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Texto y fotos: José Antonio Sandoval Escámez
Diseño web: Miguel Ángel Garnica
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En entrevista con la señora Aracely Romero —quien desde Guadalajara visitaba la ciudad y al ver los arcos decidió tomar algunas imágenes, aunque nos dijo desconocer de qué época eran o desde donde corrían originalmente— afirmó que le parecían muy bonitos. En otra entrevista, Ricardo, un joven que labora en un Call Center de la zona, nos dijo que los arcos eran parte de un acueducto y que el tramo que queda es lo único que se conservó, aunque él mencionó que eran de origen prehispánico, según lo que había leído.
Alejandro Rosas, otro entrevistado, quien labora en una tienda de ropa muy cerca de avenida Chapultepec y del acueducto, también desconocía desde cuándo se encontraban estos arcos en el lugar, pero afirmó que recorrían una gran distancia desde el actual Bosque de Chapultepec hasta la zona del centro de la Ciudad de México. También se entrevistó a la señora Hilda Rosas, quien labora en un taller mecánico frente a la arquería y que además es vecina del lugar, comentó que no tenía idea del tiempo que llevaban los arcos ahí, pero que era muy agradable la existencia de estos, con la iluminación que tiene, se siente más segura, además del funcionamiento de las fuentes con las que cuenta lo convierten en un lugar de paseo muy agradable.
Estos arcos que vemos hoy, es lo que queda del gran Acueducto de Chapultepec, que iniciaba en la fuente de Chapultepec, hoy reubicada en el paradero de esta estación, y corría por las avenidas Chapultepec y Belén, hasta llegar al cruce con la calle de Niño Perdido, actualmente Eje Central, donde hoy se encuentra la fuente de Salto del Agua.
Desde su fundación, en 1325, la Ciudad de México no contaba con manantiales o pozos de agua dentro de su perímetro, por lo que el agua tenía que traerse de otros lugares del valle como Santa Fe y Chapultepec, para desembocar en fuentes públicas que abastecían de agua dulce a los habitantes de la ciudad.
Así como las ciudades de Querétaro y Morelia cuentan con grandes acueductos, la Ciudad de México no fue la excepción, el de Chapultepec fue construido en el siglo XVIII, inició su construcción el virrey Agustín de Ahumada, II marqués de las Amarillas, y fue concluido por el virrey Antonio María de Bucareli. Medía 3 mil 907 metros, construidos de piedra y ladrillo, estaba conformado por 904 arcos y corría desde las “Albercas de Chapultepec”, continuaba hasta la garita de Chapultepec donde se localizaba una primer fuente, y seguía hasta la Fuente de Salto del Agua, en la zona de San Juan de Letrán y San Pablo, esto con la finalidad de abastecer de agua a la zona sur de la gran ciudad, lo que hoy es apenas el sur de la colonia Centro y la colonia Doctores.
Agua para el sur de la ciudad
No solo el acueducto de Chapultepec, (o de Belén como también se le conocía), iniciaba en las ya mencionadas “albercas de Chapultepec”, de igual forma lo hacía el acueducto Tlaxpana, diferenciándose porque éste último se abastecía de la “alberca” grande y el de Belén lo hacía de la chica, también conocida como “Baños de Moctezuma”, aunque en realidad no eran los baños de aquel tlatoani.
Estas “albercas” recolectaban el agua de los manantiales que surgían del cerro, pues no había otro modo de surtir el líquido a la Ciudad de México. Según investigaciones arqueológicas, este sistema de recolección y abastecimiento de agua sirvió desde tiempos prehispánicos y siguieron funcionando hasta la época porfiriana.
Se tiene registro que en 1540 sobre las actuales avenidas Chapultepec y Arcos de Belén existía una zanja de tierra o barro que transportaba agua de las albercas a la zona de San Juan de Letrán y los barrios de San Pablo, donde en ese entonces era el límite sur de la ciudad. Tiempo después se cambió esta acequia por una de piedra, esto lo menciona fray Agustín de Vetancourt en su Teatro Mexicano de 1635, al referirse sobre el manantial de Chapultepec: “en el cerro, media legua de la ciudad, está un manantial dentro de los jardines del palacio de los virreyes donde se hospedan antes del recibimiento público de sus venidas, cuyas aguas van por la tarjea de cal y canto, y beben de ellas la mitad de la ciudad”.
