San José.— Un popular y viejo refrán, “No cabíamos en la casa y… parió la abuela”, describiría la realidad de antes y durante el ataque del coronavirus, con una situación social que ya era de profundo deterioro en 2019 y que se agravó en 2020 por la emergencia en la salud.

El gobierno brasileño confirmó hoy hace un año el primer paciente de Covid-19 en América Latina y el Caribe, en el inicio de un implacable golpe que desnudó la honda carencia sanitaria continental, devastó la economía hemisférica y aceleró las pugnas políticas por las reacciones de México, Brasil y Nicaragua para contener el virus.

“La pandemia llegó a una región que atravesaba por profundas brechas socioeconómicas”, dijo la mexicana Érika Guevara, directora para las Américas de Amnistía Internacional (AI), organización mundial, no estatal e independiente de defensa de derechos humanos con sede en Londres.

También lee: 

América acumula, de acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi 50 millones de casos, cerca de la mitad del total global.

La zona transitaba “por graves retrocesos en derechos humanos, con altísimos índices de feminicidios, homicidios, violencia contra activistas de derechos humanos y ambientalistas, endémica corrupción e histórica impunidad”, relató Guevara a EL UNIVERSAL.

“Se exacerbó la desigualdad y la violencia. Los gobiernos perdieron la capacidad de diálogo con sus ciudadanías y terminaron protegiendo intereses económicos y políticos de unos cuantos, en menoscabo de los derechos humanos de las mayorías”.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) alertó que la pobreza se incrementó en 45.4 millones y aumentó de 185.5 millones en 2019 a 230.9 millones en 2020. Ante la parálisis por la bioseguridad, como distanciamiento o toque de queda, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo “más de 9%” en 2020, precisó.  

También lee: 

“Gripecita”

Tras atacar Brasil, el SARS-CoV-2 (siglas en inglés del síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2) se propagó rápido por el resto de los 32 países latinoamericanos y caribeños. El 21 de enero fue reportado el primer caso en EU y el 27 de ese mes en Canadá.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, minimizó el problema y lo definió con una respuesta que todavía resuena: es una “gripecita”.

Como sus colegas de México, Andrés Manuel López Obrador, y de Nicaragua, Daniel Ortega, severamente criticados por desacatar las normas básicas de abstenerse de salir de casa, respetar el alejamiento físico y usar tapaboca, Bolsonaro defendió su labor ante la crisis. El brasileño y el mexicano quedaron infectados.

También lee: 

“El gobierno de Bolsonaro ha sido profundamente irresponsable”, afirmó el brasileño Oscar Vilhena, profesor de Derecho Constitucional de la (no estatal) Fundación Getulio Vargas, de Sao Paulo.

“Desde el primer momento, al igual que otros líderes populistas de todo el mundo, Bolsonaro negó las amenazas de la pandemia, alegando que sería sólo una gripe pequeña. En un segundo momento, Bolsonaro propuso adoptar terapias tempranas, con fármacos sin ninguna eficacia comprobada por la comunidad científica o por la agencia sanitaria brasileña”, narró Vilhena a este diario.

Al recordar que Bolsonaro destituyó a dos ministros de Salud que buscaron alinear a Brasil con protocolos esenciales, Vilhena lamentó que el presidente nombró como jerarca de ese ministerio a un general, Eduardo Pazuello, “sin ninguna formación médica”.

También lee: 

“Bolsonaro se rebeló contra las medidas de aislamiento social y uso de máscaras”, participó en aglomeraciones y se sublevó a autoridades locales que ordenaron confinamiento y otras reglas, añadió. La Universidad Johns Hopkins mostró que, para ayer a las 11:00 horas en el centro de México, Brasil tuvo un acumulado de 10 millones 257 mil 875 pacientes con 248 mil 529 decesos.

Azote

El saldo parcial y oficial de la enfermedad en los 33 países latinoamericanos y caribeños llegó ayer a 20 millones 896 mil 978 portadores y 666 mil 836 muertos, mientras que al 13 de junio fue de un millón 558 mil 369 con 76 mil 556 que perecieron.

Con un menor impacto en las pequeñas islas-naciones del Caribe que fueron colonias británicas: Dominica y San Cristóbal y Nieves tienen cero muertos y entre 182 enfermos.

También lee: 

El Salvador, que disminuyó de 2 mil 398 asesinatos en 2019 (6.5 al día) a mil 322 en 2020 (3.6 diarios), alcanzó ayer mil 823 difuntos por el padecimiento desde el 18 de marzo, a 5.2 cada 24 horas, y un total de 59 mil 235 casos.

El promedio anual de los 36 años de Guerra Civil en Guatemala, de 1960 a 1996, fue de 6 mil 944 bajas mortales y desaparecidos en unos 250 mil caídos, pero ese violento país se ubicó ayer en 6 mil 327 defunciones por Covid-19 y 172 mil 72 contagios desde el 13 de marzo.

Y en el resto del vecindario… también parió la abuela.