En 2012 la Organización de las Naciones Unidas ( ONU ) designó al 20 de marzo como Día Internacional de la Felicidad, para subrayar la importancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones de los seres humanos.

Para establecer un día de la felicidad en el mundo la ONU se inspiró en Bután, un pequeño país escondido en Asia, ubicado al sur del Tíbet y vecino de Nepal y Bangladesh, famoso por sus monasterios antiguos y situado en el corazón de la cordillera del Himalaya.

Desde 1971 el gobierno de Bután decidió perseguir de manera metódica y determinada la conquista de un concepto incluso difícil de imaginar: la felicidad nacional.

El gobierno de ese país decidió entonces crear índices como el de la Felicidad Nacional Bruta, para medir el desarrollo de su pueblo, en lugar de recurrir a índices más tradicionales como el Producto Interno Bruto, más vinculado con la generación de riqueza económica.

El gobierno de Bután decidió impulsar entre sus habitantes la búsqueda de satisfactores más espirituales, físicos, sociales y medioambientales.

Durante las últimas tres décadas, de acuerdo con artículo del diario británico The Guardian, la creencia de que el bienestar debe anteponerse al crecimiento material ha ido cobrando relevancia en un mundo marcado por el colapso de los sistemas financieros, el crecimiento de la iniquidad y la destrucción del medio ambiente.

El pasado 14 de marzo se presentó el Reporte de la Felicidad 2018 , publicado por la Red para el Desarrollo Sostenible de la ONU. El estudio analiza la situación en 156 países y toma en cuenta indicadores como el PIB per cápita, la ayuda social, la expectativa de vida saludable y la ausencia de corrupción, entre otras mediciones.

El primer sitio lo ocupó Finlandia, que fue seguida por Noruega, Dinamarca, Islandia, Suiza, Holanda, Canadá, Nueva Zelanda, Suecia y Australia.

México ocupó la posición 24, después de Costa Rica, el país mejor evaluado en América Latina, que se colocó en la posición 13. Venezuela fue el país peor evaluado de habla hispana en nuestro continente, ubicándose en la posición 102.

La última posición del estudio la ocupó Burundi, un pequeño país centroafricano

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