En el año de 1670, los habitantes de la zona sur de la ciudad, la cual era abastecida por esta acequia, padecían por la falta de agua, por lo que en 1675 el Cabildo de la Ciudad de México mandó “reconstruir la atarjea de Chapultepec”, y en 1677 se terminaron las obras. Años más tarde se volvió a reparar el conducto, modernizándolo; la obra terminó en 1738 con “gran júbilo y regocijo” por parte del barrio de San Pablo.
Tras casi veinte años esta “cañería” de Chapultepec, que era un conducto de agua a ras de suelo sobre la calle, quedó casi inservible, por lo que en 1757 comenzó su demolición y la construcción de una arquería que transportaría el vital líquido. Al igual que la acequia, el acueducto comenzaba en la “alberca chica” y atravesaba la Calzada de Belén. Asimismo, se hicieron obras en el estanque para elevar el nivel del agua y lograr un mayor flujo del líquido para abastecer la zona sur.
El acueducto de Chapultepec fue terminado en el año de 1779, durante la administración del virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa, a quien también debemos el paseo que lleva su apellido, el tramo actual que se puede observar de la arquería es solo un pequeño pedazo de los casi cuatro kilómetros que comprendía el trazo original, que contaba con 904 arcos “de mampostería y ladrillo” desde Chapultepec hasta Salto del Agua.
Si bien el acueducto con sus fuentes fue concluido en su totalidad el 20 de marzo de 1779, la arquería se construyó entre los años 1755 y 1760. Al parecer muchos de los arcos estaban numerados en sus claves, es decir, en la dovela o piedra central de la curvatura.
La fuente desconocida
Casi al inicio del acueducto se localizaba la “fuente monumental de Chapultepec”, situada en medio del actual paradero de la estación del metro Chapultepec, y que al parecer este no es su lugar original, como se menciona en un artículo de EL UNIVERSAL ILUSTRADO de 1926, ya que se encontraba colocada a un costado de la arquería, cerca de la garita de Chapultepec, y surtía de agua a los pobladores de San Miguel Chapultepec.
Tras la demolición de los arcos y ser movida a la glorieta de Chapultepec, se le añadieron alas laterales en 1922 para ampliar su estructura en medio de dos accesos al bosque, según un proyecto de Roberto Álvarez Espinosa. Dichas extensiones y los accesos desaparecieron para dar lugar a la construcción de la estación del metro, para quedar actualmente en medio del paradero.
Hoy día la fuente de Chapultepec, construida durante el gobierno del virrey Marqués de las Amarillas, se encuentra gravemente deteriorada, tanto por el clima y la contaminación que han desgastado la piedra, como por los hundimientos de la zona que la han, literalmente, partido en dos con una gran grieta del lado derecho, tristemente lo que antes fuera un símbolo de progreso para los habitantes de la ciudad, ahora es un vestigio ignorado y descuidado por autoridades y ciudadanos. A pesar de la actual remodelación que se hace del paradero de autobuses, iniciada en mayo de este año por parte del gobierno de la Ciudad de México. Se desconoce si se hará un proyecto de rescate para esta emblemática fuente.
EL UNIVERSAL hizo un sondeo a algunos transeúntes y personas que se encontraban en las bancas que rodean la Fuente de Chapultepec sobre si la conocían. Una madre con su hijo dijeron desconocer completamente sobre el origen o uso de ella, mientras que una pareja de jóvenes dijeron que creían era un monumento, aunque desconocían a qué o a quién estaba erigido, grande fue su sorpresa cuando se les mencionó que era una antigua fuente de agua que marcaba el principio de un importante acueducto de la ciudad, del cual quedan pocos vestigios, y uno de esos era este. Con asombro y un poco de molestia sugirieron que se rescatara la placa que la fuente porta en uno de sus costados, ya que los textos grabados ya son ilegibles.
