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Luis Román Dichi Lara, líder de la Unión de Organilleros de México, dijo que buscan que la actual jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y el Congreso local les reconozcan derechos laborales con seguro social, apoyos de vivienda, créditos y becas para sus hijos, ya que a pesar de ser reconocidos como patrimonio cultural de la Ciudad aún “carecen de apoyo”.

Recordó que el entonces regente del Departamento del Distrito Federal les entregaba tres uniformes al año, actualmente sólo reciben su credencial de persona no asalariada por la Secretaría del Trabajo de la Ciudad de México con la cual se les permite trabajar en la vía pública.

“Nosotros somos del grupo que está en vulnerabilidad y pobreza, por eso estamos pidiendo ese tipo de apoyos. Estamos trabajando con las autoridades del Congreso [local], pero en realidad se dejó atrás el trabajo que llevábamos en la pasada administración y hoy nuevamente tenemos que iniciarlo, en cada administración pasa algo similar y no hemos sido respaldados por las autoridades de la Ciudad”, aseguró.

En ese sentido, Dichi Lara explicó que los 500 organilleros, según su padrón a nivel nacional, son parte de la historia, ya que se han constituido como una figura tradicional en el primer cuadro de la CDMX, y han estado presentes en celebraciones relevantes como en la época de la Revolución mexicana.

Detalló que actualmente las cajas tocan canciones como Adelita y Cielito lindo, Cuatro Milpas, El Charrasqueado, Gema y Volver, volver, así como canciones más recientes, pero este proceso es costoso y laborioso, ya que las partituras —rollos— debe hacerlas un experto en el mecanismo del organillo.

Oficio que sobrevive. Arnulfo Isidro Torres, quien trabaja como organillero desde hace 35 años, gira el manubrio de su instrumento musical que emite una tonada clásica mientras se acumulan las monedas de uno a 10 pesos que le dan tanto capitalinos como extranjeros que escuchan, admiran y fotografían el oficio que nació en nuestro país hace más de un siglo.

Los abuelos y padres de Isidro Torres trabajaron este oficio y él espera que sus hijos también lo hagan, ya que “cada vez más jóvenes se están interesando, incluso hemos tenido aprendices y luego estos salen a las calles porque lo ven como una forma de vida”.

Los organilleros se popularizaron en Alemania, pues ese país tenía a los mejores fabricantes de órganos musicales; el instrumento llegó a México en 1880 y comenzaron a ambientar en jardines con canciones como Las Mañanitas o Cielito Lindo.

Botas negras, quepí café y franja negra, camisa y pantalón beige es el uniforme de 500 organilleros en el país, de los cuales 450 están en la Ciudad de México.

Lo usan así en honor al ejército de Pancho Villa, llamados Los Dorados. Incluso algunos tienen bordada la bandera de México.

La calle Moneda que se encuentra a un costado de Palacio Nacional se ha convertido, desde las siete de la mañana de lunes a viernes, en un lugar “turístico” por las conferencias del presidente Andrés Manuel López. Arnulfo es quien se escucha en ocasiones en “las mañaneras”.

“En más de una década hemos sido reconocidos, pero no por un presidente, incluso [en las mañanas] vengo con el temor de que interrumpa un anuncio importante con alguna canción; sin embargo, falta mucho apoyo, pues somos personas no asalariadas y vivimos de la dádivas o propinas que nos da la gente”, dijo.

Los organilleros en el Centro Histórico, parques y plazas ganan al día de 100 a 500 pesos, pero “depende” del flujo de personas, clima y hasta marchas; 50% de ellos renta el aparato musical entre 70 a 100 pesos al día a lo cual debe sumársele la renta para guardarlo. Cada uno pesa 30 kilos, es comprado en Alemania o a una empresa mexicana entre 80 a 120 mil pesos.

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