Con la firme convicción de que el arte es un “arma muy poderosa de paz, de cambio y de transformación”, la cantautora coahuilense Vivir Quintana desafía a las violencias machistas y al amor romántico a través de su música.
Con 35 años y originaria de Francisco I. Madero, Coahuila , Viviana Monserrat Quintana Rodríguez es también la creadora de la Canción sin miedo , un tema que se ha convertido en himno de la lucha feminista y en resonancia de las voces de las madres que buscan justicia para sus hijas muertas o desaparecidas.
“Cada vez veo a más mujeres que desde sus trincheras buscan una transformación, pero no una que sea como un eslogan de campaña, sino como una transformación profunda, de decir: ‘Ya nos estamos dando cuenta de qué está sucediendo’”, señala en entrevista con EL UNIVERSAL .
Para Vivir Quintana, nombrada por la revista Forbes como una de las mexicanas más creativas de 2020, el problema más grande que enfrentan las mujeres es la invisibilización de las violencias contra ellas por su género. Desde su perspectiva, las autoridades se niegan a reconocerlo, porque ello supondría aceptar que están cometiendo errores. Lo mismo pasa, afirma, con la sociedad.
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“Es necesario aceptar que tenemos un problema muy grande de salud, que es el feminicidio y la violencia de género , para luego aceptar que no estamos haciendo las cosas bien, tanto de un lado como del otro”, apunta.
Experta en su género, el “ranchero azul”, Vivir Quintana además es reconocida por ser una de las voces presentes en Las tres muertes de Marisela Escobedo , documental de Netflix que hace patente la estrofa que ella misma escribió: “Nos sembraron miedo, nos crecieron alas”.
¿Qué está pasando en México en materia de violencia de género?
—Creo que en México estamos viviendo una etapa muy crítica y muy difícil, tanto hombres como mujeres, pero creo que las mujeres estamos enfrentando violencia a niveles muy grandes y muy dolorosos en todas las áreas.
Es verdad que también existen mujeres más vulneradas que otras. Por ejemplo, yo tengo el privilegio de estar pasando la cuarentena en un lugar seguro, pero hay otras que están viviendo lo contrario; sin embargo, creo que en México estamos tratando de invisibilizarlo.
Aceptarlo es reconocer que tenemos un grave problema de salud, como lo es esta violencia tan grande que nos aqueja, es aceptar que hay un error, que el sistema no funciona, que no se nos está dando la seguridad a las mujeres para existir en México.
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Esto no se trata de este sexenio ni de quién lleva ahorita el mando, pero sí creo que quien lleva el mando debería poner este tema más arriba en la agenda.
¿Qué hay que hacer con esta enfermedad, que es la violencia de género y el silencio en torno a ella?
—Se tiene que aceptar que este sistema que está rigiéndonos no funciona. Yo veo todo el tiempo que las autoridades se la pasan ajustando o definiendo tal o cual programa [gubernamental], pero creo que es mejor aceptar que la estructura como la tenemos no funciona.
Aceptar el error es algo que el pueblo le agradecería mucho a quienes toman decisiones, así se pueden transformar las cosas.
Yo me quedo pensando mucho en las mujeres que han sido víctimas de feminicidio y ya no están, pero también es importante ver a las madres que llevan años buscando a sus hijas o pidiendo que se haga justicia.
He encontrado muchas madres que dicen: “Yo sé quién mató a mi hija y dónde está, pero nadie hace nada”. Esto pasó con Marisela Escobedo, se supo quién asesinó a su hija, pero no se hizo nada, porque para ello el sistema tendría que haber aceptado que se cometió un error.
No nos damos cuenta de que el feminicido es la pandemia que más ha estado en México, que la violencia de género nos llegó muchos años antes que el Covid-19 . Si el coronavirus se está saliendo de control es porque no ponemos atención, porque no es un problema sólo del gobierno, sino que tenemos todos desde casa, en el que tenemos que actuar y decir que sí la estamos regando.
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Tenemos que escuchar a las familias, darles un espacio ¿Qué es lo que más quieres cuando pierdes a alguien? Tener un respaldo.
Por años nos han dado a entender que no se conecta con ese dolor, ¿y qué ha pasado?: el dolor se ha agrandado y se ha convertido en furia y en muchas otras cosas, menos en justicia.
Hay que hacer real la justicia. Creo que ya estamos hasta el borde y no podemos hacer más, no puede ser posible que esto pase en México, que es uno de los lugares más ricos en arte y en cultura, con gente hermosa.
