San José

Con el riesgo de perecer por asfixia, tres de los más importantes pulmones de América Latina y el Caribe: la Amazonia, el Tapón del Darién y la Reserva de la Biosfera Maya, se encuentran en peligro.

La alarma se volvió a encender desde hace más de tres semanas por los incendios que están devastando extensos sectores de la Amazonia, una jungla que es mundialmente clave por su capacidad de asimilar gases de efecto invernadero, lo que representa un amortiguador para el cambio climático.

Pero las amenazas también se ciernen sobre otras dos zonas que son cruciales, como el Tapón y la Reserva. Al describir que la pérdida de bosques en el Darién es de 11.6 hectáreas al día o más de 4 mil al año, el ministro de Ambiente de Panamá, Milciades Concepción, admitió que “eso es demasiado para una de las pocas provincias que tiene cobertura forestal y una rica biodiversidad”.

Con apenas medio centenar de funcionarios desplegados en el Darién, el Ministerio de Ambiente es incapaz de combatir la depredación, reconoció.

El Tapón es una muralla natural de unos 21 mil kilómetros cuadrados de tupida vegetación, jungla, pantanos, montañas y múltiples accidentes geográficos que comparten Colombia y Panamá, y que impide que el sur y el norte de América sean unidos por la Carretera Interamericana. Si el ritmo de deforestación persiste, en 20 o 30 años será innecesario abrir el Tapón y construir una carretera, porque ya habrá una autopista, advirtió Concepción.

Colindante con los océanos Atlántico y Pacífico, el Tapón se extiende del norte de los departamentos (estados) colombianos del Chocó y Antioquía a la oriental provincia panameña del Darién y a comarcas indígenas y comunidades.

El Tapón es utilizado por los narcotraficantes para el contrabando de cocaína de Colombia y Ecuador a Panamá, para enviar la droga por tierra y por mar al resto de Centroamérica en ruta a México y Estados Unidos. La zona también es apetecida por la industria petrolera.

El gobierno de Panamá reveló en 2011 que, de acuerdo con estudios científicos, en el Darién hay reservas por 900 millones de barriles de petróleo y que el Estado panameño recibiría más de 20 mil millones de dólares en ganancias por los 90 mil millones de dólares que generaría la inversión de las petroleras.

La explotación se ejecutaría fuera de zonas naturales protegidas del Darién aledañas al Pacífico, como las cuencas de Garachiné-Sambú, de 7 mil 410 kilómetros cuadrados, y Bayano-Chucunaque-Atrato, de 7 mil 630. El área protegida del Darién es de 5 mil 790 kilómetros cuadrados, en el lado panameño.

Después de la Amazonia, los bosques del Darién y los de la Reserva Maya, bordeada por México por el norte y el oeste, y por Belice por el este, ubicada en la norteña región guatemalteca de Petén, son el segundo pulmón más importante.

El avance de la frontera agrícola y los incendios son las principales amenazas sobre la Reserva, dijo el guatemalteco Marvin Martínez, jefe regional en Petén del (estatal) Consejo Nacional de Áreas Protegidas de Guatemala.

Asedio constante. Una de las zonas más perjudicadas es el Parque Nacional Laguna del Tigre, gigantesca riqueza de la Reserva de la Biosfera Maya cercana a la frontera de Guatemala con México, que es la mayor reserva natural de Guatemala y el segundo humedal más importante de América Latina, después de El Gran Pantanal, en la Amazonia. Pantanal cubre la parte occidental de Brasil, se prolonga a Paraguay y Bolivia y está siendo devorado por los incendios.

La Reserva y, en particular, la Laguna del Tigre, son acosados por mafias mexicanas del contrabando de droga, que provocan incendios para improvisar pistas clandestinas de aviación y recibir aeronaves cargadas de drogas. El gobierno guatemalteco denunció que una ola de incendios en 2017 en ese sitio fue ocasionada por pobladores contratados por los cárteles mexicanos de Sinaloa y Los Zetas.

El asedio también es de otras redes del crimen organizado, como las de traficantes de personas, armas, maderas preciosas o animales protegidos, por la apertura de trochas, la toma de terrenos y la incursión ganadera, según fuentes oficiales guatemaltecas.

Con 21 mil 602 kilómetros cuadrados, la Reserva es el espacio natural protegido más grande de Guatemala y abarca la mitad norte del departamento de Petén. El Parque Nacional tiene nidos de agua, lagunas, pastos naturales, bosques inundados, manglares, zonas con agua dulce y aves migratorias.

Por múltiples impactos, la cantidad de bosque bajó de 1.57 millones de hectáreas en 2000 a 1.31 millones en 2017, según el Consejo.

Al aclarar que “tampoco nos corresponde enfrentar al narcotráfico”, Martínez explicó a EL UNIVERSAL: “El peligro es constante”.

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