Nuevamente quedó comprobado con los Juegos Olímpicos de Río, la estupidez que significa adjudicarse este tipo de eventos para países y economías que no tienen la capacidad de aguantar un gasto como el que se realiza. Son muchos los casos en que la organización de estas justas no conducen más que a la quiebra de países, como Grecia, y que en la gran mayoría —como algunos que ha realizado México— no han servido para nada o han tenido que cancelarse, como el que se pretendía hacer con el Campeonato Mundial de Natación en Guadalajara.
Aquí otro ejemplo de cómo se elevan la cantidades por algunos personajes que se aprovechan de estas posibilidades de organización: cuando se autorizaron los Juegos Panamericanos de 2011 en nuestro país, el presupuesto que se otorgó a través del licenciado Vicente Fox fue pequeño pensando en unos juegos austeros, pero al entrar el siguiente gobierno federal y de Jalisco, el presupuesto se elevó aproximadamente 50 veces más de lo establecido en un inicio.
Me queda claro que los políticos del deporte utilizan estos eventos para hacer ver a los presidentes en turno que son la panacea para el turismo y para que exista una derrama de ingresos tan grande que los convencen casi de manera inmediata. Pero lo hemos visto en Río nuevamente: los olímpicos fueron un fracaso total en la organización y ahora en busca del retorno de la inversión, con instalaciones vacías, sin transporte suficiente para quienes buscaban llegar a las distintas sedes y con una infraestructura en la que se gastaron millones de dólares y que no servirá para nada.
Y qué decir de la afluencia del turismo internacional, no hubo tal, no se llegó a los números que habían proyectado. Es cierto que viajaron personas de países con altos ingresos, muchos de ellos familiares o ligados a los atletas estuvieron ahí, pero no hubo la derrama económica que esperaban para sanar la economía por el evento.
Lo peor es que se construyen millonarias obras que después no se utilizan, que se convierten en “elefantes blancos” y ahí está el caso de Guadalajara con la Villa Panamericana, que no se utiliza ni se comercializa, ya que hay un litigio debido a que se construyó en un lugar donde no se debía. Ahí se pudre ese dinero invertido. También podemos recordar las ceremonias de inauguración y clausura, que tuvieron un costo de 500 millones de pesos y que produjo la misma empresa que realizó las de los olímpicos en Río, que ganó la licitación y seguramente hizo un buen negocio como en otras partes en donde ha hecho estas ceremonias, pero que fue otro enorme gasto innecesario.
Es increíble que los políticos del deporte hagan sentir a los gobernantes que al organizar eventos pomposos y que lucen solamente por quince días, se puede progresar en el deporte, cuando ese trabajo se tiene que hacer desde las federaciones, con proyectos bien estructurados y en coordinación con los gobiernos, trabajando de la mano e invirtiendo bien el presupuesto en el desarrollo de los deportistas.
Me gustaría saber de qué sirvió lo hecho en Veracruz cuando los Juegos Centroamericanos, una dilapidación de recursos de manera exagerada, cuando ni siquiera se terminó la Villa. Tampoco hubo turismo internacional como se mencionó en su momento. El turismo que hubo fue nacional, de familiares de los atletas mexicanos. Aquí los únicos que salen ganando son los funcionarios que inician estos proyectos y ahí están los casos de Río, Veracruz, Guadalajara y muchas otras justas, incluso de años atrás, ya que esto no es algo nuevo.
Es importante que los gobiernos analicen bien los alcances y repercusiones que se pueden generar al momento de pensar en solicitar un evento internacional, al final son ellos los que ponen todo el dinero a través de los impuestos de los ciudadanos y es una grosería que sigan levantando la mano algunos políticos del deporte que lo único que quieren es el beneficio propio.
Ojalá que con el triste ejemplo de Río exista de una vez por todas el aprendizaje y la reflexión de que son muy pocos los países que tienen los recursos para realizar este tipo de eventos sin sufrir un daño posterior, con grandes pérdidas de dinero e instalaciones abandonadas, y se piense en que esa inversión del presupuesto vaya realmente a la generación y desarrollo de talento, el cual existe en nuestro país.
Profesor