Durante años, Steve Bannon , quien fuera estratega del expresidente estadounidense , pronosticó que Italia sería “el laboratorio mundial” de la revolución populista nacionalista.

De entonces a ahora, han pasado muchas cosas, y el Movimiento que Bannon quiso impulsar en Europa vino a menos, entre otras cosas, por las acusaciones de posible injerencia y los problemas el propio Bannon en Estados Unidos, donde hoy está acusado de fraude financiero por un caso relacionado con la construcción del muro en la frontera con México.

Sin embargo, el triunfo de Giorgia Meloni y la ultraderecha de Matteo Salvini en Italia , dos de sus “alumnos” más fervientes, da nuevos bríos a las teorías del exbanquero de inversión devenido en “gurú”.

“Por años he dicho que Italia es el laboratorio mundial para la revolución populista-nacionalista. El mundo necesita observar con mucha atención a Giorgia Meloni, y tomar nota. Ella va a transformar a Italia de un desastre en bancarrota, de un país estancado, en la economía más fuerte de Europa, con empleos y prosperidad para todos”.

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Un futuro tan promisorio se antoja aún complicado, lejano, en un país sumido en una profunda crisis económica, con la inestabilidad política como rasgo casi típico.

Aun así, los resultados de la ultraderecha han sorprendido a los europeos, que ven con preocupación una ola populista que en Suecia llevó a los Demócratas antiinmigrantes , con raíces neonazis, a obtener la segunda mayor proporción de escaños en las elecciones generales y que en Francia impulsó a la Agrupación Nacional de Marine Le Pen a conseguir 10 veces más escaños que en las elecciones anteriores, complicando al gobierno de Emmanuel Macron.

Durante algún tiempo, Bannon intentó llevar su movimiento a todos estos países europeos, sin conseguirlo. De hecho, una de sus alumnas favoritas, Le Pen, le dio un duro golpe cuando, viendo la necesidad de moderar su postura, lanzó: “Bannon no tiene nada qué hacer para salvar a Europa”.

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En Italia, en cambio, fue escuchado por figuras clave. Aunque su relación con Meloni no ha sido tan cercana como con Salvini, a quien en su momento vio como posible líder de su Movimiento populista de derecha, junto al húngaro Víctor Orbán, Meloni ha sido una digna pupila del estratega, quien la comparó en una entrevista con The Times of London nada menos que con la primera ministra británica, Margaret Thatcher.

“Como Thatcher, enfrentará oposición, pero al igual que Thatcher, ella ganará. Y al igual que Thatcher, la historia demostrará que ella está en lo correcto”, dijo.

Meloni, líder de los Hermanos de Italia, una agrupación posfascista, y admiradora declarada de Benito Mussolini, habló de Bannon como un “aliado” con el que “compartimos ideales. Necesitamos escuchar lo que él dice”.

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¿Qué quiere Bannon?

El Movimiento creado por Bannon, con sede en Bruselas, pretende unir a los populistas de derecha en Europa y cambiar la forma en que existe la Unión Europea . Nacionalismo, proteccionismo económico, rechazo a la migración, a las “disidencias sexuales”, guerra a todo lo que socave a la familia, entendida en el sentido tradicional.

Meloni comparte muchos de estos ideales, sobre todo en lo que respecta a la política interna, al proteccionismo económico, de la familia conservadora, y sus críticas a la política de puertas abiertas a la migración.

¿Triunfó Bannon?

Sin embargo, eso no quiere decir que el Movimiento, como fue concebido por Bannon, esté asentándose en Europa. Por varias razones: la crisis desatada por el Brexit , y la actual guerra de Rusia en Ucrania, han mostrado las fortalezas de una Europa unida, actuando en bloque.

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Cierto que hay diferencias entre los países y que, en medio de la crisis económica por la que atraviesan los europeos, algunos líderes buscan defender los intereses nacionales sobre los europeos. Pero nada que se asemeje a un intento por subvertir a la Unión Europea.

Otro factor son las diferencias que hay entre las derechas europeas. No es lo mismo la de Hungría que la de Polonia, la de Suecia o la de Italia.

Y un último elemento, clave, es la relación que hay entre avance de la ultraderecha europea y la moderación de sus líderes. Lo hizo Le Pen en Francia y lo ha hecho Meloni en Italia. Pese a sus críticas a la Unión Europea, ambas son conscientes de que necesitan de la ayuda del bloque, y de que entre más radicales, menor cuota de votos consiguen. Muchos de los votantes de la dirigente francesa, como de la italiana, no son ultraderechistas, sino centristas cansados del fracaso de sus gobiernos en mejorar su situación, en escuchar sus reclamos y atender sus necesidades. Eso lo captaron muy bien, ambas.

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La Unión Europea cuenta, además, con mecanismos para frenar cualquier radicalismo de sus miembros, como ya se ve en el caso de Hungría.

Así que el triunfo de Meloni tiene, para Bannon, un sabor agridulce. En América Latina, donde el presidente Jair Bolsonaro era su ficha, está a punto de quedar fuera del poder y Brasil de ver el regreso de la izquierda.

Lo que pasó en Italia, en Suecia, en Francia, podría ser un motor de impulso para El Movimiento de Bannon. Pero a los factores ya mencionados se añade un último: el estratega principal está ocupado atendiendo sus asuntos legales y todo apunta a que eso lo mantendrá entretenido un buen rato más.

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aosr/rmlgv

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