o 18 (M—18) están asociadas a los dos cárteles en Guatemala, El Salvador y Honduras. El nexo de los traficantes mexicanos en Belice se forjó con las violentas pandillas locales.

El recorrido