¿Cómo ve Vivir Quintana a su tierra Coahuila?
—Veo que no se escucha a la víctima y a las familias.
En el estado, sobre todo en Saltillo , no se ha querido aceptar que hay un problema grave, que en los últimos años han incrementado los feminicidios.
Sé que esto está pasando porque estoy muy de cerca con muchas compañeras que luchan por allá y que están acompañando a las víctimas desde años. Por ejemplo, tengo un amigo al que le mataron a una de sus tías y tiene muchos años buscando justicia y nadie le hace caso.
Es increíble, le piden al presidente municipal que actúe por estos casos y contesta todos los mensajes, menos los que tienen que ver con los feminicidios. En el arte, en la política, en el mundo de la visibilidad pública te debes a la gente totalmente, y no hay que olvidarlo.
¿Cómo se hace presente, desde el arte, el problema que no se quiere nombrar?
—Yo creo que ya fue demasiado el cansancio. Entramos en una ola en la que las mujeres nos estamos dando cuenta cada vez más de lo que ocurre, de lo que ya estaba pasando (...) Hace 10 años precisamente estaban asesinando a Marisela Escobedo, que venía con una lucha imparable por el feminicidio de su hija.
Ahorita, desde cada área, las mujeres estamos tratando de hacer algo. Por ejemplo, pertenezco a una colectiva de mujeres en la música que se llama Energía Nuclear . Aquí estamos unidas desde el arte, pero cada vez veo a más mujeres que desde sus trincheras buscan una transformación.
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Cada vez estamos con más empatía y creo que por medio del arte estamos tratando de hacer canciones más conscientes.
Los artistas tenemos una gran responsabilidad con el discurso y las personas que nos siguen, porque es muy bonito hablar de números y de seguidores, pero es una responsabilidad.
¿Cómo comienzas a hacer de la música un espacio de lucha, denuncia y resistencia?
—Estuve muchos años trabajando en un mariachi, crecí escuchando música y desde niña me interesaba cómo eran las letras de las canciones, pero además siempre he tenido presente el hacer conciencia. Recuerdo que cuando trabajaba en el mariachi fuimos a llevar una serenata y me dice el señor que nos contrató: “Es que cumplimos 30 años de matrimonio (...) Yo amo mucho a mi esposa y esta es la canción que más le quiero dedicar, porque nos gusta mucho”. El tema era Si Dios Me Quita la Vida, de Javier Solís .
Pero justamente la canción habla de un tipo que le dice a su pareja: “No te voy a dejar en paz, ni muerto”, y me acuerdo que yo la estaba cantando e hice ese click. Ese día, el espíritu de la creatividad, de la conciencia y del feminismo se me atravesó. Ahí fue cuando pensé: “Yo no le dedicaría esta canción a alguien que quisiera mucho, aunque la armonía y la música sean bellísimas”.
Y así hay muchísimas canciones mexicanas, no nos detenemos a escuchar de qué hablan.
Hablemos de Canción sin miedo, ¿cómo logras reunir tantas luchas, voces y exigencias en ella?
—Creo que yo fui la que dio a conocer el mensaje, pero era un discurso que teníamos ya muchas mujeres. Es algo tan fuerte y tan doloroso que estamos viviendo todos los días.
Esta fue una iniciativa con Mon Laferte para cantarla en el Zócalo de la Ciudad de México. Me acuerdo que ella me dijo que teníamos que denunciar a través de la música lo que está pasando.
Para mí fue muy difícil hacer la canción a nivel personal, pues hace 10 años una amiga de la universidad fue víctima de feminicidio y ella no fue la única, esto ha incrementado en todo el país.
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Al ver una adaptación que hicieron unas compañeras de Colombia, con los nombres de sus asesinadas, me di cuenta de que esta canción nunca me perteneció, ha sido siempre del pueblo y de las mujeres.
Yo no quería decir que esta canción es un himno, pero ahora, con toda la sencillez y humildad del mundo, creo que sí lo es, porque lo que hace un himno es unir.
¿Qué te provoca que Canción sin miedo se haya replicado y adaptado por el mundo?
—Ha sido súper bonito y súper transformador. He estado cerca de compañeras de toda Latinoamérica, me han mandado hasta versiones en otros idiomas, como italiano, portugués y chino.
Como artistas independientes, siempre estamos buscando eso, que nos escuchen.
Pero también fue algo muy fuerte y doloroso, pues al principio decía: “No es posible que esto ocurra con la canción, porque habla de que representa lo que está pasando en todo el mundo, aun con sus diferentes realidades”, subrayó.