San José.— Hambre, muerte, tristeza, tragedias naturales, caos político, desconsuelo generalizado, magnicidio y violencia son los ingredientes esenciales del explosivo cóctel que conmocionó en 2021 a Haití, con una perspectiva con signos de interrogación para 2022.

Más de 5.3 millones de los 11.1 millones de haitianos sufren malnutrición, precisó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés).

Unos 2 mil 200 haitianos murieron por el terremoto que el 14 de agosto de 2021 sacudió a Haití y dejó unos 325 desaparecidos, más de 12 mil 700 heridos y daños totales o parciales en 136 mil 800 casas y otras estructuras. Un sismo en 2010 que causó más de 300 mil muertos y más de un millón de damnificados exhibió la fragilidad de una tierra siempre bajo asedio de huracanes y desastres.

En un país de 27 mil 750 kilómetros cuadrados y una expectativa de vida de 63 años, 59% de los haitianos vive por debajo del umbral de pobreza moderada (menos de 3 dólares diarios) y 24% por debajo de la extrema (menos de un dólar y medio al día), según datos oficiales.

La crisis se agudizó el 7 de julio de este año, con el asesinato del presidente haitiano, Jovenel Moïse, en un escenario de intrigas palaciegas y conspiraciones internacionales y con poderosas pandillas criminales que extienden su dominio al amparo de redes corruptas y se imponen con terror.

“Ante tanta adversidad, cuando en el exterior se habla de Haití se dice: ‘¡Pobres haitianos!’. Pero no es así. En el pueblo haitiano estamos luchando de pie”, dijo la historiadora haitiana Susy Castor, ex catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), activista de derechos humanos y directora del (no estatal) Centro de Investigación y Formación Económica y Social para el Desarrollo, de Puerto Príncipe.

“Es un pueblo que busca otra cosa, no acepta esta situación y lucha en condiciones muy adversas”, dijo Castor a EL UNIVERSAL.

“Haití se enfrenta a uno de los momentos más graves de su historia”, alertó el abogado haitiano Sonet Saint-Louis, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Estatal de Haití. “Esta crisis es total. Cada día, Haití pierde el control de su territorio con bandas criminales que se multiplican y derrotan a las autoridades estatales de facto”, con una “mafia local con ramificaciones externas” que impacta “la gobernanza”, adujo en un artículo en el periódico Le Nouvelliste, de la capital haitiana. Haití llegará así a 2022 con una presidencia vacante y con dudas sobre el futuro electoral y la pacificación interna.

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