Minsk, Bielorrusia.— “¡Vete!”, corearon alrededor de 200 mil personas, todas ellas opositoras al presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, mientras caminaban por la céntrica avenida de la Independencia.

Ayer, el jefe de Estado de Bielorrusia intentó mostrar que goza del apoyo popular, al efectuar un mitin con decenas de miles de simpatizantes y rechazando cualquier posibilidad de repetir las elecciones que le otorgaron un sexto mandato. Pero sus opositores realizaron una manifestación mucho más grande.

Lukashenko, quien ha gobernado la exrepública soviética de 9.5 millones de habitantes desde 1994, arremetió contra Occidente y declaró ante su público que el país “perecería como Estado”, si los comicios se rehacen.

Unas 50 mil personas escucharon a Lukashenko en una plaza aledaña al principal edificio de gobierno en la capital Minsk, pero mientras hablaba, multitudes de simpatizantes de la oposición acudieron cerca de su mitin, a 2.5 kilómetros de distancia. Fue el octavo día consecutivo de protestas antigubernamentales.

Aquellos inconformes exigieron la salida del poder del presidente bielorruso, reelegido hace exactamente una semana y que hizo oídos sordos ante las manifestaciones. Con flores y vestidos de blanco, los participantes ondeaban banderas blancas y rojas, los colores históricos de la oposición.

Daria Kujta, de 39 años, vino con sus seis hijos: “Pienso que hay una nueva Bielorrusia que está naciendo y estoy tan feliz de poder verlo con mis propios ojos”, dijo. A su lado, Alla, de 55 años, no quiere oír hablar de nuevo de Lukashenko: “Estoy harta de sus mentiras y de su dictadura”, manifestó.

Respondiendo al llamado de la líder opositora, Svetlana Tijanóvskaya, principal rival de Lukashenko en las presidenciales, los bielorrusos también protestaron en otras ciudades del país.

Durante sus 26 años en el cargo, Lukashenko ha reprimido a figuras de oposición y a los medios de comunicación independientes, pero este año, manifestantes hartos del declive en el nivel de vida en el país y de que el jefe de Estado haya minimizado la pandemia de Covid-19 representó el mayor desafío para su gobierno.

En su acto, el presidente bielorruso expresó a sus seguidores: “Queridos amigos, los he llamado aquí no para que me defiendan, sino para que, por primera vez en un cuarto de siglo, aboguen por su país y su independencia”.

Después alegó que las potencias de Occidente estaban reuniendo unidades militares en países a lo largo de las fronteras occidentales de Bielorrusia, y denunció insinuaciones de algunas naciones occidentales de que el país debería repetir los comicios presidenciales del 9 de agosto, que los partidarios de la oposición consideran fraudulentos. Según resultados oficiales, Lukashenko obtuvo 80% de votos.

“Si lo hacemos [convocar de nuevo a elecciones], perderemos el control para siempre, pereceremos como Estado”, predijo. “Hemos construido un bello país... ¿A quién quieren entregarlo? Si alguien quiere entregar al país, ni muerto lo permitiré”, afirmó.

Oana Lungescu, vocera de la OTAN, rechazó que Occidente esté acumulando tropas en la zona: “La presencia multinacional de la OTAN en la parte oriental de la alianza no es una amenaza para ningún país”, expuso. “Es defensiva, proporcionada y diseñada para evitar conflictos y preservar la paz”.

Miles de personas han sido detenidas en las protestas posteriores a las elecciones, que la policía ha tratado de dispersar con porras, balas de caucho y granadas aturdidoras; el día jueves fueron detenidas más de 6 mil 700 personas, hubo cientos de heridos y al menos dos muertos. El ministro del Interior, Yuri Karaev, admitió ayer que uno los fallecidos en Minsk habría podido ser alcanzado por un “arma no letal”.

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