Hace un año, la muerte de la joven Mahsa Amini, de 22 años, en Irán, desató una ola de protestas al grito de “¡Mujer, vida, libertad!”, que por un momento parecieron convertirse en la “primavera iraní”, pero que, al paso de los meses, la represión logró apagar… ¿o no?
Amini murió el 16 de septiembre de 2022, tras ser detenida por la Policía de la Moral, que la acusó de llevar mal puesto el velo islámico. Aunque las autoridades aseguraron que la joven estaba enferma, la familia de ella aseguró que no era así y acusó a la policía de haberla asesinado.
“Ella siempre quiso convertirse en doctora”, dijo Mojgan Eftekhari, madre de Amini, en un adelanto de una entrevista con la BBC.
El padre de la joven, Amjad, insistió en otra entrevista reciente en que el gobierno iraní “miente” sobre lo que ocurrió con su hija.
La muerte fue la gota que derramó el vaso y los jóvenes iraníes, no sólo mujeres, sino también hombres, tomaron las calles para exigir no sólo el fin de la obligatoriedad del velo islámico, sino del régimen islámico en sí.
Sólo entre el 16 de septiembre y el 11 de noviembre de 2022, se produjeron mil 265 protestas, la mayoría lideradas por mujeres que se atrevieron a quitarse el velo y se cortaron el cabello, en señal de su enojo y su duelo.
Las universidades del país se convirtieron en epicentro de protestas y reclamos, con jóvenes asistiendo sin velo, desafiantes.
La respuesta del régimen de Ebrahim Raisi fue represión: las protestas se saldaron con unos 500 muertos y unos 18 mil detenidos. Cientos de jóvenes fueron expulsados de las escuelas por su participación en las manifestaciones.
Cuando los jóvenes dejaron claro que ser expulsados o detenidos no los amedrentaría, el régimen dio un paso más: ordenó la ejecución de siete manifestantes, uno de ellos en público.
Los videos en TikTok y otras plataformas comenzaron a apagarse, igual que las protestas. La comunidad internacional, que en un principio expresó su solidaridad y apoyo a los manifestantes, enfocó su atención a otro lado.
Y parecía que la “primavera iraní” como se le llamó a lo que se convirtió en la mayor amenaza a la estabilidad del régimen iraní en años, se apagaba.
.Sin embargo, expertos advierten que reducir las protestas a la muerte de Amini, o al velo islámico, es no entender lo que ocurre en Irán.
Tras la revolución iraní, líderes conservadores volvieron al poder en el país. Para quienes vivieron las libertades que dejó la revolución, era incomprensible. A eso se sumaron los problemas económicos.
La elección, en 2013, de Hassan Rouhani, como presidente, fue una especie de válvula de escape tras el gobierno de Mahmud Ahmadineyad y su fracaso en implementar las reformas políticas y sociales que requería el país. Las acusaciones de corrupción terminaron de indignar a la población.
Rouhani logró acercarse a Occidente, principalmente a Estados Unidos durante la administración de Barack Obama, consciente de que las sanciones económicas eran una carga que se hacía cada vez más insostenible para los iraníes.
Pero la llegada de Donald Trump al poder, en 2018, dio al traste con todo y las sanciones regresaron. Tras Rouhani, llegó al poder Raisi, en 2021, con quien la situación económica, la inflación, se agravaron.
La pandemia de Covid-19 empeoró el panorama y ni Raisi ni el líder supremo iraní, el ayatola Alí Khamenei, han sabido responder.
Particularmente entre los jóvenes, la represión, y la difícil situación económica, se convirtieron en la mecha que encendió el fuego de las protestas.
Al cumplirse el primer año, el régimen no oculta su temor. “En esta ocasión actuaremos con más determinación”, afirmó el jefe adjunto del Poder Judicial iraní, Sadeg Rahimi, ante la eventualidad de nuevas protestas. El castigo, advirtió, será como nunca antes.
No sólo eso. El régimen ha detenido a familiares de víctimas de las manifestaciones, incluyendo el tío de Amini, Safa Aeli. También fue detenido el cantante Mehdi Yarrahi, tras publicar una canción, “Roosarito”, impulsando a las mujeres a quitarse el velo.
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Académicos como el reconocido profesor de Inteligencia Artificial Sharifi Zarchi, que apoyaron a los manifestantes, fueron repudiados y expulsados.
Se restringió también la celebración de reuniones pacíficas y padres de quienes perdieron la vida en las protestas aseguran que se les está exigiendo guardar silencio. Sin embargo, a través de redes sociales, difundieron su respuesta: “Resistiremos hasta el final”.
“El umbral de lo que constituye un delito que da lugar a una detención ha alcanzado un nivel inesperado", afirmó Tara Sepehri Far, investigadora de Human Rights Watch especializada en Irán, al diario The New York Times. "Están intentando asegurarse a toda costa de que no ocurra nada en torno al aniversario. Demuestra lo nerviosos que están por la creciente frustración y descontento".
“Cuando mi padre le pidió a mi madre no salir a las calles, ella respondió: ‘Si no lo hago, morirán más jóvenes”, contó a BBC Roya Piraei, cuya madre, Minoo Majidi, murió de un balazo durante una de las protestas del año pasado. Ahora, ella está enojada, y afirma que no piensa callarse.
La respuesta a las protestas no sólo ha sido criticada a nivel internacional, sino que provocó división entre la clase política iraní.
“Destruir el prestigio de las universidades y sus profesores… es una pérdida para los alumnos, la ciencia y el país”, dijo Rouhani tras los despidos.
Esta división, señalan expertos, puede ser el principio de una fractura en el régimen. A eso se suman los reclamos de cambio que no vienen de hace un año, sino de décadas. Las diferencias entre los más ricos y los más pobres crecen, junto con el enojo por la desigualdad y por la opresión.
“Todos los indicadores apuntan a una posible ‘guerra de desgaste’ en la que los grupos enfrentados van ganando o perdiendo poder político con el tiempo, con consecuencias de gran alcance para toda la zona. A veces, ciertos acontecimientos pueden ser la gota que colme el vaso y provoque protestas de gran calado. No se sabe hasta qué punto se agravarán las desavenencias antes de que se produzcan consecuencias políticas significativas y se produzcan cambios radicales en Irán”, escribió Farhang Morady, profesor de Desarrollo Internacional en la Universidad de Westminster de Londres, para la publicación Rebel News.
Irán es una olla de presión, que en cualquier momento podría explotar.