Mochilazo en el tiempo

El origen de las grandes panaderías mexicanas

Ayer al igual que hoy, la gente acostumbra acudir al Centro por pan y pasteles para todo tipo de evento. La ocasión es lo de menos, lo que se busca es encontrar el postre perfecto que acompañe aquel momento que consideremos digno de recordarse

El origen de las grandes panaderías mexicanas
09/06/2017 |23:00
Redacción El Universal
Periodista de EL UNIVERSALVer perfil
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Muchas veces cuando salimos temprano a la calle sin desayunar, los citadinos tenemos la certeza de que en nuestro camino encontraremos al menos un puesto de taquitos, un carrito tamalero, una mesita surtida de cocktail de frutas y, por si no tuviéramos mucha hambre, podremos dar con un puesto o un vendedor en triciclo para comprarle café, atole, chocolate y elegir un pan dulce entre la gran variedad que transporta en una caja. Así, seguiremos el consejo familiar que dice: “si no vas a desayunar, al menos tómate un café con pan”.

Los proveedores del popular pan dulce están distribuidos a lo largo de la ciudad; sin embargo los más famosos se encuentran en el Centro Histórico, donde nacieron entre los años 1880 y 1920, varias de estas panaderías siguen escribiendo su historia hasta nuestros días.

De acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria Panificadora (CANAINPA), en 1880 había más de 70 panaderías y pastelerías en la capital cuya oferta principal eran pasteles, pan blanco y español (“salado”), pero la llegada del siglo XX modernizó toda la industria y ya para la década de 1920 se empezó a producir en grandes cantidades el famoso “bizcocho”, que a diferencia del bolillo o la telera que hasta la fecha se sigue prefiriendo recién salido del horno, se suele comer “frío”.

La dinámica en cuanto a la venta del pan o pasteles era un tanto distinto a lo que acostumbramos hoy en día; antes se acomodaba la mercancía dentro de mostradores y para poder comprarlos, el cliente se debía acercar al vendedor e indicarle qué piezas se llevaría. El vendedor los ponía en la charola y entregaba la cuenta en cajas.

Ya en los años cincuenta se estableció el autoservicio, que terminó por ser lo más eficiente para las panaderías, la CANAINPA afirma que “el autoservicio significó también la dinamización de los proveedores, no solamente porque se incrementaron las ventas y sino porque también se inauguró la exhibición de piezas. El mobiliario y las decoraciones modernas jugaban un papel importante, haciendo más atractiva la panadería”. De esta manera empezaron las combinaciones infinitas en la selección de pan, quedando sólo en los mostradores y ahora refrigeradores, los clásicos y representativos pasteles de cada una de las pastelerías.

El Globo

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“La más deliciosa del Centro Histórico”

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La Vasconia

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Otra de las panaderías de gran tradición en el centro capitalino es La Vasconia, con casi 150 años deleitando el paladar en las calles de Palma y Tacuba. Como fue publicado en el Mochilazo: “De convento a famosa panadería” escrito por Salvador Corona, el año pasado, fue fundada por el vasco Marcelino Zugarramurdi, de ahí su nombre La Vasconia, quien empezó vendiendo pan en un local pequeño donde apenas tenía de 10 a 30 piezas, pero luego vio la oportunidad de expandir el lugar por la popularidad que fue generando. 

Esta panadería ha visto pasar la Revolución y la trasformación del Centro Histórico de la ciudad, marchas y momentos trágicos, como el terremoto del 85 y aún sigue en pie llenando de sonrisas a todo aquel que entra a sus instalaciones para comprar un pastel o comer un buen pan de dulce.

Hoy, este lugar tiene una extensión de 700 metros cuadrados y cuenta con una variedad de 360 panes, variados pasteles, una rosticería y un restaurante en el espacio de tres pisos que ofrece para todos sus clientes.


El Molino

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La Madrid

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