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Luego de siete horas de audiencia, el juez de control Joel de Jesús Garduño encontró los elementos suficientes para vincular a proceso al padre Francisco Javier “N”, imputado en el homicidio del diácono Leonardo Avendaño, y fijó como plazo tres meses para la investigación complementaria, tiempo en el cual el religioso permanecerá en el Reclusorio Oriente.

Durante la audiencia, celebrada en la sala 28 de juicios orales del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México (TSJ-CDMX), se dio a conocer que el párroco asesinó a Leonardo con alevosía y ventaja; el juez calificó el homicidio como un “acto de traición”, pues la víctima no esperaba la agresión en su contra, la cual, según el peritaje, se dio en el propio automóvil de Leonardo.

Este hecho causó una gran consternación entre los diversos sectores religiosos y sociales de la Ciudad de México.

El trabajo del Ministerio Público presentado ante el juez reveló que el párroco estranguló a Leonardo hasta asfixiarlo; debido a la confianza que le tenía, el joven no intentó defenderse, detallando el peritaje que sólo manoteó por unos instantes, pues así lo revelaron los hematomas y las escoriaciones que el joven presentó en el brazo izquierdo.

En la misma audiencia, la defensa presentó a dos testigos —ambas secretarias del padre Francisco Javier “N”— y un perito independiente; las primeras dijeron que la relación del padre y Leonardo era muy “cordial” y “se querían mucho”, revelaron también que el ahora occiso vivía en la parroquia, lugar donde según el sisitema de ratreo del teléfono celular de Leonardo, fue visto con vida por última vez.

El seguimiento a dicho aparato fue lo que estableció la ruta de Leonardo desde que llegó a la iglesia Cristo Salvador, hasta el momento en que lo encontraron sin vida. En todo momento, el celular del padre Francisco Javier “N” estuvo en el vehículo, según el trabajo de investigación que se presentó ante el juez; sin embargo, los testimonios presentados por la defensa pretendieron desvirtuar está hipótesis.

Pues las secretarias del padre, aseguraron que un día antes el sacerdote había perdido su teléfono celular, pero ese argumento fue desechado por el juez, ya que el trabajo de investigación estableció que desde ese mismo número telefónico, el párroco aviso a la familia de Leonardo que no había llegado a la iglesia.

En tanto, el perito independiente que contrataron intentó demostrar que las imágenes de las cámaras del C-5 de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC-CDMX) no eran “nítidas” ni “concluyentes” para imputar al religioso en el homicidio. El argumento también fue desechado por el juzgador al explicar que la procuraduría capitalina tuvo acceso a un total de nueve cámaras de vigilancia, a las cuales, el perito independiente no tuvo acceso.

Durante la audiencia, el sacerdote mantuvo todo el tiempo la calma. Por momentos dormitaba y en otros, rezaba; siempre estuvo atento a lo que el juez decía y mientras el togado daba la resolución final levantó la mano para hablar, pero no se lo permitieron. Una vez que escuchó que fue vinculado a proceso, tomó la palabra en la sala de juicios orales, ante los asistentes.

“Usted tiene una imagen de lo que dijeron, ya dictó la sentencia y ya no se puede retractar y ahora me espero a los tres meses para explicarle varias cosas del por qué no pude estar en el lugar de los hechos”, comentó el imputado al juez para luego, levantarse y salir de la sala esposado por la Policía Procesal.

Según la determinación del juez de Control, el imputado deberá cumplir la medida cautelar de prisión preventiva oficiosa en el Reclusorio Preventivo Varonil Oriente.

En los próximos tres meses, tanto el Ministerio Público como la defensa fortaleceran sus pruebas ante el juez y se conocerá el móvil de la muerte del exestudiante de la UIC, cuyo cuerpo apareció en el interior de su camioneta en un paraje de la alcaldía de Tláhuac.

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