Querétaro.— Édgar Martínez Olguín tiene 19 años siendo paramédico. Recuerda que seguir los pasos de un tío fue lo que lo motivó a ingresar a este mundo de las emergencias médicas, pero apenas hace seis años decidió enfocarse en el rescate de personas acompañado de quien en ese entonces era su más fiel compañero: Athos, de quien hoy siguen sus pasos sus hijos Balam y Orly.

Hoy, Édgar es guía canino de la Fuerza de Tarea 1 de la Cruz Roja Mexicana y además de entrenar todos los días a sus lomitos, se dedica a capacitar a muchos otros para diversas corporaciones en el país y fuera de éste, comprometido con la causa de formar más perros de búsqueda.

“Inicié a los 16 años. Ya estaba en sistema de emergencias y creo que fue por un tío. Él ya se dedicaba a eso y cuando crecí, entré con él a las emergencias. [Las labores] las realizamos creo que desde hace seis años con perros, pero soy paramédico desde hace 19 años. Siempre me habían gustado los perros, siempre he tenido ese interés en entrenar perros, pero hasta que vi el tema de los canes de rescate fue que me enganché completamente y lo vi en un video de Youtube”, comenta.

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Han pasado casi dos años desde que Athos perdió la vida luego de que un vecino lo envenenó. El hecho marcó no sólo a Édgar, quien fue su entrenador y su manejador, sino a todo el escuadrón que hoy se muestra comprometido con seguir en esta causa.

“Salimos adelante con mucho esfuerzo, creo que era nuestro primer perro y el más operativo que teníamos, entonces creo que fue un golpe del que nos costó mucho levantarnos, pero aún así creo que la energía de los demás perritos fue la que nos hizo mucho ímpetu, que es también el tema del compromiso para la hora en que se necesitan perros de búsqueda; eso fue lo que nos ayudó también bastante”, agrega.

Fue este compromiso el que les permitió tener un escuadrón listo para viajar en el momento en que se hizo el llamado para apoyar en las labores de rescate tras el terremoto de febrero pasado en Turquía, a donde asistieron por primera vez Balam y Orly.

“En Turquía tuvimos la bendición de tener la capacidad para poder ir allá y eso nos tiene al menos manteniendo la especialidad, porque es algo que en el país ha despuntado; hoy por hoy mucha gente conoce lo que es un perro de rescate y antes del [sismo de] 2017 eso era casi nulo”, recuerda.

Hoy es común ver en cierto edificio en ruinas en Querétaro a Édgar acompañado de su equipo de manejadores, quienes diariamente entrenan a distintos perros que el día de mañana participarán en las labores en las que se les requiera, no sólo para rescate, sino con otros objetivos.

Tal es el caso de Rocky y Robinson, dos border collie que hoy acompañan a Balam y Orly en su entrenamiento dentro de un área en ruinas. Ellos pertenecen a una unidad de bomberos, desde donde trabajarán, pero que actualmente se capacitan en esta zona junto con sus formadores.

“Esta es una simulación; le llamamos nosotros escombrera. Todo el entrenamiento que se hace aquí, se simula una persona que esté debajo del escombro para que pueda el perro replicar lo que pasaría en un sismo. En el caso de Turquía, fue lo que estuvimos haciendo; para el perro nunca fue extraño el lugar en donde estaba buscando porque era muy parecido a donde siempre estuvo trabajando”, explica.

Édgar Martínez comenta que el entrenamiento en este tipo de escenarios es un trabajo de todos los días, pues los perros no pueden dejar de practicar para evitar perder las habilidades adquiridas.

“En el caso del perrito, es un ser vivo que constantemente está cambiando y está aprendiendo cosas. Si él para su entrenamiento, entonces empezaría a aprender lo de una vida cotidiana, por esa razón no puede parar su entrenamiento (…) Nosotros nos dedicamos literalmente a esto. Entonces, cuando el perro no hace el trabajo en escombros, hace trabajos de otro tipo, como la socialización en plazas públicas, que idealmente lo usamos para hacer exhibiciones, que la gente interactúe con ellos, para que sigan siendo siempre amigables, siempre quieran estar con personas que no sean el manejador, estar interactuando”, expone.

Esta parte, además, les ha permitido hacer labores de concientización para las nuevas generaciones, quienes vienen mucho más sensibilizados en cuestiones de rescate animal, por lo que para este equipo, las labores sociales se han vuelto esenciales como una forma de retribuir a la sociedad, “porque nosotros nos sentimos muy bendecidos con el tema de los perros, por las satisfacciones que nos dan, entonces, una manera que nos da eso es apoyando a más perritos, que puedan tener una vida más amigable”.

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