Juchitán.— En el primer cuatrimestre de este año, la Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados (Comar) recibió en sus nueve delegaciones distribuidas en el país un total de 30 mil 230 solicitudes de visa humanitaria por parte de migrantes de una decena de países.
De ese total, la Comar sólo resolvió positivamente unas 8 mil peticiones de personas procedentes de Honduras, Cuba, Guatemala, Haití y El Salvador, según cifras de la propia comisión.
La delegación de la Comar en Tapachula, Chiapas, es la que concentra el mayor número de solicitantes, con 19 mil 272 peticiones, cifra que es más de la mitad del total.
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Sin embargo, la mayoría de los extranjeros que solicitan la visa humanitaria en la oficina de la Comar en Tapachula no esperan a concluir el procedimiento, que puede tardar meses.
Un embudo para los migrantes
La gente se cansa de esperar, dijo Irineo Mujica, coordinador de Pueblos Sin Frontera. Señaló que el organismo está convertido en un instrumento para contener la migración, un embudo para los migrantes porque no resuelve con prontitud las peticiones, bajo el pretexto de no tener recursos, por lo que miles de migrantes se ven obligados a unirse a caravanas y caminar por el país.
En septiembre pasado, el director de la Comar, Andrés Ramírez Silva, acudió a reunirse con diputados de Morena y expuso que el presupuesto asignado, de 51 millones de pesos a ejercer en este 2024, era insuficiente para abrir más de 140 plazas que les permita cubrir las necesidades que plantean los migrantes.
No es sólo el tema presupuestal, insistió Mujica, “se trata de entender que, en los últimos cinco años, con la llegada de lo que llaman la 4T en México, la Comar se alineó a ese sistema de contención de migrantes, como un gran embudo para chantajear al gobierno estadounidense.
“La 4T hace negocios con Estados Unidos medrando con los migrantes”, acusó el activista.
El caso de Deisy
Deisy es una madre de familia de Venezuela que avanza caminando sobre la carretera Panamericana 190, va llegando a Juchitán, Oaxaca, en compañía de sus dos pequeñas hijas y su pareja, que conoció en el camino, y aceptó para tener la seguridad que nadie le hará daño.
Confiesa que hizo el trámite en la Comar, pero se fastidió de esperar: “¿Cómo espero en Tapachula cinco, seis o nueve meses que dure el trámite en Comar sin dinero para rentar un cuarto y comer?”, cuestionó de manera angustiada.
“Preferí caminar con otras personas. Ya casi estamos en Juchitán”, dijo en su trayecto.