Seguramente hemos escuchado o leído alguna nota sobre el daño que generan los alimentos procesados a nuestro cuerpo. Recordemos que dicho procesamiento se remonta hasta el año 3,000 antes de Cristo, cuando los sumerios desarrollaron el salado de la carne con el fin de conservarla un mayor tiempo hasta su consumo y cabe mencionar que se ha llevado a cabo principalmente en zonas geográficas con clima extremo donde no se puede implementar la agricultura y es necesario almacenar los alimentos por largos periodos de tiempo. Sin embargo, actualmente es extremadamente sencillo adquirir alimentos procesados que permiten sostener el ritmo de vida al que estamos expuestos, donde no contamos con el tiempo suficiente para elaborarlos y tenemos sólo unos minutos para alimentarnos, por lo que resulta necesario conseguir alimentos más balanceados para satisfacer nuestras demandas calóricas en el día a día.

Desafortunadamente, ha surgido polémica sobre el tipo de alimentación al que recurrimos actualmente, por mencionar algunos aspectos están la generación de tumores y adicciones, dolores de cabeza, entre otros. A continuación analizaremos la relación de algunos alimentos con los estados de ánimo, debido al consumo de ciertos compuestos presentes tanto en alimentos naturales como procesados.

En primera instancia, recordemos que la depresión es un problema de salud generado por diversos factores sociales (presiones socioeconómicas asociadas a un bajo nivel educativo), psicológicos (discriminación) y biológicos (mala salud física, genética o desequilibrios bioquímicos cerebrales por traumas). La Academia Nacional de Medicina (2014) en su documento de postura “La depresión y otros transtornos psiquiátricos” establece que enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad y cáncer (principales problemas de salud en México) son considerados detonadores para promover depresión en dichos pacientes, debido al costo, duración e incertidumbre de los tratamientos. No obstante, existe la creencia que los alimentos procesados por sí solos promueven la depresión en personas siendo uno de los tantos mitos que hay actualmente sobre los alimentos.

Publicaciones de la Escuela de Medicina en Harvard, indican que la única relación entre la alimentación y la depresión es la falta de consumo de la vitamina B12. Sin embargo, en un estudio realizado en la Universidad de Iowa en Estados Unidos, establece que cuando una persona se encuentra bajo estrés es más propensa a comer en mayor cantidad alimentos más “ricos” que generalmente presentan un mayor contenido de grasas y azúcares. El chocolate por ejemplo, contiene compuestos como la anandamina, teobromina, cafeína, tiramina, entre otros, que están relacionados con la producción de las hormonas de la felicidad (dopamina, serotonina y endorfinas) de dónde surge la idea popular de comer helado o chocolates cuando nos encontramos tristes. Por otro lado, los ácidos grasos insaturados, presentes en los aceites vegetales y semillas, también juegan un papel importante en las emociones ya que un nivel bajo de éstas grasas se relaciona con síntomas depresivos.

Cabe mencionar, que los efectos, positivos o negativos, de éstos compuestos son independientes de la forma en que se encuentren los alimentos, por lo que incurriríamos en un error al pensar que un tipo de alimento ya sea natural o procesado sería sano o dañino, en ambos casos las moléculas y sus propiedades son las mismas. Dicho de otra forma, la cafeína en un dulce o en una taza de café es la misma químicamente hablando, únicamente varía la intensidad del efecto según la concentración que se ingiera estimulando el sistema nervioso generando un estado de alerta.

Otro tipo de alimentos procesados que ha generado gran polémica, son los conocidos como “light” , los cuales contienen sustitutos de azúcar. El debate con éstos alimentos consiste en los riesgos a la salud que puedan existir tras su consumo y que van desde dolores de cabeza hasta la generación de tumores. En una revisión de artículos científicos, el Dr. Ashley Roberts con estudios en bioquímica, toxicología y farmacología y quien fungió como presidente del Comité de Seguridad y Regulación de la Asociación Internacional de Edulcorantes, señaló que después de años de análisis se estableció la ingesta diaria admitida como medida preventiva, ya que mediante dichos análisis se estableció el nivel de efecto adverso no observado con un factor de seguridad de 100, esto es una dosis 100 veces menor a la que presenta un efecto adverso, por lo que sería necesario consumir una gran cantidad de estos ingredientes para observar los efectos adversos que se reportan en los estudios que hablan sobre los problemas de salud que conlleva su consumo.

Finalmente, las organizaciones encargadas de verificar la seguridad de los aditivos alimentarios como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos, la Agencia de Seguridad Alimentaria Europea (EFSA) o la Organización Mundial de la Salud (OMS), mediante el Comité Mixto de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA, por sus siglas en inglés) no han encontrado evidencia basta y contundente sobre algún peligro que exista por el consumo de acesulfame K, aspartame, neotame y sucralosa como sustitutos de azúcar.

Referencias:

  • Página oficial de la OMS con fecha de 17 de febrero de 2017. Revisión de la referencia 4 de julio de 2017 con http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs369/es/
  • Minati Sighn. 2014. Mood, food and obesity. Frontiers in Psychology. 5: 925. 10.3389/fpsyg.2014.00925
  • María Elena Medina Mora, et al., (2014). La depresión y otros trastornos psiquiátricos – documento de postura. Colección de 150 Aniversario. Academia Nacional de Medicina / CONACYT mediante Intersistemas S. A. de C. V. 1ª Edición. ISBN 978-607-443-528-3.
  • Harvard Health Publications from Harvard Medical School:

What causes depression?

  • Parker G., Parker I., Brotchie H. 2006. Mood state effects of chocolate. Journal of affective disroders. 92: 149-159
  • Ashley Roberts. 2016. The safety and regulatory process for low calorie sweeteners in the United States. Physiology and Behavior. doi: 10.1016/j.physbeh.2016.02.039
  • Yalamanchi S., Srinath R., Dobs A. 2016. Acesulfame K. Encyclopedia of Food and Health. Elsevier. http://dx.doi.org/10.1016/B978-0-12-384947-2.00001-5
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