San José.— Acusado de violar las libertades y el Estado de derecho y de ser incapaz para sofocar más de ocho días de protestas en un paro de transportistas en varias zonas de Perú, el presidente peruano, Pedro Castillo, agudizó la fragilidad de su gobierno al imponer anteayer un toque de queda que rigió ayer sólo en Lima y el vecino puerto de Callao, pero que aglutinó al abanico de opositores políticos en un clamor: la dimisión del gobernante.

Asediado por el descontento, Castillo compareció ayer en el Congreso de Perú y se vio obligado a ceder y suspender el toque de queda, mientras en los alrededores del recinto legislativo había violentos choques entre ciudadanos y policías. Sin anunciar otras acciones, Castillo se retiró del Congreso pese al pedido de opositores de que se quedara.

La renuncia de Castillo “se hace necesaria”, pidió el politólogo peruano Fernando Tuesta, profesor de Ciencia Política de la (no estatal) Pontificia Universidad Católica de Perú y jefe de la Misión de Visitantes Extranjeros de la Organización de Estados Americanos (OEA) en un referendo revocatorio presidencial que se realizará el próximo domingo en México.

“El presidente ya infringió la Constitución, como último eslabón de una seguidilla de desaciertos. Su permanencia es sólo garantía de inestabilidad,  desgobierno y mantención de los ductos de la corrupción. Su renuncia se hace necesaria” para avanzar a “nuevas elecciones”, recalcó Tuesta vía WhatsApp a EL UNIVERSAL: “El país amanece sorprendido de una medida tomada imprevista, inoportuna e inconstitucional de un gobierno que no sabe —y que no supo nunca— qué hacer, salvo los aventureros que trepaban como piratas al barco del Estado en busca de tesoro. Hay que defender el orden constitucional a toda costa”.

Con al menos cuatro muertos, Perú cumplió ayer más de ocho días de conmoción por un paro de transportistas que protestan por el aumento en las tarifas de los combustibles por efecto de la guerra de Rusia en Ucrania. La movilización se registró de Junín, en el centro del país, a Cusco y Ayacucho, en el sur, y a áreas en el litoral del océano Pacífico, y se agravaron en Lima y Callao.

En un mensaje al país a las 23:40 horas de anteayer, Castillo anunció que el Consejo de Ministros “decretó el estado de emergencia, suspendiendo los derechos constitucionales relativos a la libertad y a la seguridad personal, la inviolabilidad del domicilio y la libertad de reunión y tránsito a la provincia de Lima y Callao”. Antes de ser suspendido, el estado de excepción fue declarado de las 02:00 a las 23:59 horas y, según Castillo, para “resguardar los derechos fundamentales de todas las personas”. Aunque el gobierno intentó con el decreto evitar caos callejero, ayer hubo protestas en la capital y en otras zonas con “cacerolazos”. Las protestas por el toque de queda derivaron anoche en un ataque contra la sede del Poder Judicial.

El Defensor del Pueblo de Perú, Walter Gutiérrez, planteó en el Poder Judicial un recurso contra el decreto. Castillo asumió el 28 de julio de 2021 para un mandato de cinco años. Sin cumplir un año en el poder, ya enfrentó y superó dos procesos de destitución en el Congreso.

“Al tomar una medida tan radical [el estado de emergencia] e impopular, hay visos de desesperación en el gobierno. Sin idea de cómo manejar un gabinete de crisis, hay una resistencia en la población contra Castillo”, afirmó a este diario el abogado y politólogo peruano Josef Zielinski, profesor de Ciencias Políticas de la (no estatal) Universidad de Lima: “La desesperación se basa en la falta de capacidad de gestión en el gobierno, que enfrenta una reacción negativa”.

Al parafrasear el poema Del pasado efímero, del poeta español Antonio Machado, advirtió que Castillo “no es  de ayer  ni es  de  mañana, sino de nunca; de la cepa hispana  no es  el fruto maduro  ni  podrido,  es  una fruta vana (...) Esa alegoría es justamente Castillo: absoluta incapacidad para gobernar. No puede ser calificado como gobierno malo: es gobierno vano. Llegar a una medida [estado de emergencia] tan extrema, torpe, sin análisis profundo y sapiente y fruto de la desesperación lo demuestra. No sé quién lo asesora. Son personas sin ninguna capacidad de gestión”.

El toque de queda “es la punta de un gobierno incompetente y corrupto”, narró el analista político, columnista y periodista peruano César Campos a este medio: “El peor coctel en política es combinar corrupción con incompetencia. Genera una enorme ola de protestas y reclamos para que Castillo termine su gestión y se adelanten las elecciones”. Aunque el toque de queda se suspendió, la tensión política tampoco cesó.

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