Zacatecas.— El 20 de octubre pasado, María, madre de cinco hijos, salió como cada día a trabajar, lo que implicaba dejar solos a sus pequeños por varias horas; ella jamás regresó a su casa porque fue asesinada por sujetos armados, junto con un hombre que era .

El doble homicidio ocurrió a plena luz del día y frente a los ojos de los transeúntes que rondaban la Plaza Bicentenario, ubicada en la zona centro de Zacatecas, el pasado 20 de octubre.

Por ser un caso relacionado al crimen organizado presuntamente perpetrado en contra de un policía, la investigación de la muerte de María se turnó a la Unidad Especializada de Investigación de Delitos Dolosos de la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE); por ende, ellos no pueden ser contabilizados en el registro de niños y adolescentes en situación de orfandad por feminicidio.

En entrevista, Fátima Encina Arroyo, fiscal especializada en Atención de Delitos contra las Mujeres por Razones de Género de la FGJE, confirma que su área investiga los delitos de feminicidio, pero el caso de María no es de su competencia. La funcionaria asegura que en este tipo de hechos, la FGJE notifica al DIF y a la Comisión Estatal de Víctimas por ser las instancias que brindan atención a los menores.

EL UNIVERSAL solicitó información al gobierno estatal sobre este caso y las cifras de huérfanos por violencias, pero no obtuvo respuesta.

En este año suman 11 carpetas de investigación por feminicidio y estas mujeres dejaron 10 huérfanos. El año con mayor incidencia feminicida fue 2018, con 22 casos, mientras que el promedio anual estatal es de 14 a 15 casos, cifra que, admite, no deja de ser preocupante, la cual se mantuvo en 2019 y 2020.

El problema, dice Cristela Trejo, abogada feminista y defensora de las infancias, es que la niñez vive en un país donde la violencia es parte de su desarrollo.

Por ende, Trejo pide que se reconozca como emergencia nacional y exige al Estado crear un registro integral para ubicar y atender a todos los infantes huérfanos por las violencias y desapariciones; además, urgió a nivel local legislar y adoptar el nuevo Protocolo Nacional de Atención Integral a Niñas, Niños y Adolescentes en Condición de Orfandad por Feminicidio.

“Esperaban a su mamá”

La activista Cristela Trejo cuestiona que en el caso de María hubo trato diferenciado, pues sobre el policía se conoció su nombre y se le rindió homenaje, mientras que con ella se tardaron dos días en contactar a sus familiares.

Trejo asegura que esa familia era víctima  de la injusticia social, pues ella era jefa de familia y a diario salía a ganarse la vida.

“El asombro fue que, después de varias horas del asesinato, al realizar la búsqueda en su domicilio, se encontraron a los niños solos, donde el más grande cuidaba a sus cuatro hermanos. Todos son pequeños, el más chiquito apenas comienza a caminar. Esperaban la llegada de su madre, a la que nunca más verán. A su corta edad ya saben del abandono directo e indirecto, de pobrezas y sobrevivencias”, lamenta.

Los infantes fueron resguardados por las instituciones estatales; los hermanos de María comenzaron “con la ruta burocrática” para recuperarlos.

Cada día la violencia deja familias destrozadas, dice, y no es posible que los testigos que vieron el asesinato en una plaza pública revelen que “los asesinos se fueron caminando como si nada. Eso pasa, por la corrupción e impunidad, porque el Estado no les hace nada, por eso hay tanta violencia, porque no hay justicia”.

La terapia del duelo

La sicoterapeuta Noelia de Luna considera el dolor que enfrentarán los pequeños, ya que en 11 años de profesión le ha tocado atender a menores de edad víctimas del delito y en condición de orfandad.

En la sicoterapia de duelo que aplica a menores emplea un arenero y recurre al juego para canalizar, dirigir y contener las emociones, además, conoce los daños afectivos que traen por la pérdida de sus padres y ellos mismos a veces recrean con juguetes los momentos violentos.

Cuando se trata de algún feminicidio u homicidio, Noelia realiza en la terapia un ritual con un pequeño féretro, unas minúsculas lámparas en forma de velas, una muñeca o muñeco que permite a los infantes darle un adiós a sus padres de una forma restaurativa y positiva. Mientras que en las desapariciones, se trabaja bajo una línea del tiempo.

“Hace 15 años, cuando era estudiante, pensé que sería muy lejano ver que los sicólogos especializados en niños fueran muy requeridos, pero la realidad no sólo nos alcanzó, sino que nos rebasó”, indica.

Hoy, el mayor temor de la sicoterapeuta es que a los menores no se les brinde atención sicológica inmediata y que a futuro pueda repercutir en su desarrollo por no tratar el duelo por la pérdida de sus padres, más aún si quedaron en abandono y sin red de apoyo familiar.

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