San José.— De la mano que se presume inocente de la familia del futbolista argentino Lionel Messi—“El Mesías”—y de su esposa, Antonela Roccuzzo, Argentina entró inesperadamente a jugar esta semana como controversial pieza en el conflicto mundial del narcotráfico con una peculiaridad en su contra frente a un poderoso adversario.
En contraste con la máxima estrella del balompié mundial, decidido a jugar tiempos normales y extraordinarios, a llegar a los remates desde el punto de penal y, de ser necesario, lanza una moneda para definir al vencedor o recurrir a otras rutas para dilucidar una disputa, el gobierno de Argentina, de izquierda, ya concedió una victoria al narcotráfico en los primeros minutos de la contienda y pareció rendirse.
“Los narcos han ganado”, proclamó anteayer el ministro de Seguridad de Argentina, Aníbal Fernández, luego de que, en la madrugada de ese día, un par de hombres en motocicleta atacó un comercio de los padres de Antonela y suegros de Lionel—José Roccuzzo y Patricia Blanco—en la norcentral ciudad argentina de Rosario y dejó un amenazante recado para el futbolista.
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