Desde que Donald Trump oficialmente comunicó que Estados Unidos abandonaba el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), la posibilidad de que éste pudiera ser un Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) Plus para México quedó completamente descartada; aunque no faltaron voces dentro del gobierno que insistieran ingenuamente en que de todos modos el país podría seguir con ese acuerdo.

Posteriormente, la esperanza de que México podría hacer una alianza con Canadá para hacerle frente a EU, se esfumó cuando la canciller canadiense reconoció que estaban considerando negociar un acuerdo bilateral sin México, idea que se ratificó con la reciente visita del primer ministro Justin Trudeau a Washington.

Ante la amenaza de aplicar un arancel que fluctúa entre 35% y 20% a las importaciones mexicanas en EU y que esto pudiera ser un precedente negativo para la negociación del TLCAN, han surgido algunos llamados como el de Jaime Zabludovsky y Luis de la Calle quienes han considerado que es mejor que México se salga del TLC, antes que firmar un acuerdo desventajoso.

En ese mismo sentido, Joseph Stiglitz, Nobel de Economía 2001, consideraba que si México lo abandonaba no era tan grave, porque se podrían aplicar las disposiciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC) con esquemas arancelarios de la nación más favorecida, que son mucho menores a los de 20%.

El problema de esta propuesta es que se basa en un supuesto endeble, que es considerar que la administración Trump va a aceptar la disposiciones de la OMC, y suponiendo que sí lo hiciese, tal vez lo haría con varios años de rezago cuando el daño ya haya sido causado.

El mismo día que Stiglitz hacia sus declaraciones (3 de febrero), Honda amagó con modificar su producción en el país si llegara a aplicarse un fuerte incremento en los aranceles de las importaciones procedentes de México, es decir, si sería bastante grave si consideramos el efecto en cadena en la industria automotriz y de autopartes.

No está de más recordar que la administración Obama ya había considerado la posibilidad de renegociar el TLCAN a través de la Autoridad de Promoción Comercial (TPA por sus siglas en inglés, anteriormente conocida como la autoridad fast-track).

En este sentido, Trump en una reunión con congresistas y senadores aseguró que quiere apresurar la renegociación del acuerdo exhortándolos a conseguir la TPA para el TLCAN, con lo que podría comenzar a renegociar en 90 días, el que ha calificado hasta el hartazgo como el peor acuerdo comercial para EU y que genera un déficit comercial de 60 mil millones de dólares con México.

Trump sabe que puede apresurar la negociación del TLCAN porque cuenta con la mayoría de los votos necesarios en ambas cámaras.

Recordemos que las plataformas electorales de los partidos Republicano y Demócrata planteaban que sus candidatos debían renegociar el TLC. Incluso, con desplantes ha señalado que si México se niega a renegociar, su país podría repudiar el TLCAN en agosto y buscar uno bilateral con Canadá.

Por otra parte, un gran sector de la izquierda mexicana considera que el TLCAN ha sido el causante del bajo crecimiento que ha experimentado la economía nacional desde hace tres décadas y estaría a favor de que México lo repudie.

Incluso, los llamados proteccionistas para que se tomen represalias en caso de se apliquen aranceles en EU o se graven las remesas y de que sólo se consuma lo hecho en México, suena alentador, pero difícil de aplicar en una economía tan abierta como la nuestra y cuyo PIB depende en una proporción mucho mayor de las exportaciones que el de EU.

Mientras que economistas como Paul Krugman, quien ha argumentado que el TLCAN ha sido benéfico para EU y México, citando estudios del Servicio de Investigación del Congreso (R42965), o como Stiglitz que se ha pronunciado por una globalización más justa, han hecho llamados a mantener el acuerdo; sectores de la inteligencia mexicana rechazan que haya habido beneficios y están en contra de cualquier forma de globalización, e incluso creen que el Brexit y Trump presagia la crisis del capitalismo.

Se entiende que EU quiera acelerar las negociaciones con México, porque sabe que negocia con un gobierno debilitado y desprestigiado por los escándalos de corrupción, la creciente inseguridad y el deterioro de la situación económica. Peña Nieto está en lo cierto cuando dice que el país no está en crisis; pero la culminación del TLCAN nos regresará a una situación similar a la del 94 y entonces sí lo estará, lo que tendría paradójicamente una grave repercusión para EU.

La necesidad de fomentar el mercado interno y no sólo generar crecimiento básicamente con el motor exportador, es decir, romper el modelo predominante basado en sueldos bajos para promover la competitividad de las empresas exportadoras, no será fácil hacerlo cuando está tan arraigada la idea de elevar los salarios es inflacionario y que el Estado no debe diseñar políticas industriales.

Maestro en Economía
Email: pabloail@yahoo.com.mx

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