Paris.— El presidente de Francia, Emmanuel Macron (centrista), y la ultraderechista Marine Le Pen arrancaron nuevamente con sus campañas para convencer a los electores que no votaron por ellos en la primera vuelta, de cara a una reñida contienda por el balotaje del próximo 24 de abril.

Los 7.7 millones de electores que votaron por el izquierdista Jean-Luc Mélenchon son el gran botín que Macron y Le Pen buscan llevarse. En 2017, fue también esta izquierda la que terminó por darle el triunfo a Macron frente a Le Pen.

El problema para Macron será convencer a este sector que, cinco años después, critica su proyecto. El propio Mélenchon llamó a su gente a “no dar ni un voto a Le Pen”, pero sin pedir el sufragio para Macron, dejando la opción abierta de la abstención.

Consciente de ello, en Carvin, en el Paso de Calais, una región donde ganó Le Pen, Macron declaró estar listo para cambiar su posición sobre la reforma de las pensiones, al modificar su postura en la edad requerida para jubilarse, ya no a los 65 años sino a los 64, si este tema “crea muchas tensiones”, dijo.

Antes, en Denain, una ciudad de la misma zona —y de las más pobres de Francia—, Macron tuvo que responder a preguntas sobre el tema. Una electora que gritó “¡Marine!” lo acusó de “desconocer qué es ser obrero”.

“Estamos hartos de su reforma. ¡Necesitaremos un andador para trabajar!”. Macron respondió citando sus medidas para proteger el poder adquisitivo.

Para el politólogo Gaspard Gantzer, antiguo consejero en comunicación del presidente socialista François Hollande (2012-2017), “el campo de Mélenchon será sin duda el juez de estos comicios. Si Macron no hace un trabajo a fondo, claramente puede perder”, apostilló.

El candidato de La República en Marcha logró su boleto para la segunda vuelta, con 27.85% de los votos, mejor de lo que estimaban los sondeos, seguido de su rival de la Agrupación Nacional, 23.15%. Pero un sector de la izquierda se identifica con el soberanismo, el sentimiento anti- Unión Europea y el repudio de las élites políticas y económicas que ha expresado Le Pen, quien se reunió ayer con su comité de campaña, donde se mostró lista para “luchar contra todo y contra todos”. Y también ella tratará de acercarse a esa izquierda que no votó por ella en 2017.

Por la tarde, la aspirante presidencial realizó una visita sorpresa a Soucy, en Borgoña, una localidad situada a 100 kilómetros del sureste de París para reunirse con agricultores y hablar de la situación laboral que viven, así como alertar de un eventual aumento de los precios de alimentación.

La candidata de 53 años propone abandonar el comando integrado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que fija la estrategia militar de la alianza.

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