Miami

El 13 de marzo, el presidente estadounidense Donald Trump anunció oficialmente a sus conciudadanos que entraban en emergencia nacional debido a la pandemia del coronavirus. Han pasado más de 70 días y aunque el mandatario autorizó a los gobiernos estatales a reabrir economías a principios de mayo, cada gobernador ha hecho su propia evaluación antes de volver a la “nueva normalidad”.

La ciudad de Miami retrasó su apertura debido a los índices de infecciones y fallecidos, pero algunos negocios reabrieron ya sus puertas.

“Trump no creía en la gravedad del virus y fue un poco a regañadientes que tuvo que dar la declaración de emergencia; tenía mucha presión encima, pero aun así, muchos coincidimos en que lo hizo tarde”, dice a EL UNIVERSAL el analista Hernán Molina; “médicos especialistas aseguran que decenas de vidas podrían haberse salvado si el presidente hubiera reaccionado antes”.

Por ello, muchos gobernadores y alcaldes han actuado con cautela a la hora de reabrir. “Para entender bien cómo se ha estado manejando la apertura de las economías de cada ciudad en la Unión Americana, es importante comprender que en Estados Unidos hay cuatro niveles de gobierno: federal, estatal, condado y ciudad; es decir, existen dos niveles de alcaldes: el de cada condado y los de cada ciudad de ese condado.

El alcalde de Miami-Dade, por ejemplo, gobierna las áreas no autónomas. Mientras que cada alcalde de ciudades como Miami, Miami Beach, Hialeah, Doral, etcétera, gobiernan y administran sus propias áreas”, explica Molina.

En Florida, el condado Miami Dade ha sido el más afectado por el coronavirus. La ciudad de Miami ha ido reabriendo los negocios no esenciales desde el pasado 18 de mayo, siendo los restaurantes, bares, centros comerciales e iglesias los más valorados. También las playas pero, aunque en casi toda las costas de la Florida han reabierto, la gente no puede quedarse a asolear, o sentarse a platicar en la arena.

“Miami Beach ha sido la última autorizada en abrir, a partir del 1 de junio, porque las autoridades quieren estar seguras de que las personas van a acatar las normas de seguridad y no van a volver a convivir, en grandes grupos, como si no pasara nada”, comenta un policía local que prefiere no dar su nombre.

“Miami Beach es de gran tradición y debemos poner el ejemplo”, señala. Una vez abiertas las playas de Miami Beach, al igual que en toda Florida, de momento sólo pueden ir a caminar, a correr o andar en bicicleta; sin embargo, el pasado domingo, Día de los Caídos, cuando se recuerda a los soldados estadounidenses muertos en guerras, lo que se vio en diversas costas, albercas de hoteles y parques fueron grandes aglomeraciones de personas, la gran mayoría sin tapabocas y sin guardar la distancia social.

Y mientras restaurantes están abriendo, lo que las autoridades cerraron para beneplácito de turistas y residentes fue la icónica Ocean Drive Street para convertirla, al menos de momento, en un área peatonal donde además de caminar y correr, están permitidas bicicletas, patines y transportes no motorizados.

Ir hoy a un restaurante o bar en Miami, Miami Beach o cualquier otra ciudad de la Florida es acostumbrarse a lo que llaman la nueva realidad, al menos hasta que exista una vacuna y los especialistas señalen que el coronavirus ha sido vencido o por lo menos controlado.

“Todo el personal hemos sido reentrenados para atender al público”, dice a este diario Erasmo Silva, de origen venezolano, dueño de un restaurante de la ciudad de Miami. “En las mesas no pueden haber más de seis personas sentadas, cada mesa debe estar a un mínimo de 6 pies, un metro 80 centímetros, de distancia [respecto de las otras] y en el bar sólo dos asientos pueden estar juntos y la distancia entre unos y otros es igual”.

La mesera Sofia Requeña, de origen venezolano, comenta que “los platos, cubiertos, copas y vasos se ponen sobre la mesa hasta que los comensales ya están sentados y para que al verlo se sientan seguros de la limpieza”. Todos y cada uno de los empleados en los restaurantes llevan tapabocas, guantes y, a veces, una careta de plástico transparente también. Los menús son desechables. Los restaurantes están autorizados a operar a 25% de su capacidad en áreas internas y al 50% en áreas externas.

En los centros comerciales, las diversas tiendas, independientemente de su giro, han implementado también el uso obligatorio de tapabocas para sus empleados y guardan la distancia social.

“Siempre hemos considerado que el contacto con el público es muy importante, aunque nos damos cuenta de que puede ser riesgoso, así que estamos aprendiendo a atender y a vender en esta nueva realidad”, comenta Aracely Roque, de origen colombiano; “menos mal que todos comprendemos y estamos dispuestos a poner de nuestra parte para que podamos seguir haciendo nuestras vidas lo más normal posible”.

“Hemos sido muy estrictos en la limpieza del mall, continuamente estamos supervisando”, dice Mauro Olivere, Gerente del Wetsland Mall en Miami; “contratamos más personal para eso precisamente y también supervisamos que los empleados de los distintos giros cumplan con las normas de tener su mascarilla puesta y estar a la distancia de compañeros y clientes”.

Uno de los lugares más sensible de todos es el Aeropuerto Internacional de Miami (MIA, por sus siglas en inglés). “Ha comenzado a multiplicarse el número de viajeros, de 5 mil que se veían en promedio antes de la apertura, el pasado 18 de mayo, hoy podemos ver alrededor del doble, diariamente”, observa Indira Almeida, portavoz del MIA.

“Estamos acostumbrados a ver entre 120 y 130 mil pasajeros diarios, pero esperamos que las cifras vayan incrementando día a día”.

En éste, como en otros aeropuertos, las normas cambian. “Es obligatorio presentarse con su mascarilla y nosotros lo que también hemos estado haciendo, en las áreas como el registro de los tickets, las filas para pasar seguridad y en otras de interés, estamos marcando en el piso dónde debe situarse cada pasajero para cumplir con el distanciamiento”. En el aeropuerto se colocaron separadores transparentes plásticos para evitar lo más posible el contacto entre pasajeros y personal del aeropuerto. Las autoridades aeroportuarias de EU han pedido que los viajeros lleguen 3 o 4 horas antes de su vuelo.

Mientras tanto, las diócesis de Los Ángeles, en California, y de Nueva York, seguidas de sus iguales en el resto del país, así como los demás cultos religiosos en Estados Unidos, recibieron autorización estatalmente a abrir las puertas de sus iglesias, templos o áreas de rezo a partir del 26 de mayo.

También ahí, hay una nueva realidad. Los fieles en las iglesias católicas “deben sentarse guardando la sana distancia, de 1 metro 80 centímetros, entre unos y otros, lo que hace que sólo se pueda recibir a 25% [de la capacidad total del inmueble]; no hay agua bendita donde mojar los dedos, no se pueden dar la mano a la hora del saludo sacramental y la ostia consagrada la entrega el cura en las manos de sus feligreses, quienes no se forman y esperan sentados a que pase el padre”, informó la Arquidiócesis de Miami.

Las autoridades de los diversos condados de Florida y, en general, de EU dieron a conocer que podrían volver a cerrar algunas áreas si no se respetan las recomendaciones de la nueva realidad.

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