Cuatro Ciénegas.— Desde los 16 años, Carlos Alejo se dedica al viejo oficio de quemar candelilla para producir cera que se usa principalmente para abrillantadores, gomas de mascar, pinturas, velas, cosméticos, pero que su cadena de valor inicia en los poblados del desierto coahuilense, a través de un rudimentario trabajo.

Carlos tiene 38 años y este día se encuentra enfrente de una enorme hoguera donde arroja la planta de la candelilla (Euphorbia antisyphillitica Zucc), un producto forestal no maderable que se halla únicamente en México, en las serranías del desierto del norte, principalmente en Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua, Durango y Zacatecas.

El candelillero vive en el ejido Tanque Nuevo, municipio de Cuatro Ciénegas, Coahuila, el estado que concentra la mayor producción del país, según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Comisión Nacional Forestal (Conafor). De 238 habitantes que tiene este pueblo, 30 hombres se dedican al oficio.

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Carlos Alejo está frente a lo que llaman una paila, una estructura de hierro enterrada en el suelo. Debajo se halla un hueco que sirve como hoguera.

Los candelilleros colocan la planta de la candelilla en la estructura, echan agua, algunos también echan ácido sulfúrico y prenden la lumbre hasta que el agua hierve. La cera se obtiene hasta que ebulle.

Con una pala que hace las funciones de colador, Carlos echa la cera sobre un depósito de aluminio.

“La espuma es la cera. Se le va agua y se desagua en un tambo”, explica el candelillero. La cera se deja reposar hasta que pasa a un estado sólido. “Pasa la noche, se seca y se vuelve cera”, detalla.

La quema puede durar cuatro horas o todo el día. “Entre más recio esté el fuego, más rápido sale”, añade Carlos.

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“Es una chinga”, resume Carlos Alejo y sí, si se considera también que el proceso genera contaminantes no sólo al ambiente, sino directamente a los candelilleros. Y todo por la escasa materia prima que se obtiene.

Para cortar la candelilla hay que acudir a los cerros. Allí, muchos candelilleros pasan dos o tres días cortando la planta. Otros más van y vienen el mismo día.

Por cada viaje, Carlos trae de vuelta al menos hasta 100 kilos de planta de candelilla.

Eso se traduce a una producción de apenas cuatro kilos de cera. Lo que a su vez se convierte en una ganancia de 360 pesos.


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