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Bruselas. La instrucción de avanzada a las fuerzas ucranianas para iniciar la campaña dirigida a recuperar los territorios arrebatados por los rusos no vendrá del centro de mando militar en Kiev, sino de las casas armamentistas de Estados Unidos y Europa.
Miles de soldados ucranianos, algunos de ellos adiestrados por fuerzas armadas de los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), llevan meses esperando la orden para iniciar la contraofensiva que tiene como meta generar las condiciones para obligar a Moscú a negociar un alto al fuego y posteriormente la paz.
Sin embargo, la comunicación de mando no llegará hasta que las tropas del presidente Volodimir Zelensky tengan suficientes elementos para creer que podrán prevalecer en el campo de batalla. Hay gran demanda por proyectiles de 155 mm para obuses, así como cargas de 120 mm para mortero, de acuerdo con el Ministerio de Defensa de ese país.
La guerra del presidente ruso Vladimir Putin ha terminado por convertirse en una de trincheras y la victoria no dependerá de la habilidad para romper las filas rivales, sino del poder de la artillería y la capacidad de mantener el fuego por un plazo indeterminado.
La guerra arrancó con una enorme disparidad en capacidad de fuego. La artillería rusa dispara unas 20 mil descargas diarias, mientras que las tropas rivales entre cinco y diez mil unidades.
Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea han venido suministrando municiones y misiles a las fuerzas ucranianas, incluso más sofisticados y precisos que los que tiene Rusia en su arsenal; aunque no en los números requeridos por Zelensky.
El choque militar exhibió que los aliados no estaban preparados para patrocinar a un país tercero en una guerra de alta intensidad. Los europeos, en particular, adaptaron sus Fuerzas Armadas a un contexto en el que parecía inimaginable el retorno de los conflictos territoriales en el Viejo Continente.
Durante un periodo prolongado, las naciones europeas dejaron de invertir en defensa, primero como resultado del fin de la Guerra Fría y después como consecuencia de la crisis financiera de 2007-2008. Ese último año en conjunto gastaron 183 mil millones de euros, mientras que en 2014 únicamente 159 mil. El nivel de gasto registrado en 2006, volvió hasta 2019, 190 mil millones.
La evolución de la defensa europea contrasta con la de otras potencias, indica un análisis publicado por la Comisión Europea sobre la brecha en inversión en defensa y el camino a seguir. El documento divulgado en mayo del año pasado, sostiene que el gasto combinado de la UE aumentó 19.7% de 1999 a 2021, frente al 65.7% de Estados Unidos, 292% de Rusia y 592% de China. La Agencia Europea de la Defensa estima que si todos los Estados miembros hubieran gastado 2% de su PIB en defensa, y de ese monto hubieran invertido el 20% en desarrollo de capacidades unos 270 mil millones se habrían inyectado en la industria.
Esto explica por qué los almacenes bélicos de las armadas europeas no tienen capacidad para atender los pedidos en los montos solicitados por Zelensky.
La baja en los presupuestos estatales, impactó simultáneamente en las empresas del sector de la defensa. Para subsistir, mantuvieron a flote las líneas de producción dirigidas a satisfacer los clientes nacionales y se concentraron en el desarrollo de artículos de alta tecnología para preservar su competitividad.
Al momento de recibir las solicitudes de apoyo para Ucrania, la producción de la base tecnológica e industrial de la defensa europea se encontraba sin posibilidad de suministrar los productos de apremiante necesidad, como munición tierra-tierra, de artillería y misiles.
Si bien la decisión al más alto nivel ya fue tomada en la Unión Europea para cubrir los arsenales domésticos agotados y apoyar a Ucrania por el tiempo que sea necesario, resucitar las capacidades de la industria de defensa europea es un proceso que requiere tiempo, al implicar recursos humanos, maquinaria, gestión de la cadena de suministro y acceso a materias primas estratégicas.
También hay necesidad de cambios estructurales en el mercado interno, como eliminar los cuellos de botella existentes para permitirle al sector producir más y con mayor rapidez.
A estas dificultades se añaden los problemas que enfrentan otras industrias, como el alza de los precios de los energéticos, la escalada inflacionaria y la escasez de mano de obra. Un reto adicional es su perfil, se compone de varias pymes y empresas de mediana capitalización, con capacidad limitada para competir en el voraz mercado de las materias primas clave.
El Centro de Estudios Estratégicos de La Haya considera que la disponibilidad de elementos usados para la producción de cartuchos, explosivos y municiones, como el aluminio y el grafito, supone “un gran riesgo para todo el sector”.
“Sí, tenemos un desafío. Sí, tenemos un problema”, declaró en febrero el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg. Afortunadamente, "tenemos una estrategia para enfrentarlo", añadió.
De arranque, algunos países comenzaron a revivir algunas fábricas que se encontraban en el olvido. Por ejemplo, la planta de la firma Terem localizada en la ciudad búlgara de Kostenets, está produciendo nuevamente proyectiles de estilo soviético de 122 mm luego de permanecer inactiva durante 35 años.
Por su parte, el gobierno alemán compró una vieja fábrica para producir a partir del verano la munición que requieren los vehículos blindados Gepard enviados a Kiev.
A corto plazo, la Comisión Europea pretende adquirir conjuntamente municiones, como ocurrió durante la pandemia en el ámbito de las vacunas. Para la ejecución del reglamento en proceso legislativo, asignó 500 millones de euros para el periodo comprendido entre la fecha de su entrada en vigor y el 3 de junio de 2025. Diversas fuentes estiman que unas 12 empresas fabrican en la Unión Europea patrones de 155 mm, al igual que Noruega.
Como los europeos, Estados Unidos se ha topado con limitantes, debido a que también su industria operaba a “velocidad de paz”, indica el Center for Strategic and International Studies (CSIS). Washington además de Ucrania, tiene que pensar sobre la probabilidad de un conflicto en Asia ante la amenaza latente de China sobre Taiwán. El CSIS considera la munición de largo alcance y de alta precisión disponible en el arsenal norteamericano como un importante elemento disuasivo frente al gigante asiático, de allí que no esté transfiriendo misiles tácticos, entre otros los ATACMS, como solicita Kiev.
Los gobiernos europeos llegaron a pensar que la relación entre defensa e industria era como una empresa que compraba un coche, es decir, cada vez que requería un modelo nuevo lo mandaba a hacer y esperaba.
“Ahora entendemos que para nuestra seguridad necesitamos producir de manera permanente las principales armas que usamos”, afirma el Canciller alemán, Olaf Scholz, quien el año pasado marcó un punto de inflexión al inyectar 100 mil millones de euros adicionales a la defensa teutona.