Jerusalén.— Israel vivió ayer un terremoto político tras el anuncio de la Fiscalía General de que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, será imputado en tres casos de corrupción, una decisión que podría cambiar el escenario de las próximas elecciones generales del 9 de abril.

Netanyahu, primer ministro desde 2009, será imputado por cohecho, fraude y abuso de la confianza en un caso de corrupción, y por los dos últimos cargos en otros dos casos, tras la decisión del fiscal general, Avijai Mandelblit.

Con la voz cargada de indignación mientras se dirigía a la nación durante el horario estelar televisivo, Netan-yahu desestimó los casos criminales como una “caza de brujas” para sacarlo del poder.

“Tengo la intención de servirle a usted y al país como primer ministro durante muchos años más, pero depende de usted”, declaró, en referencia a sus esperanzas de ganar un cuarto mandato consecutivo en abril.

La imputación final a Netanyahu no tendrá lugar hasta que se celebre una audiencia, en la que podrá presentar argumentos en su defensa y que, según el abogado Tomer Naor, miembro de la asociación Movimiento por un Gobierno de Calidad, “probablemente no será hasta agosto o septiembre”, por lo que la decisión definitiva sobre si se le imputa podría retrasarse incluso hasta “enero de 2020”.

El denominado Caso 4000 es el más grave al que se enfrenta Netanyahu, en el que se le acusará de cohecho, fraude y ruptura de la confianza, por sospechas de que hizo favores al gigante de telefonía Bezeq a cambio de cobertura favorable de él y su mujer Sara en el popular digital de noticias Walla, ambos controlados por el empresario Shaul Elovitch.

Los otros dos casos que le afectan son el 1000 y el 2000, y en ambos será imputado por fraude y también abuso de confianza.

El primero estudia si Netanyahu y su familia recibieron costosos regalos de los empresarios Arnon Milchan y James Packer a cambio de favores políticos, mientras que en el segundo se sospecha que intentó llegar a un acuerdo con el dueño del diario Yediot Aharonot para lograr una cobertura positiva a cambio de restringir la circulación del diario rival, el gratuito Israel Hayom.

El partido del premier, el derechista Likud, cerró filas en torno al primer ministro y pidió respetar su presunción de inocencia.

Las fuerzas de oposición le pidieron que abandone el cargo y que no convierta al país en “rehén” por “su supervivencia personal”.

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