La Plaza Juárez, en el centro de Tapachula, se convirtió en la pequeña Haití. Aquí la vida de esa nación caribeña se recrea con cientos de haitianos que ofrecen cortes de cabello y peinados, cambio de divisas, venta de chips y tarjetas telefónicas, así como comida de esa nación, como forma de vida para sobrevivir.

No son los únicos. Los venezolanos venden arepas (comida típica de su país) en las calles o han instalado pequeñas fondas que anuncian diversos platillos. También familias salvadoreñas han pasado de ofrecer pupusas (especie de gordita de harina rellena de carne) en una carretilla callejera a formar un negocio familiar; pero también en otros sitios se venden delicias hondureñas, cubanas, colombianas o de Bangladesh, todo teniendo de fondo a unos músicos de marimba chiapaneca.

Es la Tapachula migrante, como Torre de Babel, de diversos rostros, idiomas, naciones, pero todos con el mismo sueño de huir de la pobreza, la violencia, las bandas de pandilleros, pero también de regímenes totalitarios o represores de la región, lo que ha convertido el sur de Chiapas en un embudo de extranjeros que sobreviven como albañiles, meseras, lavaplatos, vendedores de fruta o cargadores.

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Wall Street chiapaneco

Charles, haitiano, de 32 años, arribó hace tres meses a esta localidad, proveniente de Chile, donde vivió cinco años trabajando como albañil. “Me iba bien, pero vine para acá porque [hay] mejores perspectivas en México, para que en la vida nos vaya mejor”, aseguró.

Con sus pocos ahorros, Charles instaló en la Plaza Benito Juárez una improvisada casa de cambio de divisas, con una pequeña tabla de madera y tres cubetas, donde exhibe billetes de toda América Latina y el Caribe, así como de naciones africanas.

El haitiano dice que en ocasiones son más las pérdidas, porque algunas monedas, como el Bolívar o el peso cubano, no valen nada y es difícil convertirlos en pesos mexicanos o dólares.

Él y otros haitianos crearon el llamado “Wall Street de Tapachula”, donde una veintena de jóvenes haitianos emprendieron desde hace varios meses el negocio de casas de cambio de divisas ambulantes.

Las pequeñas mesas de madera donde los haitianos realizan el cambio de divisas son también un mosaico de héroes latinoamericanos impresos en los billetes y monedas. Desde Simón Bolívar hasta Catherine Flon, líder de la Revolución Haitiana; Santander, Washington, así como monedas de diversas aleaciones, que dicen los hondureños, “prácticamente no valen nada”.

Se estima que en Tapachula hay varados unos 35 mil haitianos en espera de resoluciones de asilo, que podría llevarles hasta 10 meses. Algunos trabajan como vendedores ambulantes de agua y refresco, otros como albañiles, con salarios de entre 100 y 200 pesos al día.

A unos metros, una decena de peluqueros haitianos son el centro de atención. El haitiano Didi con una navaja, unas tijeras y un banco, diseña sobre las cabelleras de caribeños y sudamericanos los cortes de pelo de moda en el mundo.

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