Joselo camina tranquilamente por los alrededores dely saluda a los trabajadores del valet parking y a los meseros de los restaurantes, bares y antros que se ubican alrededor de la Plaza de la República. Son las 12:00 del día de un viernes y el dealer prepara su terreno para el fin de semana. Es flaco, espigado y tiene los ojos hundidos por no dormir.

“Nomás no digas nada, yo lo arreglo”, dice el joven de apenas 30 años e inmediatamente se acerca a una patrulla de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) que hace rondín por la zona; intercambia algunas palabras con los patrulleros, quienes nunca se bajan de la unidad, pasan algunos minutos y se despide.

“Listo, ya está todo planchado”, afirma. Él vende todo tipo de drogas en la zona, desde Plaza de la República hasta Buenavista, pasando por la Rivera de San Cosme, un tramo de Reforma e Insurgentes.

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“Ya para la [Zona] Rosa no nos metemos, ahí ya es de otro compa”, revela Joselo, quien para recorrer todo ese tramo utiliza una motoneta que siempre estaciona en la calle Valentín Gómez Farías, apuntando hacia avenida Insurgentes.

En ese sector, según datos de la Fiscalía General de Justicia (FGJ) y la alcaldía Cuauhtémoc, la venta y consumo de droga —principalmente cocaína, heroína y crystal— aumentó en los últimos dos años. Los registros revelan que la zona pasó de tener tres narcomenudistas por mes en 2018 a 10 durante 2021.

Quienes hace cinco años veían potencial y plusvalía para vivir en la zona ahora aseguran que la delincuencia ha afectado la calidad de vida y ya ni en plataformas digitales se pueden rentar estancias.

“Es una lástima cómo todo este sector se vino abajo, la alcaldía lo tiene todo abandonado; en las noches las luminarias no sirven, luego no sé porque apagan todo el Monumento [a la Revolución] y entonces se vuelve tétrico caminar o ingresar a estos lugares. Los patrullajes son nulos y, si a eso le aumentamos que la prostitución llega hasta este lugar, imagina lo que es ese espectáculo para los jóvenes o turistas en todo este lugar.

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Invertimos mucho para hacernos de una propiedad y tener unos ingresos extra, pero ya no se puede. Ahora hemos denunciado que el narcomenudeo se apoderó de todo; la venta de droga es descarada, nadie nos apoya y los vecinos no denunciamos ni nos organizamos por miedo”, comenta Sandra, quien tiene un departamento ubicado sobre la calle Ignacio Vallarta.

Los argumentos de la joven se respaldan con las cifras de la propia FGJ. En el cuadro que abarca la avenida México-Tenochtitlán, Insurgentes, Antonio Caso y Paseo de la Reforma, durante 2021, se contabilizaron 877 denuncias por robo a transeúnte, 567 de autopartes, 765 a celular, delitos que aumentaron casi 20% en comparación con 2020.

Aunque durante el día y la tarde se observan algunos policías por la zona caminando o en bicicleta, los vecinos consideran que las patrullas se concentran en detener a personas inofensivas en lugar de a los traficantes de droga o asaltantes. Si aparece alguna patrulla, dirige su atención a quienes vuelan un dron en la Plaza de la República o a los jóvenes en patineta. Mientras tanto, la delincuencia sigue operando.

Sobre las calles Tomás Alva Edison, Ponciano Arriaga y José María Iglesias es posible observar a personas consumiendo drogas. Joselo, desde uno de los bares, opera con ayuda de WhatsApp. Llegan menores de edad en bicicletas por varios sobres y salen a repartir.

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“Las bolsitas de coca cuestan 200 pesos, la chiva [heroína] 100 varitos y la marihuana igual, pero es más, lo que está rifando ahora es el crystal, esa madre vale 200, pero sí se ponen muy locos y así es el negocio. La cosa es estar pendiente nomás y tener el guardado para cuando pasan los polis y ahí sí a cuadrarse”, detalla.

La salida de los clientes, de los bares de la zona es un momento para ofertar la droga; a decir de Joselo, la que se distribuye en toda esa zona es de La Unión de Tepito. Si bien asegura que no tienen injerencia de manera directa, sabe que cuenta con la protección que da “el nombre”, pero también advierte que en cualquier momento pueden regresar regentes de esa estructura criminal y desplazarlo.

El alza del narcomenudeo en ese sector de la colonia Tabacalera ha sido denunciado por organizaciones civiles, vecinos e incluso organizaciones que trabajan de la mano con las trabajadoras sexuales que caminan cerca del Metro Revolución. Sin embargo, hasta el momento no se han implementado medidas efectivas para combatir la problemática.

“El caso es que estamos solos y a merced de los delincuentes que poco a poco nos han desplazado. De hecho, los empresarios de los antros ni se quieren meter en problemas tampoco. ¿Entonces qué hacemos? Nada más hacer como que no pasa nada”, lamenta Julio Martiñon, integrante del colectivo La Tabacalera.

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