La sugerencia de que una fuente fuera la que antes abasteciera el agua a todos los habitantes del pueblo de San Miguel Chapultepec les llevó a reflexionar sobre el esfuerzo de que, como comunidad, deberíamos tener más presente cuidar el agua.
Corredor Cultural Chapultepec
Tras dejar de dar servicio, el acueducto comenzó a ser demolido poco a poco. Para los años 60 sobre el trazado original de este conducto de agua para la ciudad se construyó, muchos años después, parte de la Línea 1 del Metro, por debajo de las actuales avenidas Chapultepec y Arcos de Belén; no es de extrañar ya que se comunican de manera rápida dos zonas importantes de la ciudad: Chapultepec y sus alrededores con la zona de San Juan de Letrán y más adelante el barrio de San Pablo, antiguos límites al sur de la capital.
Es en el año 2015, después de años de abandono y olvido de las autoridades, en avenida Chapultepec se proyectó una remodelación integral de esta importante arteria vial de ciudad: el Corredor Cultural Chapultepec, en el que se planteaba la construcción de dos niveles peatonales a lo largo de la calle, con varios accesos a distintos niveles. Para su edificación se planteaba la demolición de los restos del acueducto.
Ante este cambio, los vecinos de las colonias Roma, Juárez y Condesa se opusieron, con lo cual el gobierno de la Ciudad de México organizó una consulta vecinal el 6 de diciembre de 2015, en esta ganó el No al Corredor Cultural Chapultepec, con lo que se evitó la pérdida de este vestigio de la ingeniería y la arquitectura novohispana.
Durante las entrevistas que EL UNIVERSAL realizó a vecinos y personas que paseaban cerca del acueducto, cuando se comentaba sobre lo que se evitó, todos coincidieron en que fue una buena decisión que se conservaran los restos del acueducto, no solo por su valor histórico, sino también porque, como nos comentó la señora Hilda Rosas: “Se siente agradable caminar por ahí, cuando arreglan los jardines y están funcionando las caídas de agua a ambos lados de la arquería, no se siente la inseguridad y está lindo”.
Una fuente que le dio nombre a un lugar
Es precisamente en la zona de San Juan de Letrán, en el cruce de Arcos de Belén y entonces Niño Perdido, actual Eje Central, donde se localiza el final del acueducto con una gran fuente, la de Salto del Agua, llamada así por la impetuosa fuerza con la que caía el agua en su gran pila y que abastecía de agua a este barrio popular.
La fuente llevó agua a una zona que carecía de ella. Cabe mencionar que el agua de esta fuente era la llamada “agua gorda”, denominada así por su alto contenido de minerales, por lo que no era apta para consumo humano, pero sí para otros usos como lavar ropa o trastes, aseo personal, limpieza de la casa e incluso para dar de beber a los animales.
Tras casi dos siglos de encontrarse en ese sitio, soportando las inclemencias del tiempo y de la contaminación que desgastaron sus piedras, en los años 60, la fuente original de Salto del Agua fue removida y llevada a los jardines del Museo del Virreinato en Tepotzotlán; sin embargo, sigue al aire libre sin protección alguna de lluvia, sol o viento. En su lugar se colocó una réplica.
Con el crecimiento de la ciudad, la introducción de ductos subterráneos y la modernización de las redes de distribución de agua, el acueducto dejó de funcionar en el siglo XIX. Para el siglo XX la arquería comenzó a demolerse por etapas, de los 904 arcos que conformaban la vía fluvial, tan solo quedan una veintena en medio del camellón de la avenida que le da su nombre. Un hermoso resquicio histórico que es alumbrado por las noches y que da a la ciudad un remanso de paz en medio del ajetreo diario de la metrópoli.
Fotos antiguas: Archivo EL UNIVERSAL y Colección Villasana-Torres.
Fuentes: Historia de la hidráulica en México: Abastecimiento de agua desde la época prehispánica hasta el Porfiriato de Patricia Peña Santana y Enzo Levi. El Universal Ilustrado del 7 de enero de 1926 y 6 de mayo de 1926. Enciclopedia Seis Siglos de historia gráfica de México. Artículo “Baños de Moctezuma”, Testimonio del milenario manejo del agua, Boletines INAH, 30 de mayo de 2013.