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A Fernando de Fuentes muchos mexicanos lo conocen, sin saberlo. Basta ver o recordar a un niño solitario, quien es cuidado por La India María en la película El que no corre vuela, para darse cuenta de quién es.

“Tendría como siete años y mi papá nos metía a mis hermanas y a mí a actuar”, cuenta.

Fernando es hoy uno de los productores más influyentes de México. Hace 15 años cofundó Ánima Estudios, que rescató a la animación mexicana tras dos décadas de no hacerse nada (Katy la oruga, 1982), y que en 2011 regresó a la taquilla con La leyenda de la llorona y Don Gato y su pandilla, que contabilizaron más de 5 millones de boletos vendidos ese año.

La continuación de las leyendas dio a Ánima la posibilidad de realizar una serie para la plataforma digital Netflix y este fin de semana estrena La isla calaca, nueva producción de los estudios.

De Fuentes es nieto e hijo de los directores y productores del mismo nombre. El primero hizo los clásicos Vámonos con Pancho Villa y El compadre Mendoza; el segundo catapultó a María Elena Velasco en su papel de indígena al estrellato.

Pero su entrada al cine no fue fácil. “Mi papá me dijo: estudia primero ingeniería y luego vemos”.

Y obedeció. Estudió en Ingeniería en Producción en la Universidad Iberoamericana y esto, aunque parece distante al cine, le ayudó a entender los procesos que debe tener cualquier empresa.

“Nunca nos hemos pasado de presupuesto o entregado algo un día después de la fecha pactada como El Chavo del ocho (la serie), ni cuando perdimos varios archivos de Magos y Gigantes (su primera película) faltando nada para entregarla; al final de cuentas el ingeniero es quien dice el orden de los procesos, este es una creación artística y funciona así”, cuenta.

En su momento, por no haber sido tomadas en cuenta sus producciones por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, Ánima dejó de inscribirlas.

“Mi papá hacía cine comercial y lo criticaban, creo que las cosas no han cambiado”.

Aunque es difícil entrar en ese mercado —el cual no es sólo uno sino está conformado por economías regionales— el éxito siempre será posible.

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