El 3 de noviembre pasado, Samuel, Reyna, Isaac y Sofía ingresaron de urgencias al hospital del Ajusco Medio en Tlalpan, los jóvenes presentaban heridas producidas por armas blancas, las chicas estaban aterrorizadas, fueron violentadas y ultrajadas por varios sujetos. Sofía estaba en shock, llegó sin ropa interior y sólo preguntaba por su mamá, cinco horas después que fueron atendidos médicamente, ellas hablaron, pues sus novios estaban en terapia intensiva.

Hasta el lugar llegaron peritos y ministerios públicos de la fiscalía capitalina a recabar información; ahí las chicas revelaron lo sucedido. Narraron que regresaban de Cuernavaca —luego de un fin de semana en Tequesquitengo— y se pararon a comprar algo en el poblado de Tres Marías, fue rápido, dijo una de las entrevistadas, luego, al intentar subir a su vehículo, un Jetta blanco, fueron interceptados por cinco sujetos.

De inmediato amagaron a Samuel e Isaac, los subieron a otro auto —una pick up vieja— y a ellas las dejaron en el Jetta. Consta en la carpeta de investigación FITLP/UAT-TLP-1/UI-1 S/D/1652/11-2023 que ahí empezó el terror para ellas; los sujetos las ultrajaron. Cuentan que manejaron por casi media hora hasta que pararon en medio del bosque, sin luz, en plena oscuridad, empezaron a revisar el auto, se robaron carteras, celulares, dinero en efectivo.

En su intento por salvarlas, Samuel e Isaac gritaban y ponían resistencia; como respuesta, los agresores los golpearon y los hirieron en más de cinco ocasiones a cada uno; luego los abandonaron a su suerte en medio de la nada, no fue hasta que un campesino los encontró que los trasladó a la Ciudad de México, estaban justo en la frontera entre Morelos y la alcaldía Tlalpan; donde no hay vigilancia, cámaras de seguridad ni protección para todo aquel que cruce la carretera libre o la de cuota hacia aquella entidad.

Este no es el primer caso de víctimas de la inseguridad en ese punto, en este año se han denunciado ante la fiscalía capitalina 20 casos10 en el último trimestre— de familias que dicen ser víctimas de la delincuencia en el tramo que comprende Parres, Topilejo, Huitzilac y Tres Marías. No hay detenidos ni si quiera investigación, pues a las víctimas les dicen que si bien la denuncia se levantó aquí, el delito se cometió en Morelos, entonces corresponde a aquella fiscalía, allá les dicen que la denuncia está radicada aquí y entonces a la Ciudad de México le toca investigar, mientras, las víctimas siguen desprotegidas.

“Es horrible, te sientes lo más vulnerable posible, sin posibilidad de nada. En ese momento pensamos que nos iban a matar a todos, por más que gritábamos nadie nos escuchaba, de verdad, estamos en medio de la nada, en el bosque… ahí te hacen de todo y nadie se da cuenta”, narró para una de las víctimas sobreviviente a este atentado, quien de antemano pidió anonimato. “No sé cuánto tiempo nos cueste atravesar ese tramo, de recordar, tiemblo”, remata la mujer que tiene una casa de descanso en Tetecala y antes, cada viernes, salía hacia dicho lugar.

En esa zona, personal de inteligencia de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), en coordinación con la Guardia Nacional (GN), trabaja para desmantelar una banda organizada que se dedica al robo y secuestro exprés en las zona boscosa de Tlalpan; las denuncias radicadas en la fiscalía capitalina revelan el mismo modus operandi, amagan a los turistas, los “pasean” para vaciar sus tarjetas bancarias y se roban sus vehículos, para después abandonarlos a sus suerte en medio de la carretera.

De momento, el trabajo de las autoridades se ha concentrado en golpear a grupos de talamontes, pero no se ha permeado a los que posiblemente estén ligados a la delincuencia organizada. Fuentes de la fiscalía capitalina apuntan a que el incremento en los robos y los secuestros exprés de paseantes en el sector se debe a que se ha mermado la actividad criminal de los talamontes y ahora han encontrado en la falta de vigilancia por parte de las autoridades, un “nicho” en este tipo de atracos.

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De entre las víctimas recientes se encuentran dos familias, una pareja y una empresa de espectáculos, a quienes les robaron luces, bocinas e instrumentos musicales en octubre. Todos dijeron que se “pararon” a comer en el paradero de Tres Marías y luego los atracaron, la investigación apunta a que los delincuentes operan en esa zona, se hacen pasar por clientes y ahí mismo “eligen” a sus víctimas, cuando agarran camino —sobre la autopista— los interceptan para luego privarlos de la libertad por un lapso de dos horas.

Más tarde, las víctimas son abandonadas a la altura del poblado de Topilejo, en Tlalpan, donde se ven en la necesidad de pedir ayuda a los vecinos de ese lugar, pues los despojan de celulares, vehículos y dinero. A consecuencia de este robo, una mujer de la tercera edad terminó hospitalizada por la crisis nerviosa que vivió, se encuentra grave de salud.

Según los registros de la fiscalía capitalina, la actividad criminal de los delincuentes en aquella zona empezó a incrementar desde julio, nadie denunciaba por temor a represalias, pero en agosto una familia se acercó a las autoridades exigiendo justicia, pues fue víctima —en el mismo sector— de secuestro exprés; los delincuentes se llevaron identificaciones, por lo que aunque los liberaron, continuaron amenazándolos y exigiéndoles dinero, pues les advertían “tenemos todos tus datos, sabemos dónde viven, sus cuentas de face, todo”.

En otro caso, ocurrido el 21 de agosto en la autopista México-Cuernavaca, a la altura del kilómetro 40, una familia que se dirigía a Acapulco de fin de semana se paró en las inmediaciones de Tres Marías por bebidas para el camino y creen que ahí los identificaron. Más adelante, según se lee en la carpeta de investigación a la que tuvo acceso, a la altura del “arco”, fueron interceptados por varios sujetos con armas largas; el padre de familia con tal de proteger a sus hijos, se sometió a los delincuentes.

“Los colocan en el asiento trasero del vehículo donde los obligan a ponerse en el piso y los cubren con ropa para que no los vean y comienzan a circular por varios minutos, mencionando que los desapoderan de sus pertenencias y les piden las claves de sus tarjetas de crédito y débito, sus contraseñas electrónicas de la banca móvil para realizar transferencias y disposiciones en cajeros automáticos”, se lee en el documento.

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