Le pusieron una trampa a la ex diputada Eva Cadena, candidata de Morena a la alcaldía de Las Chopas, Veracruz.

Pero todo se hubiera arreglado si Cadena no hubiese mordido el anzuelo: si en lugar de pedir “como una bolsita” para guardar los 500 mil pesos que le entregaron en un hotel de Coatzacoalcos con la advertencia de que aquel dinero era para Andrés Manuel López Obrador, se hubiera indignado, se hubiera puesto de pie y se hubiera marchado.

De ese modo, la trampa de quienes “están muertos de miedo”, de quienes “están muy preocupados porque Morena está creciendo mucho”, se habría derrumbado.

Pero no fue así. Cadena se comprometió a entregar el dinero “a él directamente”, durante una “muestra de fuerza” que iba a celebrarse en los primeros días de abril en Veracruz.

En ese mitin López Obrador apapachó a su candidata, desoyó los gritos de “¡No a la imposición!” que provenían del público y luego, cuando alguien le preguntó si “¿Eva no es corrupta?”, respondió con esa frase que hizo clásica en sus tiempos como jefe de Gobierno: “Lo que diga mi dedito”.

A pesar de lo que dijo su dedito, el escándalo estalló. El video dado a conocer ayer por EL UNIVERSAL, en el que Cadena recibe gruesos fajos de dinero, se viralizó. Unas horas más tarde López Obrador subió a las redes su respuesta. Acusó a “Salinas, Peña, Fox, Calderón y sus socios, achichincles, voceros” de tratar de destruirlo políticamente “como ya lo han intentado muchas veces”.

Recordó otros tiempos, cuando se dio a conocer el video en el que “Ahumada le da dinero a Bejarano” y él dijo: “Salinas, y no me equivoqué”. Cuando EL UNIVERSAL dio a conocer una grabación en la que “un publicista pedía dinero a mi nombre”.

“Es parte de la estrategia perversa de la mafia del poder y de sus medios”, aseguró.

“Por AMLO me la comí todita”, confesó René Bejarano, haciendo gala de lenguaje carcelario, en una entrevista publicada el 28 de mayo de 2013 en el portal Sinembargo.mx.

Bejarano hablaba en aquella entrevista —concedida a Humberto Padgett— sobre “el financiamiento de las actividades político-electorales que todo mundo hace y todo mundo niega”. El tema fue los dineros que se llevó aquel día de 2004 de la oficina del empresario Carlos Ahumada y la manera en la que guardó silencio y pagó con cárcel para “ayudar” y “no traicionar” a los verdaderos beneficiarios del portafolios:

“No lo hice para mi beneficio personal, sino para ayudar a muchos y pagué por ellos… Soy leal y no traicioné”, declaró.

Eso ocurrió hace exactamente 13 años. Ante la andanada de videoescándalos, en los que además de su ex secretario Bejarano (que entonces era presidente de la Asamblea Legislativa) aparecieron recibiendo dinero ilegal varios personajes de su partido, incluso de su gobierno (inolvidablemente, Carlos Imaz, llevándose los dólares en una bolsita de papel, así como Gustavo Ponce, su secretario de Finanzas, que arrojaba fichas con indolencia en un lujoso casino de Las Vegas), López Obrador se deslindó tajantemente de ellos. “Yo no soy ladrón”, declaró.

Más tarde admitió en una entrevista con Loret de Mola (septiembre de 2005) que lo que se había visto en el video era a Bejarano “agarrando dinero de un portafolios para campaña”. En esa misma entrevista, acusó a Santiago Creel y Roberto Madrazo (los candidatos del PAN y el PRI) de haber recibido —también— dinero para sus campañas, “nada más que como no hay video no se ve”.

La sombra del dinero sucio persiguió a López Obrador a partir de entonces. Volvió a alcanzarlo en la campaña de 2012, cuando el artífice de la “república amorosa”, el publicista Luis Costa Bonino, fue grabado en una cena con empresarios, mientras intentaba recaudar —“sin compromisos”— seis millones de dólares para la campaña de AMLO.

López Obrador negó conocer al publicista:

“¿Cómo dices que se llama?”, le contestó a un reportero que lo interrogaba sobre él.

Costa reveló, sin embargo, que gracias al cineasta Luis Mandoki fue responsable de la estrategia electoral de AMLO “desde su inicio hasta el 31 de mayo de 2012”.

Cuando la grabación salió a la luz, relató Costa, se le informó que “López Obrador me había desplazado de la campaña y le había ordenado a Luis Mandoki que no tuviera ningún tipo de contacto, ni directo, ni indirecto, ni por algún medio electrónico, conmigo”.

Tres casos en 13 años: 2004, 2012, 2017. Los mismos hechos, repetidos a lo largo de esos años, hablan de una forma continua de hacer política. Esa que todo mundo hace y todo mundo niega. La que ayer AMLO intentó ocultar desde su castillo. El castillo de la pureza.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com

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