Tijuana.— Una pequeña fila de personas espera afuera del negocio sobre el bulevar. Unos se desbordan en lágrimas, a otros se les apaga la mirada y clavan sus ojos al piso. A algunos, en medio de un silencio sepulcral, la fuerza sólo les da para abrazarse y sí, hay también quienes se rompen ahí mismo. La respuesta del empleado de la funeraria es la misma para todos: “No hay servicio de cremación, estamos saturados”.

La única opción para quienes perdieron a un familiar por Covid-19 en es esperar, en algunos casos, una semana y hasta 15 días. Otros prefieren viajar a otros municipios en los que las empresas aún tienen espacios.

“Lo lamento mucho, de verdad, pero ya tenemos una semana sin espacio”, responde un empleado de la funeraria San Gabriel, un hombre de unos 40 años, de bigote negro y pequeño, con su ropa oscura y el rostro descompuesto. “No hay espacios… de verdad… tal vez en unas dos semanas o ya que baje… estamos a full”, repite.

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Frente a él, una pareja le insiste en que, por favor, les dé solución. El padre del joven murió hace más de cuatro días y aún no hallan quién pueda recoger el cuerpo. En cada visita a una funeraria o crematorio, hasta ese momento, hallan la misma respuesta: “No se puede, no hay lugar”.

Además, los precios son otro factor que complica el problema, de por sí ya grande.

Un servicio que antes costaba menos de 10 mil pesos hoy cuesta entre 17 mil y hasta por encima de los 21 mil pesos.

“Ni siquiera podemos despedirlos como se debe. En el hospital no hubo manera de verlos y ahora, ya muerto, ni así termina todo esto”, explica el joven antes de retirarse con su pareja para seguir con su peregrinar. Antes lanza un: “Ojalá y tengan más suerte” a las personas que aún permanecen en la fila.

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El negocio entre la tragedia

En Baja California, desde que inició la pandemia de Covid-19 —en marzo de 2020—, y hasta ayer, 20 de enero de este año, han muerto 6 mil 232 personas.

Más de la mitad de las víctimas son adultos de la tercera edad, que superan los 60 años.

A nivel nacional, la entidad se posicionó en el quinto lugar con el mayor número de defunciones a causa del coronavirus durante el último mes; esta ciudad concentra la mayoría.

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Justo aquí, en Tijuana, las funerarias habían hallado un nicho para explotar con el repunte de muertes por violencia. Solamente en 2020 la cifra alcanzó las 2015 víctimas; sin embargo, ahora, con las muertes por coronavirus, las empresas no se dan abasto y aun así intentan captar el mayor número de clientes con precios que se han disparado.

A las afueras del Hospital General de Tijuana, por ejemplo, llegan camionetas tipo Suburban con placas estadounidenses y sin ningún tipo de logotipo o nombre que las identifique como empresas funerarias. Se quedan durante horas y esperan el llamado para recoger alguno de los cuerpos. Los vehículos son de compañías pequeñas que no tienen crematorios, pero que se han aliado con otros para obtener clientes.

Desde el otro lado del auricular, una de las empleadas del Panteón Jardín —que tiene un horno para cremar— explica a una mujer que sólo atienden a clientes que ya cuentan con un paquete con ellos y le sugiere hablar a alguna de las, por lo menos, cuatro funerarias pequeñas con las que colaboran para que se encarguen del trámite y así le puedan recibir el cuerpo. El costo no es menor a los 17 mil pesos.

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A finales de abril del año pasado, el delegado del gobierno federal en Baja California, Alejandro Ruiz Uribe, informó que en ese momento se habían detectado cobros excesivos de hasta 50 mil pesos por servicios de cremación. Esa situación cambió luego de una reunión con los dueños de las funerarias, quienes aceptaron disminuir el monto a 7 mil pesos por servicio. Sin embargo, en esta segunda ola de contagios los precios ya se han triplicado.

En la Funeraria González, un empleado le explica a una mujer que no hay espacios para cremar y que por la saturación se ha decidido sólo atender a quienes ya tienen un paquete con ellos, aunque existe una segunda opción: pagar mil 500 pesos diarios mientras el cadáver está en refrigeración hasta el día de su cremación, servicio que tiene un costo extra de 21 mil pesos.

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El gobierno del estado, que también participó en la primera negociación con las funerarias para acordar un costo no desmedido, aún no responde si intervendrá nuevamente.