San Francisco.— El empleado de la compañía aérea Alaska Airlines que el viernes robó un avión sin pasajeros en el aeropuerto internacional de Seattle-Tacoma y posteriormente lo estrelló no tuvo ningún vínculo con organizaciones terroristas y buscaba suicidarse, confirmó ayer el Buró Federal de Investigaciones (FBI).

“La información recopilada hasta el momento no sugiere una amenaza terrorista”, tuiteó el FBI.

El Departamento del alguacil del condado de Pierce explicó que las investigadores iniciales sugerían que el hombre, de 29 años, buscaba acabar con su vida y se estrelló porque estaba “haciendo acrobacias en el aire o le faltaban habilidades para volar”.

Mike Ehl, director de operaciones de aviación del aeropuerto de Sea-ttle-Tacoma, al sur de esta gran metrópolis del estado de Washington, dijo que el hombre “tuvo acceso legítimo” a un bimotor a hélice Bombardier Q400, con capacidad para cerca de 80 personas, de la línea Horizon, filial de Alaska. “No se cometieron violaciones de seguridad”, aseguró.

La aerolínea detalló que el empleado era un agente de servicios de asistencia en tierra, responsable de dirigir a los aviones hasta las puertas de embarque, gestionar los equipajes y descongelar aviones. El hombre robó la aeronave hacia las 20:00 (hora local) del viernes cuando estaba aparcada en un punto de mantenimiento en el aeropuerto. Las autoridades dijeron que el hombre trabajaba desde hace tres años y medio con la aerolínea Horizon Air, y que siempre se revisan los historiales de 10 años atrás de los empleados.

Un tipo “callado”. El hombre, que en grabaciones con la torre de control es identificado como “Rich”, era un “tipo callado” dijo uno de sus compañeros de trabajo al diario The Sea-
ttle Times. Un funcionario dijo a la agencia Associated Press que el nombre del sujeto era Richard Russell. Usó una máquina llamada tractor de empuje para maniobrar primero el avión a fin de que pudiera abordarlo.

La grabación de la cadena de televisión local KIRO-7 mostró los restos carbonizados del aparato en la pequeña y poco poblada isla de Ketron, al sur de Seattle.

Dos caza-bombarderos F-15 persiguieron al avión, que se estrelló alrededor de una hora después de despegar, sin que los cazas estuvieran involucrados en ello, según la policía. Controladores del tráfico aéreo intentaron convencer al empleado de que aterrizara, según grabaciones difundidas por el Seattle Times.

El extraño incidente ilustra uno de los mayores peligros de la aviación comercial: el de los empleados de aerolíneas o aeropuertos que están en posición de provocar el caos.

Jay Tabb Jr., agente a cargo del FBI en Seattle, advirtió que la investigación requerirá mucho tiempo, y que los detalles no serían divulgados de inmediato.

“La mayor amenaza que tenemos en la aviación es la interna”, dijo Erroll Southers, ex agente del FBI y especialista en seguridad del transporte: “Aquí se trata de un empleado autorizado para tener acceso a los aviones y capacitado para hacerlos despegar”.

Las grabaciones de audio entre el hombre y la torre de control esbozan un retrato complejo del joven, que en momentos se escuchaba excitado, luego confuso y en otros, calmado. “Hay mucha gente que se preocupa por mí. Les va a decepcionar escuchar que hice esto. Me gustaría disculparme con todos y cada uno de ellos. Sólo soy un tipo destrozado, tengo algunos tornillos sueltos, supongo. Nunca lo supe, hasta ahora”, aseguró el empleado.

“Hay una pista de aterrizaje a una milla”, dice el controlador, refiriéndose a un aeródromo en la Base Conjunta Lewis-McChord. Sin embargo, el empleado afirma que no necesita ayuda porque “he jugado muchos videojuegos”. “Esos tipos me darán una paliza si trato de aterrizar allí (...) Probablemente me manden a la cárcel, ¿no?”, añadió el hombre.

En redes sociales, Russell se apodaba “Beebo”, según la AP. En su página de Facebook se informaba que era originario de Wasilla, en Alaska, que vivía en Sumner, Washington, y se casó en 2012. En un video en YouTube que subió el año pasado hablaba de su trabajo e incluía videos y fotos de sus viajes.

Según la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, el presidente Donald Trump fue informado del incidente y supervisaba la situación desde su club de golf de Bedminster, en Nueva Jersey.

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