La vitivinicultura en Ribera del Duero confirma que, mientras el vino brinda una experiencia gozosa, golosa y cultural, es también un factor elemental del desarrollo social. El doctor Pascual García, presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen (D.O.) Ribera del Duero, explicó en entrevista durante su visita a México qué significa el vino para los habitantes de esta D.O. y cuáles son las características de la vitivinicultura ribereña, una razón de vida que él hace propia.

“En Ribera del Duero , el vino es una parte elemental de la vida: es la esencia, la raíz. El vino lo es todo: se vive alrededor de él”, afirmó Pascual García.

La Denominación de Origen se obtuvo en 1982. Sin embargo, en la región han elaborado vinos desde los remotos tiempos en los que los romanos dominaban la zona. La normativa abarca cuatro provincias de la Comunidad Autónoma de Castilla y León: Burgos, Segovia, Soria y Valladolid. La variedad más común es la Tempranillo, que debe figurar al menos en un 75% de todos los vinos tintos y, como mínimo, en un 50% de los vinos rosados. También están autorizadas la Cabernet Sauvignon, la Merlot, la Malbec, la Garnacha y, como única variedad blanca, la Albillo.

“Gracias al clima, al territorio, a la altitud y al trabajo, Ribera del Duero es en donde mejor se expresa la Tempranillo: alcanza una mayor acidez, más taninos y un importante grado alcohólico, pero los vinos resultan equilibrados. Otra característica es la longevidad: gracias a la acidez, los vinos pueden mantenerse en perfectas condiciones unos 30 años”, explicó Pascual García.

En esta región productora se privilegia la calidad sobre la cantidad, y los productores vinifican con la consigna de conseguir los mejores vinos para cada segmento de precios. Así, en Ribera del Duero hay para todos los gustos y todos los bolsillos. El doctor Pascual explicó la clasificación de los vinos ribereños: “En un rosado vamos a encontrar un vino con Tempranillo y, en muchos casos, con Albillo. Buscamos una bebida fresca, afrutada y ligera, pero bien hecha y compleja. Siguen los tintos jóvenes, que pasan por barrica un máximo de 12 meses y tienen aromas a fruta pura”, señaló Pascual.

“Los robles son vinos frescos, pero ya tienen unos toques sutiles de madera, propios de su paso de al menos 12 meses en barrica. Los crianza pasan por un tiempo de maduración más largo, por lo que los aromas propios de la barrica como las notas ahumadas o especiadas están más presentes, pero se conserva la frescura.

Finalmente, en un vino reserva, que pasa al menos 12 meses en barrica y 36 meses entre barrica y botella, predominan las especias, pero siempre acompañadas de fruta”, detalló el presidente del Consejo.

La importancia de los viñedos de Ribera del Duero
La importancia de los viñedos de Ribera del Duero

En la D.O. Ribera del Duero el clima es extremo: los inviernos son muy duros y los veranos, muy calurosos. Además, el diferencial térmico ayuda a obtener frutos de calidad. Por ejemplo, en un día común de septiembre, la temperatura al mediodía puede llegar a los 30 grados centígrados, y descender a los -5 en la noche. Es una zona geográfica de gran altitud y con una importante variedad de suelos. Todo eso crea un ecosistema único para el desarrollo de la Tempranillo que, en copa, habla de su suelo, su clima y de las manos que la cultivan: habla de su peculiar terruño.

Pascual García explicó que, para la población ribereña, el vino es mucho más que una bebida: el vino es el centro de la vida de los locales. "Si analizamos los movimientos demográficos de la zona, veremos que éstos están ligados a la evolución del vino. Las comarcas agrícolas son las zonas más vivas, con más gente. Además, la vitivinicultura ha fijado a la población. Por ejemplo, a finales del s. XIX y principios del XX hubo un ataque de filoxera y, en 1955, cayó una helada que dejó a las vides sin fruto. En ambas ocasiones la gente tuvo que irse a buscar en dónde trabajar y los viñedos se quedaron en abandono.”

En Ribera del Duero , la clave del dinamismo poblacional se encuentra en el sector vitivinícola y en el turismo asociado a él. No se podrían entender el uno sin el otro.

El paisaje es dominado por los viñedos, y la historia ha estado siempre ligada al vino, que ha sido fundamental para el desarrollo económico y cultural. El ritual de abrir y disfrutar un vino de Ribera del Duero supone un acercamiento a la vida cotidiana, al paisaje en donde predomina la vid y, por supuesto, a la variedad Tempranillo en una de sus máximas expresiones.

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