Acapulco.— El Centro Internacional de Acapulco (CIA) se convirtió este martes en el epicentro del dolor en Guerrero. Ayer se agolparon años, décadas de impunidad. En el salón Teotihuacán cupieron todos: víctimas, defensores de derechos humanos y hasta los verdugos. Los protagonistas de la tragedia.

Al CIA llegaron las madres, los hermanos, las esposas, hijos de desaparecidos y muertos de los últimos años en Chilapa, Iguala, Acapulco, Chilpancingo. También arribaron los amapoleros de la Sierra; los policías comunitarios de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC); las autodefensas de la Upoeg, así como los opositores al proyecto hidroeléctrico La Parota.

Las víctimas, sobre todo, se resistieron a la idea del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, de perdonar por perdonar. “No habrá perdón sin que antes haya justicia”, repitieron durante el Foro de Escucha para la Pacificación del País, que organiza el gobierno entrante.

El evento estuvo encabezado por el senador y futuro subsecretario de Derechos Humanos y Migración de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas Rodríguez.

Los familiares fueron contundentes: no más simulaciones, que los gobiernos dejen de dar despensas y se pongan a buscar a los desaparecidos; que lleguen con los culpables.

Margarita López Pérez, madre de Yahaira Guadalupe Baena López, joven a quien un grupo armado se la llevó en Oaxaca en 2014, pidió que la estrategia de atención a víctimas no se reduzca a la entrega de despensas. “Ya estamos hasta la madre, ya no vamos a aceptar que se burlen de nosotros”, gritó frente a Encinas.

Pidió atención directa: “Ahora los gobiernos sólo nos atienden si formamos parte de una organización. Queremos atención directa, lejos de las organizaciones de vividores”.

Encinas, en respuesta, les dijo que con el próximo gobierno de López Obrador se comenzará a construir una nueva relación que se basará en resultados. “Yo no voy a ser un florero en la subsecretaría. Si no doy resultados, renunciaré”, afirmó.

Antes de entrar al salón Teotihuacán, Felipe de la Cruz, vocero de los papás y mamás de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, fue claro: “No podemos perdonar cuando como padres perdimos lo más importante, nuestros hijos”.

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