.- El neonazi noruego Anders Behring Breivik , quien pidió su libertad condicional diez años después de haber asesinado a 77 personas , representa el mismo peligro que hace una década, afirmó el miércoles una siquiatra que lo observó en detención.

Condenado en 2012 a 21 años de cárcel con posibilidad de extensión, con una pena mínima de diez años, Breivik, de 42 años, abogó esta semana por su puesta en libertad, asegurando que ha renunciado a la violencia.

“Considero que Breivik tiene el mismo diagnóstico que ha tenido siempre”, declaró la siquiatra Randi Rosenqvist ante el tribunal de Telemark en la segunda jornada del proceso, que se trasladó por razones de seguridad al gimnasio de la prisión de Skien (sur), donde está recluido el extremista.

“El riesgo de futuros actos violentos no ha cambiado en comparación con 2012 y 2013, cuando escribí mi primera evaluación”, afirmó.

Según la experta, Breivik sufre t rastornos de personalidad que ella describe como “asocial, histriónico y narcisista”.

El 22 de julio de 2011, este ultraderechista hizo explotar una bomba cerca de la sede de gobierno en Oslo, causando ocho muertos, y luego mató a otras 69 personas, adolescentes en su mayoría, disparándoles en un campamento de verano de la Juventud laborista en la isla de Utoya.

El testimonio de Rosenqvist era considerado fundamental para el asunto de una puesta en libertad anticipada de Breivik.

Breivik había asegurado el martes que los atentados fueron resultado del lavado de cerebro sufrido a manos de una red extremista y que aunque se sigue considerando nacionalsocialista ya no es militante ni es una persona violenta , pero Rosenqvist no lo consideró creíble.

“No se puede confiar en él, hay que estar preparados, puede tener otros motivos. Cuando dice algo, se lo cree, pero luego dice otra cosa distinta”, explicó.

Rosenqvist ha realizado siete diagnósticos oficiales del ultra desde 2011, y aunque su última entrevista cara a cara fue en 2017, ha mantenido contacto postal con él y con el personal de la cárcel, además de recibir los informas bianuales que se le hacen allí.

Breivik tiene rasgos autistas y del síndrome de Asperger, pero no es esquizofrénico, sostuvo la siquiatra.

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El ultra noruego, de 42 años, se mostró el martes más moderado que en anteriores ocasiones, aunque eso no evitó que repitiera el saludo nazi al inicio de la vista y que enseñase un cartel con el mensaje “Detengan el genocidio contra las naciones blancas”.

Breivik se mostró dispuesto incluso a abandonar cualquier tipo de actividad política si el tribunal lo considera necesario e irse a vivir a alguna zona aislada del Ártico noruego.

“Uno que es condenado por un acto criminal nunca puede garantizar que no vaya a hacerlo de nuevo, porque depende de si la sociedad le da una oportunidad o no”, dijo hoy Breivik a preguntas del juez.

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El extremista se quejó de las condiciones de detención, asegurando que era tratado “como un animal” porque no tenía suficiente contacto con el mundo exterior.

En prisión, tiene tres celdas, una televisión con lector DVD y videojuegos y una máquina de escribir. En 2016 consiguió que el Estado fuera condenado por trato “inhumano” y “degradante” debido a su aislamiento, sentencia que fue anulada en apelación.

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