Nueva York.— Bernard L. Madoff, el arquitecto del mayor fraude financiero que se conoce, falleció ayer en prisión a los 82 años, tras una vida de película que le llevó de un barrio obrero de Nueva York a lo más alto de Wall Street y, finalmente, a convertirse en una de las figuras más odiadas del mundo de las finanzas.

En el momento de su muerte, cuya causa no se ha hecho pública, aunque él padecía una enfermedad terminal, Madoff cumplía una condena de 150 años de cárcel, tras haber admitido en 2009 que su multimillonario negocio no era más que una gigantesca estafa piramidal. Su caso, que estalló en paralelo a la crisis financiera, se convirtió en un paradigma de los peores excesos de Wall Street y del fracaso de las autoridades a la hora de supervisar las operaciones financieras de las que depende buena parte de la economía mundial.

Madoff, conocido habitualmente con el diminutivo de Bernie, era hasta 2008 uno de los hombres más respetados del mundo de las inversiones. Durante décadas, el financiero había operado un sistema fraudulento que prometía altas rentabilidades y que pagaba a los primeros inversores con las cantidades que captaba de los clientes más recientes, falsificando supuestas ganancias en el mercado.

Ese esquema Ponzi o pirámide, que había sobrevivido a varias crisis, se desmoronó con el choque financiero de 2008, cuando los fondos de inversión que trabajaban con él se vieron obligados a retirar miles de millones de dólares de sus cuentas y Madoff ya no tuvo forma de esconder la realidad. El veterano inversionista, que entonces tenía 70 años, terminó por confesar todo a sus dos hijos, que inmediatamente lo denunciaron a las autoridades.

Madoff fue arrestado el 11 de diciembre de 2008 en su ático de Manhattan y meses después se declaró culpable de 11 delitos económicos, entre ellos fraude bursátil, declaraciones falsas y blanqueo de dinero. Ante el juez, pidió perdón y aseguró que no había justificación para su comportamiento. “Lo siento mucho y estoy profundamente arrepentido”, dijo.

Entre sus víctimas hubo multitud de nombres conocidos, desde el cineasta Steven Spielberg hasta los propietarios de equipos de béisbol y futbol americano y grandes empresarios, así como instituciones financieras.

Los más afectados fueron miembros de la comunidad judía neoyorquina, incluidos familiares y amigos, que fueron los primeros en entregarle su dinero.

Madoff, nacido en 1938 y descendiente de inmigrantes judíos del Este de Europa, se crió en un barrio de clase trabajadora de Queens y se casó en 1959 con Ruth Alpern, cuyo padre operaba una exitosa oficina de contabilidad en Manhattan.

Para 1960, cuando aún no había terminado sus estudios universitarios, Madoff había puesto en marcha su propia firma de inversiones, supuestamente con dinero que ganó como salvavidas en un trabajo de verano.

Aprovechando el apoyo de la familia de su esposa y el boom económico de los 60, su negocio creció y durante los 70, sobre todo después de que su hermano Peter se uniera a la firma, se convirtió en uno de los pioneros del uso de la informática en los mercados, lo que le llevó en los 90 a presidir el Nasdaq. Su voz llegó a convertirse en una de las más respetadas en los mercados. Según varios testimonios, acostumbraba a rechazar a quienes no podían invertir grandes cantidades y utilizaba como arma el secretismo de sus operaciones. Según se descubrió, las prácticas como mínimo cuestionables habían sido algo habitual desde los inicios de su carrera. En prisión Madoff responsabilizó en parte a sus inversores.

Sus últimos años de vida estuvieron marcados por las tragedias familiares. En 2011, su hijo mayor se suicidó en su apartamento de Nueva York. Su otro hijo falleció en 2014 de cáncer a los 48 años. Su esposa, que en un primer momento se había mantenido a su lado, dejó luego de visitarle en prisión, supuestamente a raíz del suicidio de su hijo.

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